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« Previous Page Table of Contents Next Page »en las laderas de la Sierrá Madre Occidental, en el Norie de México, estaban muy infecta– dos. Dado que los animales no reconocen fronteras, se supuso que eran ~llos l~s que transportaban el vir,:,s de la ,hldrofob18 se1; vática a Estados UnIdos. Malaga aconsejo eliminarlos, cazarlos a tiros o con trampa sería lento y caro. La solución era el vene– no -un nuevo venen9 para los animales da–
ñinos el fluoracetato de sodio f compuesto
lOSO)', el más mortífero conocido. . Se eligieron áreas en Sonora y en ChI– huahua como centros para demostrar la efec– tividad del veneno y para enseñar a la gente a colocarlo sin peligro
"No es suficiente diseminar simplemente el veneno", me explicó el Dr. Málaga. "Pa–
ra hacerlo bien uno tiene que ser un buen
cazador, y sólo se 10 e~ cuando se piensa co– rno un animal. Hay solo dos cosas que Inte– resan al animal: comida y sexo, pero si el
conocimiento de uno sobre, digamos, los lo–
bos, proviene 'solamente de los libros, se pue– de excúseme la falta de delIcadeza, colocar la 'comida en el lugar del sexo y el sexo en el de la comida".
Cebo de burro
Se establecieron cuarenta y una estacio–
nes de envenenarrlien±o en remotas zqnas sel–
váticas, con la ayuda de peritos del Fish and Wildlife Service de Estados Unidos. Grandes trozos de carne de burro, pesando entre diez y doce ~ilogramos, fueron trat,ados c~n lOSO
y disemmados. (Solo se r<;>q:l.ueren dIez grO;– mos de velleno para surtuUlstrar cebo suf¡– c;i!'1nte pa¡:a quince poblaciones). Cada tro– zo estaba encadenado a una estaca, de ma– nera que pudi<ira ser masticado pero no lle– yado lejos, y el cepo se distribuía usualmente
en pleno invierno, cuando existían pocas po–
sibilidades de que tropezaran con él los ca– zadores o los pastores. (El compuesto lOSO
es de coniaco morlífero, para no mencionar
su indigestión). Todo el cebo eslaba mar– cado con la calavera y las tibias cruzadas, de color amarillo, y con advertencias en in– glés y en español.
Los peritos estiman que fueron mueríos dieciocho mil lobos y coyotes, en una área de seiscientas mil hectáreas, basando el cálculo en la cantidad de bocados sacados de la car– ne. Un lobo puede sacar de un solo bocado
apenas unos ciento diez gramos de un cuer–
po, el fluoracetato de sodio es de acción tan rápida, que el lobo no puede dar más de dos bocados antes de que el veneno estimule su
sisterna nervioso y aquél comience a retirar–
se del lugar. El lobo busca refugio y mue– re en la hora, por llenarse sus pulmones de líquido (edema pulmonar), de manera que literalmente se ahoga en su propio jugo. El veneno es lan fatal que cualquiera que coma del cuerpo de la pdmera víc1ima muere tam– bión, y las pruebas han indicado que el lOSO
puede ser mortal después de nueve pasajes
como ése.
BOl"bardeando carne
Sólo se encontraron unas pocas osamen– tas de lobos en las zonas de demostración, pero el éxito de la campaña de envenena– miento puede inferirse por varios aspectos.
Los cazadores inferInaron que mientras que
antes podían contar con un promedio de dos o tres lobos por día de caza, ahora podían
pasar semanas sin ver siquiera un rastro.
Por primera vez el Fish and Wildlife Service de Eslados Unidos informó que no había lo– bos en Nuevo México. La reducción en las pérdidas de ganado por anÍInales de rapiña, el aumento de la caza salvaje y la ausencia de hidrofobia en otros animales salvajes, to– do testificaba la eficacia del programa. Co– locando veneno cada tres años los departa– mentos de caza pueden mantener la canti– dad de lobos en un mínimo a lo largo de la frontera; en estos momentos se están hacien– do pruebas con respecto a la practicabilidad de bombardear con carne envenenada las áreas inaccesibles, lo que rebajaría el costo del programa de control.
La eficacia del lOSO, la extensión de la vacunación y otras medidas de control po– drían animar a los peritos a esperar la con– quista de la hidrofobia, si no fuera por la existencia de aún oiro depósito de virus en una especie animal tan diseminada que es imposible de eliminar: el vampiro.
III
UN HOMBRE MURCIELAGOESCO
. -
El DI': Málaga-Alba posiblemente sea el hombre que más conoce de vampiros en el hemisferio o.ccidental, ha mallipulado hasta
cinco mil murciélagos en un solo día, mien–
tras buscaba síntomas dé la enfermedad. El y su esposa han capturado vampiros en die– cisiete países, desde la Argentina hasta Mé– xico, su alcance máximo. Ha estudiado sus hábitos alimentarios, sus rutas de migración, su papel en la religión de los aztecas y de los mayas, se enorgullece de poder pensar como un murciélago, y entre sus colaborado– res hay algunos que piensan que Málaga es– tá tomando un cierto aspecto murcielaguesco.
El sentir fascinación por los murciélagos no es raro. Como lo expresa el mismo Mála– ga: "Criaturas de las tinieblas, habitando en profundos y oscuros recesos de cavernas árboles huecos y casas abandonadas, han ejercido una impresión comprensible sobre la imaginación del mundo occidental desde que volvieron los primeros exploradores de América, con relatos de criaturas velludas Y aladas que volaban desde las cuevas, para chupar la sangre de personas y animales". Durante la conquista de la península de Yu– catán, en 1527 los españoles tuvieron que ábandonar su primera cabeza de puente en
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