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« Previous Page Table of Contents Next Page »de las venales cárceles del libre Septenirión, venid, venid apósiole:s de la sin par República con el hach6n del bárbaro y el rifle del ladr6n
Venid. venid en nombre de Fra.nklin y de Washington. bandidos que la horca con asco rechazó, venid a buscar títulos de Henlanes o de Césares descamisados prófugos sin leyes y sin Dios
Venid hambrienios pájaros a entreiejer con crím.enes
el nido para el águila que precediendo vais; venid, infecto vómito de la extranjera crápula. con la visión beaillica de aznericanizar.
Venid, dignos profetas, carnpeone~ benemériios
de vuestra sacratísima divina esclavitud¡ venid, héloes de indushia, presente filanirópico del Septenfrión pl aspérrimo a su pupilo el Sud
Al través de esas estrofas se adivina el eco de una amarga decepción, el despertar
sudamericano de un sueño a una realidad.
Del sueño de unos Estados Unidos "república modelo", digna de Franklin y de Washington, "árbitro de dos mundos", "oráculo infalible de América", "perfección cabal del republi– canismo", como los llama Po:mbo en el mis– mo poe:ma, y la realidad de los hechos van– dálicos con que los filibusteros asolaban Ni– caragua.
En fodo el poema esas ideas van y vie–
nen corno un leivrnoiiv, y al finalizar
f
en
unas estrofas que parecen vaticinar la terri–
ble guerra entre el Norte y el Sur, ese dilu– vio de sangre de que emergió un pais ya libertado de la ignominia de la esclavitud, vuelve a confirmar su esperanza de que los Estados Unidos tornell "a su pureza pristina", el¡ decir, a las doctrinas de Franklin y de Washington, tan admiradas por los sudame–
ricanos:
Seguid, y a sangre y fuego talad cincC! Repúblicas, Dad al infierno escándalo, a Satanás horror
Mas ,ay! pueda yo un dia contemplar dos cadáveres: Cartago y sus piratas, yosofros y la U~ión
Para lavar el mundo, cloaca hirviente y fétida,
volcó el Diluvio encima la cólera de Dios:
que 05 lave uno de sangre y en su pureza prístina
surja flotando el Arca que Washington fonnó.
Seis años después de haber sido derro– tados los esclavistas en Nicaragua, estalla la Guerra Civil en los Estados Unidos, entre los del Norte y los del Sur. Terrible guerra, de verdadero holocausto. En cuatro años, 1861– 1865, tienen 360.000 muertos, casi el total de los habidos en la Segunda Guerra Mundial.
Las pérdidas económicas fueron tales que más tarde pudo escribirse una célebre novela, sobre las destrucciones de esos años, con el título: "Lo que el viento se llevó". , Pero, aunque agotadora y sangrienta, no logró destruir a Nortea:mérica. Más bien despertó un nuevo sentimiento de vitalidad,
afirmándola en su grandeza para empreSas más grandes y mejores. Empresas internas. La gran nación parece cOj1centrarse sobre sí :mis:ma, olvidándose del mundo exterior.
*
Hasta en 1881, el Secretario de Estado Blaine, declara oficialmente: "No hemos lle: vado nuestras relaciones con la A:mérica Es– pañola tan cuerda:mente y tan firme:mente co:mo pudimos hacerlo. Durante más de una generación nada he:mos hecho por atraernos las simpatías de esos paises. Deberiamos hacer todos los esfuerzos posibles para ga– narnos su amistad Ningún campo nos ofre– ce una cosecha tan abundante, ninguno ha sido tan poco culfivado. Nuestra política ex– tranjera deberia ser una politica a:mericana en el sentido :más a:mplio; una política de paz, de amistad y de desenvolvimiento co– :mercial". La iniciativa de Blaine hubo de permanecer siete años en proyecto y no fue sino hasta 1888 que tuvo lugar la Pri:mera Conferencia Panamericana, en Washington, presidida por el mis:mo proyectista Blaine. Los discursos y las' resoluciones giraron pre– ferentemente alrededor del co:mercio inter– americano. Ya por ese tiempo la isla de Cu–
ba se conmovía con intentos revolucionarios
para conquistar su independencia. En 1896 el :movimiento arml"do, auxiliado por hacen– dados norteamericanos, tomó grandes pro– porciones y un ejército español de 20.000 hombres desembarcó en Cuba, iniciándose una sangrienta guerra. El Presidente Mac– kinley intervino, tratando de poner fin a la contienda, perO el gobier¡;¡.o español rechazó la ingerencia norteamericana en altiva nota diplomática. Esto avivó en el pueblo de los Estados Unidos el espíritu anH-español, los diarios incitaron a la guerra, y ésta no tardó en estallar. '
En tres meses, en anticipado blitzkrieg, la flota y el ejército españoles eran vencidos, no sólo en Cuba, sino en la lejana Filipinas. Rápida:mente era firmado un :tratado de paz por el que los Estados Unidos quedaban due– ños de sus primeras colonias: Puerto Rico y Filipinas, y nacía la república cubana, pero
como protectorado americano, gracias a la
célebre Enmienda Pla±!.
La guerra provocó gran conmoción en
Hispanoamérica. Y a pesar de que durante la inicial lucha las simpanas populares esta– ban por Cuba, al estallar la guerra con los Estados Unidos.la opinión viró a favor de Es– paña. Hubo, desde luego, excepciones, pero de México a la Argentina los diarios, y en ellos, los escritores y poetas, se pronunciaban airadamente contra la prepotencia nortea–
mericana. En Buenos Aires adq1,liri6 gran
popularidad la Oda a España de Calix±o Oyuela. La escribió al comenzar la guerr,,:, y el poeta, tan ignorante de la potencia ~
litar de los Estados Unidos co:mo los políti-
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