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historia del Esclavo de don Dinero, que si no

me equivoco, nos enseña, con las aventuras

y triste fin de don Canuto Delgado, los gra-

ves inconvenientes de poner el alma y el cuerpo, como él lo hizo, al servicio de tal

BInO.

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El camino de la feria

TIO CLIMAS EN LA FERIA

fuertes látigos, gobernaban la tropa indisci– plinada, que obedecía, más que al reclamo de la trompeta, a los gritos y a las amenazas de los arreadores. Cerraba la marcha el pro- ¡Bendito sea el pietario del rebaño, a quien no pude COnocer que inventó las desde luego, por las nubes de polvo que los ferias I E s o de cascos de los animales levantaban. Disipa– reunirse en un da un momento la espesa polvareda, recono– estrecho espacio oí en el dueño de la partida a un vecino, un de terreno un amigo, y me paré a aguardarlo.

número de bipe- Don Clirnaco del Cacho es un hombre dos racionales y que frisa en los sesenta, de complexión recia, de cuadrúpedos enjuto de carnes, moreno de rostro, todo él irracionales cua- músculos y nervios, individuo capaz de pro– tro o cinco veces mayor del que podria con- vocar la admiración del más exigente fisió– fener cómodamenfe, asolearse, fragar polvo, logo, o de fentar a un artista que quisiera exponerse uno a que le empujen y arrope- trasladar al lienzo el acabado tipo de un pe– llen, ensordecerse con el ruido de coches y queño propietario de nuestras montañas del

Oriente.

diligencias y con el que producen los herra- De varios modos han tratado de descom-dos cascos de los caballos sobre las piedras

del pavimento, todo para ver y ser visto du- poner las gentes el nombre de don Climaco, rante algunas horas, o para comprar a~9'u- pero la contracción que más se ha generali– nos novillos y muletos por la tercera pade zado es la de Climas, que con el agregado de más de lo que valen, no hay duda que me- "tio", que los diplomáticos campesinos de la rece la pena de sacar de sus casillas a un.. a vecindad han escogido como un término me-

dio enfre el "don" y el liño".

población tan quieta y tan costumbrera co- Al lado de don Climaco venia la niña mo la de nu.estra querl'da Guatemala.

Brígida, su costilla, casi de la misma edad Pero como en este mundo cada cual .se que su marido, tan envuelta en carnes como divierte como le acomoda y "sobre gustos él es seco, y con el apéndice de un ·mediano -según dicen- no hay nada escrito", sude- güegüecho, que la aVara naturaleza no tuvo de que las dos terceras partes, poco más o a bien conceder al cuello del consorte. Des– menol¡, de la población quieren ir todos los pués de saludarlos cortésmente, les hice por años a emborracharse en la confusión de la cosiumbre las preguntas obligadas, de a feria. Y no sólo van los habitantes de la dónde iban y de dónde venían.

ciudad, sino que muchos, aun de puntos leja- -Venimos del "Purgatorio" -me con–

nos, hacen viaje especial para concurrir a testó don Clírnaco, con un acenio hueco, más

Jocotenango en esos días. propio, en efecio, de una alma de la otra vi-

Confieso que también yo, partiendo del da, que no de este mundo- y vamos a la remoto Oriente, como los reyes :magos, he ve- feria.

nido a la feria, no para comprar ni vender, "El Purgatorio" es el nombre de la pro– pues no soy comerciante, no para que:me piedad de don Climaco, situada a dos leguas

vean, pues en ello no ganaría gran cosa, sino de mi residencia.

para ver, oir y no callar. -&Nunca ha arreado usted novillos, ve-

Acabando de bajar la cuesta de Pinula, cino? -me preguntó el propietario.

:me alcanzó }Ina numerosa partida de gran- -No, don Climaco -le contesté- por des mamíferos de la raza bovina, dentro de desgracia, pues probablemente más cuenta la cual me encontré envuelto, sin que pudie- me habría tenido ocuparme en eso que en ra mi :mula tomar su paso acostumbrado. A orras cosas.

la cabeza del rebaño venia un robusto cam- -¡Cuenta! -dijo don Climas, lanzándo– pesino, que levantando un cuerno a la boca, me una mirada feroz. -&Y le parece a us– de tie:mpo en tiempo, para guiar el ganado, ted que yo me voy a engordar la bolsa con hacía despertar con sonoras VOces del rústico este maldito trato! Comprar los animales a insrru:mento, los dormidos ecos de aquellas diez y doce pesos, para venir a dar lo grande soledades. Tres o cuatro mozos armados de a veintiocho y lo chico a veintitrés, con plazo

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