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« Previous Page Table of Contents Next Page »sarrolló una vacuna que hoy en día protege a millones de seres humanos expuestos a la fiebre amarilla.
Durante es±e :rnisn1.o período los invesli–
gadores descubrieron iambién una forma de determinar si una pel"SOna había estado ex– puesta alguna vez a la fiebre amarilla, ad– quiriendo así una inmunidad natural. El suero sanguíneo de la persona a la que Se le hace la prueba se mezcla con una peque– ña cantidad de virus de la fiebre arnarilla
y se inyecta a seis rafones; si rnás de la rni~
tad de éstos sobreviven, ello indica que en el torrente sanguíneo del sujeio existen anti– cuerpos conlra la enfermedad, y que en al– guna ocasión ha tenido fiebre amarilla. Uti– lizando esta. prueba, los médicos pueden en– terarse si la fiebre amarilla ha sido realm.en–
fe eliminada en áreas en las cuales no se ha
registrado ningún caSo por mucho tiempo. El método consiste en tomar muestras de san– gre de los niños que han nacido después de la fecha en que se piensa que desapm"eció
la enfermedad; si se encuentran anticuerpos,
la fiebre amarilla sigue rondando lodavía.
Tal era, pues, la etapa alcanzada en
1932, la fiebre amarilla esiaba ieóricmnente al borde de la extinción, por lo menoS en América, Se la había aislado en el Brasil y
los países vecinos, y los equipos nlédicos es–
taban preparando el asalto final con las nue–
vas armas a su disposición.
m
Dodoi' Sopei'
Entonces ocurrió un bl"ote en Vale de Canaan, en el Estado de Espirito Santo, en Brasil. Eso era extraño, dado que Vale de
Canaan era una zona rural, y se suponía que
la fiebre amarilla era primordialmenie una enfermedad de las ciudades y de las casas, enfermedad que contraía un sujeto al ser pi– cado, bajo techo, por el Aedes aegypti que había nacido en un radio de cien metros de la casa habitación. Cuando los miembros del Servicio Brasileño de Fiebre Amarilla, di– rigidos por el Dr. Fred L. Soper (actualmente director de la Oficina Sanitaria Panamerica– na, Oficina Regional de la OMS para Amé– rica 1 llegaron a la zona, descubrieron algo mucho más sorprendente.
Existía fiebre amarilla en Vale de Ca– naan, sin duda alguna; Soper y sus compa–
ñeros de equipo confinnaron su presencia
mediante todas las pruebas habituales; pero no había ni un aegypti. Alguna aIra cosa esiaba pasando la enfennedad de hombre a hombre.
y así se dislocó la piedra fundamental de la teoría de que eliminando el Aedes ae– gypti del mundo, se rompería la cadena de trasmisión del hombre al mosquito, y de éste
al hombre, terminándose, de esta manera,
con la fiebre amarilla.
El Dr. Soper y otros investigadores se de–
dicaron a explorar este nuevo fenómeno; es-
tudiaron la población de mosquitos para descubrir cuáles podían estar trasmiHendo la enfermedad en ausencia del "aegypti". Aunque no Se capturó ninguno que transpor– tara el virus en el terreno, se demoslró que
varios tipos eran capaces de infectar a ani·
males de laboratorio. Pruebas efectuadas con sangre extraida de m.onos capturados en la selva, mostraron la presencia de anti. cuerpos contra la fiebre amarilla.
m
Doctor Fi'Oi1cO
Para la época en que Soper estaba tra– bajando en VaJe de Canaan, la Fundación Hockefeller envió otra expedición a Muzo, Colombia, una zona que había intrigado des– de hacía tiempo a los peritos en fiebre ama– rilla. Cerca de Muzo, en la selva, hay mi–
nas de esmeraldas, que se encuentran cerca
de la superficie, y las nunas se explotan en– viando a hombres a la selva para que exiir– pen la vegetación y remuevan la Herra su– perficial. Esos hombres a menudo enfer– man. Durante una epidemia, en 1907, un médico colombiano, el Dr. Roberto Franco, escribió un informe diciendo que la gente sufría de fiebre amarilla, pero de un tipo ex– traño que se contraía en la selva y no en la vecindad de las casas, y que era trasmitida por aIras mosquitos que el aegypti. Ellos picaban durante las horas del día. Los pe– ritos de la época del Dr. Franco no estuvie–
ron de acuerdo, pero los trabajadores con~
tinuaron enfennándose inconvenien±ernen±e,
y a veces muriendo en Muzo de una enfer–
medad que se asemejaba a la fiebre ama– rilla.
. y así fue que un equipo internacional, dirigido por un hombre de ciencia grande y
velludo, de ireinta y dos años, llamado John Austin Fierr, llegó a la zona y sudó durante un verano miserable sacando sangre de los buscadores de esmeraldas; aplicaron esa san– gre y algo de virus de la fiebre amarilla a bandejas enteras de raioncillos blancos, no todos los cuales murieron. De manera que, definitivamenle, la fiebre amarilla estaba siendo irasmitida en Muzo sin la presencia del Aedes aegypti. El Dr. Franco había te·
nido razón.
Fiebi'e t:tITICIi'iIIa selvática
Gradualmente estaba tomando forma una nueva teoría sobre la fiebre amarilla, la que fue hecha pública por el Dr. Soper en una conferencia en la facultad de medicina de Bogotá, Colombia, en 1935. Soper sugi– rió que existían huéspedes naturales de la enfermedad, aparte del hombre, que vivían en la selva y recibían la enfermedad de otro vector que el Aedes aegypti. Para diferen– . ciar esta afección de la forma clásica de fie– bre amarilla, Soper acuñó el ténnino "fiebre amarilla selvática".
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