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nese1a con una afección que hace que su gar– g-ania se constriña herméticamenie a la vjs–
ta del agua, al sonido del agua, ante el solo
pensarrtienio del agua, de rrtanera que pien–
sa que está siendo estrangulada y sólo pue– de aullar en su agonía. ¿Puede Ud imagi–
narse una toriura ITlás intensa que esiar en–
loquecido por el deseo de algo que, cuando
eS ofrecido no puede ±oxnarse, y cuya visia
solarnenle aUlTIenia el tormento'? ¿Le extra– ña acaso que la víctinla, sea perro u hombre,
muerda a cualquiera que tenga cerca? ¿Pue– de Ud. imaginarse una peor forma de morir?"
(Más tarde me enteré por un colabora– dor del Dr. Málaga, que ésle hablaba por ex– periencia personal, pues había sido mordido
mientras exarrlinaba aniITlales hidrófobos en
Trinidad: Aunque se le suministró el me– jor tratamien10 conocido: el suero y la va–
cuna, casi 1Tl.urió por los efectos secundarios
del suero).
"Vi morir de esa fonna a un niño hace
dos días", continuó "Por eso es que estoy dispuesto a envenenar perros. Lo que con–
dujo al hOlror de la hidrofobia en el medio–
evo fue el espan toso sufrilLl.ienfo de la vícti–
ma, En algunos lugares ésta era quemada
viva, en oiros se la encerraba en un saco y
se la arrojaba al agua, con la teoría de que
la malaría o la curaría; siempre se ahogaba,
y en cruel agonía En algunos lugares de
SudaméYica, un enfenno de hidrofobia era enterrado hasia el cueno, de manera que no pudiera acercarse a nadie.
"No se conoce ningún caso de curación
una vez que se ha desarrollado la enferme– dad, pero la rabia es de incubación lenta y es posible esperar hasla que una persona ha–
ya sido rnordicla antes de suministrarle la
vacuna. Se preountará Ud. por qué no va–
CUl1.8n"lOS a fodo el mundo; la respuesta es
que la vacuna puede causar efectos secunda– rios graves; no puede suministrarse despreo~
cupadamen±e. Las estadísticas varían, pero un estudio realizado hace varios años en Los Angeles, indica que una persona en setecien–
tas vacunadas queda paralítica. Sólo pue–
de correrse el riesgo con alguien que ha sido
mordido.
Prevensión
lJEl mejor preventivo es controlar la en–
ferntedad antes de que llegue a los seres hu–
manos, y así a veces ±enert1ps que envenenar
El. los perros; y no solamente a los perros, también envenenamos a lTIiles de animales
s,;lvajes. A veces se olvida que la hidrofo– bta fue en un principio una enEermedad ru–
ral, siondo el lobo el principal trasmisor. En
lTIuchas partes de] mundo, aún hoy en día,
el mayor símbolo del lerror es el lobo rabio–
~o ,en la calle de una aldea. Apenas en el uJtuno siglo los médicos se habituaron a pen– sal en la hidrofobia principalmente en térmi-
nos de perros, perros de ciudad o de pueblo.
y ahora hemos aprendido que, después que la rabia ha sido eliminada de una comunidad, los perros pueden ser reinfectados por ani– males salvajes corno el zorro, el chacal, el lo– bo, el coyoie, el zorrino o el murciélago. Tu– vimos un interesante ejemplo de ello en la frontera enIre México y Estados Unidos, cuan– do yo estaba trabajando allí en un proyecto de conlrol de la rabia".
En México
El proyecto fue uno de los primeros que
la Oficina Sanitaria Panamericana llevó a ca–
bo para la Organización Mundial de la Sa– lud. En Noviembre de 1949, respondiendo a un pedido de los gobi",rnos de México y de Estados Unidos, la OSP y la OSM asignaron al Dr. Málaga corno consultor en hidrofobia
en la zona fronteriza. Su tarea era coordi–
nar los esfuerzos que se estaban haciendo
por las ciudades, condados, estados y los go–
biernos nacionales para controlar la rabia,
y para ayudar en la enseñanza del personal. Alrededor de ochenta y cinco personas reci–
bieron enseñanza especializada, "la parte fá–
cil de la tarea", y Se iniciaron las campañas
caninas antirrábicas en los pueblos situados a an,bos lados de la frontera.
Málaga descubrió que México, con su gobi61uO fuer±em.ente centralizado, era un lugar mucho más cómodo para trabajar que Estados Unidos Corno muchos otros epide– miólogos, tiene la sensación de que la orga–
nización en esfados, condados y ciudades au–
±ónon,as en Estados Unidos, hace casi ilnpo– sible un programa efectivo de control de la hidrofobia La cooperación total, con Un pro– grama que incluye elementos tan controver– tidos y emocionales corno el envenamiento de perros, es difícil de obtener cuando inter– vienen iantos organislnos políticos. Hay po–
cas cosas que asusten más a un funcionario
electivo que un canófilo en tren de combate. A pesar de las dificultades, fueron vacunados casi todos los perros de los pueblos fronteri– zos, y la rabia fue recluida en los bosques y
el desierto.
Eventualmente se expandió el programa de control de la hidrofobia hasta incluir to– do México. La OMS proveyó asistencia téc– nica para el establecimiento de la produc–
ción en gran escala de la vacuna anfirráhica,
en el Instituto de Investigaciones Pecuarias de Palo Alto, en México, que se ha converii– do en una fuente productora de vacunas de
bajo cosio, necesarias para las campañas an–
tirrábicas en trece países y territorios de las
Aluéricas.
lobos y coyotes
Al estar los pueblos fronterizos vir±ual– lnenle libres de hidrofobia, las autoridades
dirigieron su atención a los campos. Se des–
cubrió que los lobos y los coyotes atrapados
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