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cuatro horas, cambiarla por caballos duran– te dos horas más y finalm.ente cam.inar las dos úHimas horas.

Extensión de Ja plaga

Los inspectores de m.osquitos encontra– ron lugares de cría de los m.osquitos trasm.i– sores de la fiebre am.arilla en 31 pueblos y

aldeas. Estas y otras 162 áreas urbanas fue– ron tratadas con pulverizaciones residuales de DDT; se extrajeron m.uestras de sangre de hom.bres que vivían cerca de la selva o tra– bajaban en ella, se recogió sangre de m.ono en diez áreas de control para determinar qué era lo que estaba sucediendo en la selva, y se establecieron veintiséis puestos m.édicos de em.ergencia para obtener especím.enes del hígado de las personas que habían muería de fiebres no diagnosticadas, de diez o m.e– nos días de duración.

Su avance

Esta fue una de las campañas de em.er– gencia más amplias de la historia médica; evitó que la fiebre amarilla abandonara la selva y devastara las ciudades de Panamá, como lo había hecho tan a Inenudo durante el siglo XIX. Salvó probé'}>1emente miles de vidas, pero no detuvo el dvance de la fiebre amarilla a través de la selva, hacia América del Norte.

La fiebre am¡¡.rilla recorrió el Norte y ",1

Oeste, moviéndose por m.edio de la pobla–

ción simia, y ±C?c~ndo oc~sionalrnente a se–

res humanos que Se aV'enturaban dentro de ,la 'jungla. Para lI,gosto Se estaba ~cercando

al Canal de Panamá. Duran1:e ese mes, un hospital en la ciudad de Panamá informó sobre la muerte de un' í.tidio cuyo hígado re– velaba las lesioneS producidas solament", por la fiebre. Tres días antes de enfermarse, es– te hombre había ido a trabajar desbrozando tierra en UIia pequeña granja, en la pen– diente atlántica de la División Continental, a veintiún kilóm.etros al Sur de Colón y a cua– tro kilómetros y medio al Oeste de la carre– tera Transístm.ica.

La Barrera del Canal

La granja estaba ubicada en la selva pri– mitiva, de m.anera que el hombre había es– tado expuesto a los m.osquitos que atacaban a los monos de la jungla. Una tribu de au– lladores negros había sido notada en el área no mucho antes de que el hombre hubiera sido atacado. Los funcionarios sanitarios despacharon cazadores hacia la selva, quie–

nes avistaron a. siete lTlonOS en una colina

frente la granja y cazaron a tiros a seis. La sangre de ires aulladores resultó positiva; la fiebre amarilla selvática estaba acercándose al canal, pero. .. ~lo cruzaría? Los peritos tenían alguna esperanza de que no lo haría.

Aunque los mosquitos que transmiten el "i–

rus de m.ono a m.ono o al hombre, pueden volar distancias m.ayores que las involucra_ das en el cruce del canal, la zona había pro– bado ser, en el pasado distante, una barrera para las olas de fiebre que venían desde Co– lombia.

Sin embargo, si la enfermedad crUzaba el canal, los peritos temian que seguiría pro– bablemente por la selva, hacia el Oeste y el Norie, por Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guaíem.ala hasía México. Podría extin_ guirse en alguna parte, a lo largo del cami– no, o podría continuar hasta San Luis Potosí, en México, donde la selva está despro"ista de monos. Tampoco se consideraba impo– sible que la ola alcanzara a Estados Unidos. Aunque en los bosques de este país no hay m.onos, el mosquilo "Aedes aegypti" preva– lece en todos los estados del Sur. El Ciru– jano General de Estados Unidos había decla– rado que todo el tercio m.eridional de la na– ción era zona receptiva para la fiebre ama– rilla. Una persona que llegara a esos esta– dos, después de haber sido picada por un m.osquito infectado, podía desencadenar una epidemia clásica conto las que habían azota– do al Sur en el pasado.

La barrera violada

En Enero de 1950, un agricultor mUno de fiebre amarilla en el Distrlio de Chagres, en Panamá, o sea en el lado atlántico de la penín,sula, al Oeste del canaL El foso había si¡:lo c;ruzado y la ruta hacia el Norte" se ha-

,llapa abiert" y sin protección. ' , ./\,ntes de seguir las huellas de lE, eMer– medad en su avance hacia el

Norte, miremos i-eir'ospectivamente a l~ histoi-ia de la' fiebre amarilla. ' , ' ,

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Mirada retrospectiva

La fiebre amarilla es una enfermedad tropical que ocurre principalmente, pero no con exclusi"idad, a 10 largo de las costas del océano Atlántico. En su mayor expansión nevó la muerte desde el Congo Belga hasta España, Francia e Inglaterra, en el "iejo mundo, y desde Buenos Aires hasta Nueva York, Boston y hasta Ouebec, en el nueva. La enfermedad fUe diagnosticada por pri–

mera vez en Arnérica, pero nlUY bien puede

haberse originado en Africa y alcanzado eS– te continente con Colón o m.uy poco después de él. '

En su forma clásica, la fiebre amarilla es una enfermedad urbana. Tal vez la pri– mera descripción auténtica de €lila haya sido la proporcionada por du Tertre, en la isla de Guadalupe en 1635. Se sabe que azotó a Re-

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