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« Previous Page Table of Contents Next Page »Ciclos del virus
En el movimiento del virus existen ci– clos, con periodos de gran actividad que si– guen a otros de calma, y también hay ciclos en la cantidad de "spegazzinii" existentes en la selva. En los años anteriores, el periodo máximo de movimiento del virus no habia resultado coinc:iden±e c:on el máximo de mos– quitos. En 1950 la precipitación pluvial fue lo suficientemente abundante c:omo para es– timular un aumento en la c:antidad de mos– quitos, habia abundante virus, existian mu– chos mosquitos, y algunos de ellos volaron, o fueron empujados por el viento a través del c:anal, y sobrevivieron.
En±retanto, otro en±omólogo del Gorgas, el Dr. Pedro Galindo, hombre grande y jo– vial, aficionado a las c:amisas deportivas mul– ticolores Y a la politic:a nacional (ha sido electo para el Congreso), estaba trabajando en un aspecto aún más c:omplic:ado del pro– blema. Estaba tratando cle averiguar c:ómo sobrevive el virus en la floresta durante la
estación seca.
Los spegazzinii viven en agujeros en los
árboles, c:erca de c:harcos de agua y ponen sus huevos por encima del nivel del agua. Estos soportan una desec:ación hasta que lle– gan las lluvias, en cuya époc:a el agua sube hasta el nivel de los huevos, que flotan li– bremen±e y se inc:uban. Durante la es±ac:ión seca los adultos, c:uya vida es de c:ua±ro a seis semanas, desaparec:en de la selva. Ahora bien, dado que los adultos mueren y que su desc:endencia no hereda el virus, y dado que la fiebre amarilla en los monos dura solo
unos pocos días, en que el animal muere o
desarrolla antic:uerpos, se presenta el in±erro– gan±e de dónde se mantiene el depósito del virus. Es posible que exista algún huésped desc:onoc:ido, algún roedor o marsupial, y también es posible que el virus se mantenga en alguna especie de mosquito de vida mas prolongada.
Galindo desc:ubrió que c:uando habia fie– bre amarilla, siempre estaba presente en Pa– nama otro mosquito, grande, de c:olores bri– llan±es y c:on marc:as amarillas "que parec:ía un Linc:oln Continental entre Jeeps", pero presente en c:antidades tan pequeñas, que los en±omólogos ±enian la sensación de que no era probable que fuera un vector. Galin– do decidió oultivar esta espec:ie, los "sabe– ±hes", y estudiarlos.
Lucha contra los sabethes
"Tuvimos una luc:ha de dos años, los sabethes y yo", ha dic:ho Galindo. "Na– die habia c:onseguido c:riar a los sabe±hes; las hembras simplemente se negaban a po–
ner huevos u
•
Después de repetidos frac:asos en c:onse– guir que las hembras tuvieran c:ria, Pedro Galindo se fue a la selva para estudiarlos
más c:uidadosamen±e en estado natural. Alli desc:ubrió que ponían sus huevos en el agua que Se habia juntado en agujeros de los ár– boles. El agua tenía que durar durante la
estación seca, de nlanera que los sabe±hes de–
positaban sus huevos, invariablemente, en
huecos que ±enian un orificio pequeño en su parte superior y luego se ensanchaban hacia
el fondo, huec:os semejantes a frasc:os, que inhibian la evaporac:ión. Galindo dec:idió
copiar ese lugar de cría para su colonia.
Habiendo enc:on±rado Un trozo de c:aña de bambú que habia madurado bien, c:erró su parte superior c:on un pedazo de papel fuer– te, perforó un pequeño agujero al c:os±ado, le ec:hó agua y c:oloc:ó el trozo de bambú en la jaula de c:ría. L,?s mosquitos daban vuel–
tas a su alrededor,· zumbando aciivamente;
luego llegó el momento de triunfo perfecto para el Dr. Galindo: una hembra se dirigió al agujero y desapareció en el interior.
"Ahora", rne c:on±ó el Dr. Galindo abrien–
do expansivarnen±e sus brazos, "±enernos mi–
les de ellos; ±enemos sabe±hes para expor–
tar",
Por medio de la c:olonia doméstic:a, el Dr. Galindo desc:ubrió que, en c:ondic:iones de laboratorio, los sabethes pueden trasmitir la fiebre amarilla de mono a mono, y que tie–
nen una vida de cinco o más nleses. Me rrLos±ró varios ITlosquitos venerables zumban–
do en una gran c:aja de tejido de alambre: habian sobrevivido siete meses y se los c:on– servaba ±odavia virulentos.
·"De lo que hemos aprendido", dijo, "con–
siderarnos que el sabethes es un vedar esc:a– so pero duradero; puede sobrevivir de una
estación lluviosa a otra, manteniendo el vi–
rus en su organismo. Puede ser él eJ que
reinfec±a a los monos o, en su caso, a oiros
huéspedes, al c:omienzo de la es±ac:ión de las lluvias, y al hac:erlo asegura que tengan la enfermedad list", en sus venas para pasarla a los enjambres de "spegaz:z:inii" que surgen de las c:avidades después que la lluvia llega a sus huevos.
IlSi éste fuera el esquema", expresó, mi–
rando pensativamen±e a la jaula de los "sa– be±hes" lisiados de amarillo, "±enemos aqui lo que podria ser el eslabón débil en la c:a– dena de la supervivenc:ia del virus en la sel– va. Es posible, apenas posible, que una dis– minuc:ión aprec:iable en la c:antidad o la efec:– tividad de los sabethes pueda romper la c:a– dena de la trasmisión. De manera que ±e–
nernos que aprender más acerca de esoS en–
c:antadores mosquitos".
v
Hacia Costa Rica
En Marzo de 1950, no rnuc:ho después de la aparic:ión de la fiebre amarilla al Noroes±e del c:anal, el c:oronel Norman El±on, espec:ia-
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