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~on la adquisición de Puerto Rico y Las

Filipinas, y luego, con la de Hawai y Guam,

los Bufados Unidos se habían converlido en

potencia mundial y colonial. Con mayor

ahínco pusieron sus pensBLuientos en las vías interoceánicas, especialznenle en Panamá, en donde Francía no acedaba a conshuir un ca..

naL En 1902 el Congreso Americano votó una ley para la conshucción del Canal de Panamá. Jnmediatmnente el Presidente, Teo– doro RooseveU, propuso la compra de la faja de Herra, por diez millones de dólares y un pago anual por el uso Colombia rechazó la ofería. Roosevel± no hizo contrapropues–

fa, cOInenzó a actuar Hacía tiempo grupos de panarneíios intentaban Ja separación de

Colon,bia, pero sin lograrlo. Esta vez se re–

belaron con éxHo, iomaron la ciudad de Pa–

nalnú, y las Íl'opas coJon,Lianas no pudie– ron hacer nacia en contra de ellos, porque ahí estaban Jos acorazados de los Eslados

Un;dos. Así nacía una nueva lepública his– panoaIC\cricana, la que aceptó de

inn1ediafo

la ofert.) de nooseveli Fue un gran escán– dalo inJernacional. Roosevel± no hizo caso de ello. "1 took Panamá", declaró, tranquilo

y audaztnenle, a los diarios de su país y deJ

mundo.

La Al"nérica Española se esh-emeció tIe nuevo. La ola norfean1Gricana avanzaba pe–

ligrosalnenle hacia el Sur ¿Has±a dónde pa–

raría? Esto se preguntaban los gobiernos y

J OH pueblos. Eslo pregunlaba con angustia

Rubén Daría, él, que cantara recienjemenle

un fuluro opilnljsh::l para los vástagos de Es~

paña, "altos, robustos y fueries", viéndolos

caer de lan triste n,odo, en Inedio de lraicio–

nes y frustraciones, y no con el gesto heroico

y quijotesco de España:

¿Sel alnos entregados a los bárbaros fieros?'

dTinl.ios millones de hornb!es hablaremos inglés?

¿Ya 110 hay nobles hidalgos ni b1avos caballeros? ¿,Callaremos a1\01a para llorar después?

Pronto, llegado desde Europa, recorrería todos los diarios y todas las revistas, desde México hasta Buenos Aires, el poema "A Hoo–

sevel1". En él, aquel mismo poeia que en

España saludara al rey Osear en nombre de los espa-cioles, apostrofa al Presidente, roba– dor de Panamá, en nombre de los hispano–

americanos. Darío es ya la voz del conHnen–

te y de toda la Hispanidad La vc>z que reú– ne a iodos los puehJos de la misma habla y del misrno destino histórico:

Es con voz de la Biblia o verso de Walt Whi1man

que habría que llega1 hasta tí, Cazador

c~ama en versos que aprenderían de memo– na variaa generaciones, y que lodavía re–

suenan con vigencia en las aulas escolares

y en milines políticos, a propósito o despro-

pósito. Porque, por este poema, Rubén Da– ría, hasta entonc9S inaccesible a las mayo– rías, llegó a las multitudes. Le siguieron en el canto poetas mayores y menores de iodo.

l\rnérica: RuHno Blanco Fombona, venezo–

lano, en Cantos de la Prisión y del Destierro,

José Sanios Chocano, peruano, con el poema

al Canal de Panamá, Luis Andrés Zúñiga, hondureño, con Aguilas Conqui$tadoras, Mar– línez Mutis, colombiano, con La Epopeya del Cóndor, Rafael López, mexicano, con La Bes– tia de Oro.

La reacción hispanoamericana fue ian

grande en todos los sectores: intelectuales, gubernativos, capitalistas, obreros, que el De–

parlamento de Estado comenzó a revisar su

política, y cuatro años más tarde se reunía

en Río de Janeiro la Tercera Conferencia Pa– 11al"nericana. Las delegaciones hispanoame–

ricanas lucían esta vez un buen nún1.ero de

poetas

TIubén Darío, e11 la de Nicaragua, Ro– mán Mayorga Rivas, en la de El Salvador; .J\lan Ramón Malina, en la de Honduras, FronJ-aura Xavier, en la del Brasil . Presi– día Root, quien causÓ honda impresión en nubén Darío. Hubo protestas de buena amis– iad, con muchos discursos y mucho cham– pán. Frontaura Xavi81', poeta bilingüe, es– clÍbió, en inglés, una Oda al Aguila. Rubén Daría escribió su "Salu±ación al Aguila", con \m epígrafe del poema de Fron±aura Xa– vier. "May this grand Union have no

end".

U,mndo de nuevo el hexámetro se dirige a los Esisdos Unidos de lTlodo fraterno, pro– clamando la unidad de América, augurando "la mágica influencia" del Nor±e sobre el

Sur. El poeta que había señalado a sus pue– blos la confianza continental, a la concordia plena,

Bien. vengas, mágica águila de alas enOrmes y fuerles,

a extender sobre el Sur tu gran sombra continental, a irael a ±us garras anilladas de rojos b1 illün±es, una pahna de glO1 ia del color de la inmensa esperan– y en iu pico la oliva da una vasia y fecunda paz (za,

AguiJa, exisie el Cóndor Es tu hennano en las

(grandes aliuras Los Andes le conocen y sabell que cual ±ú mira al sol. May th~s gland Union have no end, dice el poeta Puedan ambos juntarse en plenitud, concordia y

(esfuerzo

QUe la lafina América reciba tu mágica influencia

De nuevo los poefas hispanoamericanos

olvidan fácilmente el pasado, tan cercano,

y se árrojaban a la esperanza de una perma–

nente concordia americana, en igualdad y

en dignidad iodos los países del Continenle. Mas hubo proiestas. El violento Blanco Forn– bono. escribió a Darío: "He sufrido al reci– bir el libro del portugués sobre Usted, pues al frente de la obra leo el divino e infame poema de Usted al Aguila, que yo no cono-

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