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exportación, y la poblac.ión campesina no constituye un
buen mercado para los plOductos industriales
Hnalmente, debida a este desequilibl io, multitu– des de hombres y mujeres del campa se mudan a las ciudades, atraídas por el fulgor de sus luces Coma el ímpetuo de la actividad industrial no es suficiente, no eneuenlJan empleos adecuados, na obstante la cual se
convierten en uno COI go obrumonte pm a los presupues–
tos gubel namentoles con exigencias de vivienda, edu– cadón, etc, a pesar de vivir en barriadas urbanas
indigentes
Vista desde este punta de vista, el problema prin– cipal del desarrollo en el mundo no es precisamente el
abismo que existe enft e las naciones
1 icas y las pobl es
es más bien el abismo que existe entre 105 sectOl es ricos
y los sectores pobres dentro de los mismos países en proceso de desan 0110 Dichas naciones están tratan– do de convencer a las partes más desan ollados del Mundo Libre de que han estada expuestas a sufrimien– tos debido a que los precios industriales tendieron a
aumentor en años recientes, mientras qlle los precios
de sus motel ias primas y de sus productos alimenticios
tendieron a disminuil Sin dudas se trata de un fenó–
meno feol y son vorias las medidas que deberíamos to–
rnar para solucionell tal problema No obstante, el aspecto critico del problema quizás no I adique en los
términos de comercio exterior
I sino más bien en los
términos de comercio entre sus propias legiones indus·
tliales y rurales Los precios que se abonan en las
zonas rurales de estos países por productos munufac
w
turadas son demasiado elevados, mientras que los pre– cios que las ciudades pagan por los productos del agio y los recur $Os totales asignados por las ciudades par a el desarrollo rural, son excesivamente bajos
Mercado Urbano y RUI'aI
En consecuencia, esta vez el enfoque central de
Il,i exposición es que mós o menos durante la próxima
década la tarea operatíva del desarrolla en muchas partes del mundo podría sel la de eliminar estas distor–
siones estl ucturales, lo de producir una expansión
091 ícola e industrial capaz de vigot izarse a sí misma y
la de crear en estos pal,es mercados verdarleramente
nacionales
En términos concletas, el problema al que me re–
fiero se refleja en una encuesta reciente llevada a cabo en uno de toles países en vías de desarl 0110 Se deter– minó que el 90 pOI ciento de los bienes durables y no
dUlables vendidos a los consumidores, se vendieron al
39 por ciento de la poblocián residente en urbes de más de 10 000 habitantes, mientras que el 61 por ciento de
la pobla<.ión, residente en zonas rurales, sólo compró el
10 pOi ciento de tales bienes
Antes de Ieferirme al remedio para esle problema, Podría añadir que con anterioridnd también hemos
constatado su presencia en otros países Por ejemplo,
todos recordamos haber visto esta clase de prablema en extensas regiones del SUI de los Estados Unidos Re·
cién a partir de la década de 1930, la legi6n de la TVA se incorporó cabalmente a Jo economía nacional de los Estados Unidos, mediante exactamente el tipo de p'o– ceso industrial y agl ícola autOl reforzante que he de describir más adelante En Canadó no ha sido sino en esta generación que Quebec ha pasado a la etapa de
arranque del crecimiento autosuficiente, lo mismo pue–
de decirse de Italía meridional y aun, quizás,
I especto de extensas zonas del Sur de Francia
Es, según dije, muy natural tener distOlsiones en el proceso nacional de desOl rollo, con una concentra–
ción iniciai en el desarlo\lo urbono y en los mercados
urbanos, y en el que las zonas rurales recién se llevan
totalmente a la model nización con el transcurso del tiempo.
Mercado Nacional
Pues bien, ¿cómo hacello? ¿Cómo se crea un mercado nacional, pOI tiendo de la clase de situación
defOl moda que podemos observOl en el mundo que nos ,adea?
Sugiero que son cuatro 105 tareas importantes que deben realizal se y es necesario llevarlas a cabo en for–
ma simultánea como pOI te integlante de una estrategia nacional consciente, compartida por las autol ida des
públicas y las del sector pr ivado Los cuatro elemen· tos son los siguientes un incremento de la produclivi–
dad agrícola, una revolución en lo comercialización de
los productos agrícolas en las ciudades, un cambio de orientación en la industria, hacia la producción de equipas agrícolCls sencillos y bienes de consumo pOI a el mercado destinado a ICls masas y una revolución en los
m~todos de comercialización para tales pl'Oductos de fabricación barata, especialmente en las zonas rurales Si estoy en 10 cierto, ello entraña dos revoluciones definidas en la comercialización y en la distribución una de ellas UI bono, y la otl a rural, además, un des· plazamiento de los Iecursos públicos y pI ivados hacia la agricultur a y un desplazamiento hacia la producción
industrial Permítaseme I eferinne uno pOI uno a es· tas revoluciones
Productividad !\gl'Ícola
En primel lugar, está la cuestión de la productivi dad agri'cola Observando la agricultura en la mayo–
ría de estas nociones en vías de desonoHo, lo primelo
que se destaca es el caráctel in egular de este desarro– llo No obstante, en la mayoría de los países existen por lo menos algunos aspectos alentadoles Cerca de las ciudades puede observarse el comienzo de moder· nas fincas de hOI talizas o aun algunas granjas de pro– ductos lácteos o modernas glanjas avícolas Por lo
menos en algunas legiones, puede observarse la pro–
ducción relativamente eficaz de cultivos destinados a la industria, tales coma el algodón, o de cultivos de exportación, tales como el té y el caucho No obstan·
te, existen extensas zonas en las que la agricultura es
principalmente de subsistencia, par lo genelal practica-
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