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En la escena un peruano moreno y bajito
Luego, el l' de Enero de 1957 en San Jo– sé, los técnicos del Ministerio de Salud PÚ– blica aislaron el virus de la rabia en el cere– bro de un perro sospechoso, que les envia– ron desde Liberia. El gobierno, teniendo ahora conciencia del peligro, cablegrafió a la OMS, pidiendo la ayuda de un perito ~n
iernacional. La OSP envió a su luchador más experim<;>ntado contra la rabia, un vete– rinario peruano moreno y bajito, el Dr. Aure– lio Málaga-Alba.
Después de llegar en avión a San José, el Dr. Málaga se apresuró a ir al Ministerio de Salud Pública donde lo pusieron a la ca– beza de una comisión de epidemiólogos de los servicios de salud ¡;>ública y de velerina– ríos del Departamento de AgricuHura. Par– tieron inmediatamente hacia el terreno, lle– vando consigo equipos para diagnóstico, va– cuna para tratamiento de los seres humanos, veneno para matar perros y una autorizaci6n escrita del Ministerio para tomar cualquier medida que estimaran necesaria.
Otro perro cruza a "Lagarto", muerde a otros 9, y a cerdos, gallinas y gasios
El 23 de Enero, por la mañana tempra–
no, un perro rabioso cruzó corriendo por el
pueblo de Lagarto, unos pocos kilómetros al Oeste de la ruta internacional y ciento cin– cuenta kilómetros al Sur de la escena del pri– mer brote: Atacó a seis personas y mordió a tres de ellas, mordió a otros nueve perros, a un cerdo y a varias gallinas y desapareció en la selva.
La comisión de San José llegó al pueblo a las cinco de esa tarde y, después de consul– tar con las autoridades locales, llegó a la con– clusión de que el perro estaba rabioso, y de que ésta era la cresta de la ola del virus que bajaba desde el Norte. El Dr. Málaga, al en–
terarse de que ninguna de las personas mor– didas habia pedido asistencia médica, des– pachó policías para que las trajeran a fin
de aplicarles el tratan>iento de emergencia. Emitió una proclama ordenando que todos los perros debían quedar confinados en las casas de sus dueños. El perro que se había escapado a la mañana no pudo ser encontra_ do, pero los otros que habían estado expues_ tos a su ataque fueron sacrificados. Se des– plazaron patrullas a lo largo de los caminos al Norie y al Sur del pueblo y mataron a ti–
ros a todos los perros sueHos, en el lugar en que los encontraron, y esa noche, el Dr. Má– laga y sus colaboradores recorrieron Lagar–
±o, arrojando carne aderezada con estricnina.
a todo perro que veían sueHo por las calles.
Un gato muerde a su ama
El resentimiento fue intenso, pero cuan– do la gente del pueblo se reunió al día si– guiente para protestar, la esposa del hombre que encabezaba la oposición llegó diciendo que la noche anterior había sido mordida por su gato favorito y que el gaio había
nluer±o en convulsiones hacía pocas horas.
Los médicos hicieron el análisis del cerebro del gato, que fue positivo. A la mujer Se le administró la vacuna inmediatamenie. El tratamiento dio resuHado, y el incidente del gato hizo mucho para convencer a los del pueblo de que la maianza de los perros ha– bía esiado justificada.
Utilizando a Lagario como su base de lucha, la comisión extendió sus operaciones al Este y al Oeste, erigiendo una barrera con– tra la diseminación del virus hacia el Sur. Durante los siguientes cinco días vacunaron a más de ocho mil perros en una cadena de pueblos, eliminaron las manadas de perros sueltos por medio del veneno e inocularon a cada uno que hubiera sido mordido por un perro sospechoso de hidrofobia. Una vez erigida la barrera contra el avance de la en– fermedad, deshicieron lo andado a través de los pueblos, rumbo al Norie, iratando a todos los que habían estado expuestos a contagio.
y la ola reirocedió.
No fueron denunciados nuevos brotes ha– cia el Sur. El Minisierio de Salud Pública, con una partida de emergencia del gobierno, de 140.000 dólares instituyó un enérgico pro– grama de vacunación y control por iodo el resto del país.
II
HIDROfOBIA
"La gente pregunta a menudo por qué
es neoesario matar a los perros", dijo el Dr.
Málaga un día, mientras charlábamos en la oficina central de zona de la OSP. "No sa– ben lo que significa estar hidrófobo". Se ha– bía inclinado lensamente hacia adelante mi– rándome a iravés de sus anieojos, cuyos cris– tales, por lo gruesos, parecían fondo de bo– tellas de leche.
"Imagínese a una persona enfenna, ner–
viosa, sensible a iodo sonido y visión, ima-
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