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« Previous Page Table of Contents Next Page »El CASO DE lOS AULLADORES SILENCIOSOS
CENTROAMERICA, PANAMA VCOLOMBIA
1
Silencio en la jungla
Uno de los sonidos más caraC±eristicos de la jungla centroamericana, es el grifo es– ±ridenle de los monos aulladores que viven
en grandes cantidades en las frondosas co–
pas de los árboles. En 1948, la gente que vivía al borde de la selva, en el Sur de Pa–
nam.á, se sinfió inquieta por un silencio ex–
±rarlO: los n1.onOS habían dejado de aullar;
el efecto era tan pavoroso COlno si se hiciera silencio completo en TiTIles Square, en Nue–
va York.
Los cazadores que se aventuraron, ner–
viosos, en la floresta silenciosa, no pudieron
ver a ningún aullador en los árboles, pero en cambio trajeron los restos de unos pocos monos que habían encontrado muerios en el suelo de la jungla. Enionces no fueron solo los panameños los qt!e iuvieron un aíisbo de miedo anie el silencio que se había enseño–
reado en la selva.. El' ielnor se sintió tan
lejos como Washington y Ginebra, pues cuan– do los monos m1).erE?n en lo profUndo de la selva, en cantidac;!es lo suficieniemE?nte gran– dE?s como para que algunas de las osamen– tal'¡ escapen a los comedores dE? carroñas, hay algo que anda muy mal. Generalmente sig– nifica que está en marcha la fiebre amarilla,
u~a de las seis grandes plagas que maían al hombre.
Síntomas
En Noviembre de 1948, un joven fue lle– vado al Hospifal Sanío Tomás, en la ciudad de Panamá, sufriendo de una enfermedad caracterizada por una fiebre alta. Había es– tado viviendo cerca del pueblifo de Pacora, en la selva, a unos veintidós kilómetros de la ciudad de Panamá. Falleció cinco días des– pués de haber quedado postrado por la fie–
bre, y sus sínioITlas incluían jaquecas y vó–
mitos negros.
Esos sínlomas indicaban la posibilidad de fiebre amarilla, pero el vómifo negro ha– bía sido eliminado de Panamá hacía más de cuarenta años. No había habido un solo ca– so confirmado, coníraído en el país, desde el 22 de Mayo de 1907, cuando el Dr. Gorgas, famoso destructor de la plaga, trató a su úl-
MURRAY MORGAN
Cronista de la Organización
Mundial de la Salud
tizno paciente. (1) Sin embargo, eso pare_ cía fiebre amarilla, y el anaíoznopatólogo del hospiial sacó una muestra de hígado del joven muerto, para ver si presentaba las le– siones características de la enfermedad. El hígado no parecía muy similar a los que apa–
recían en los textos, y con cierto alivio el pa~
lólogo diagnosiicó que la enfermedad era una forn1.a de alroHa amarilla aguda.
Pocos días después se trajo a una segun_ da persona de Pacara, con fiebre alta, y ±am~
bién m.urió. Lo mismo sucedió con una ±er– cera. Dado que sus síntomas eran muy se–
mejaníes a los del primer enfermo, el paíó– logo no extrajo tejido hepático para exami_ narlo. Una cuarla znuerle, a princípios de
Diciembre, le hizo examinar una muestra de
hígado y guardó algo del tejido para un es– tudio poslerior. No obsíaníe, diagnosticó de
~uevo el caso como atrofia amarilla aguda.
Alarma
Para entonces, las muertes estaban atra–
yendo considerable atención en los círculos
lTlédicos; entre los il1.ter~os cornan rumores
de que los casos parecían de fiebre amarilla. Además, por rara coincidencia, Egipto aca– baba de deolarar bajo cuarentera por fiebre amarilla a Panamá y a la Zona del Cané\l. Esta acción esíaba basada sobre el rumor. que después se probó infundado, de que un egipcio había contraído fiebre amarilla en las cercanías del aeropuerto de Tocumen, en la ciudad de Panarná, muriendo al volver a su país. La República de Panazná había protestado ante la Organización Mundial de la Salud por la cuarentena unilaíeral de Egipto, y negó la existencia de fiebre ama– rilla en el país.
A fines de Dicíembre el patólogo en cues– tión se vio confrontado por una quinta auíop–
sia, o±ro hombre más de Pacora. De nuevo
parecía para el patólogo que era una atrofia amarilla aguda, pero quiso confirmarlo en otras fueníes A mediados de Enero se le pidió al coronel Norman W. El±on, del Cuer– po Médico del Ejército de Esíados Unidos en la Zona del Canal de Panamá, que visitara el hospifal para examinar las preparaciones
microscópicas.
(1) En 1919 un caso importado de fieble amarilla, el de
Kenneth Thomas, terminó fatalmente.
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