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« Previous Page Table of Contents Next Page »llegando Cl ser la condición normal de una buena parte del mundo en desarrollo
Frente a ese hecho yo sugeriría que el pi oblema que confrontamos y hemos de confrontar en las na– ciones en desarrollo, no es simplemente el problema de alcanzar y manteher un porcentaje suficiente de
inversión para producir un alza substancial en la rento
per cópita, sino la falta de un balance regional y sec– torial en el proceso de crecimiento
lVIodernización del Campo
No es, por supuesto, nada nuevo que el creci–
miento se centre al principio en ciertos sectores o
regiones claves En los Estados Unidos, por ejemplo, el despegue comenzó en NuevCl Inglaterra, originado por la revolución textil algodonera, la que puede fijDl se entre 1820 Y 1840 Algo así como un despegue na–
cional acur! ió mientras nos extendíamos más ollá de
las Apalaches con los ferrocarriles en la genel ación
anterior a la Guerra Civil V, por supuesto, lo nación
entero puede decirse que hayo completado el despegue
en esta generación con el empuje ocurrido en el Sur
desde a mediados de la década de los años 30 En lo que se refiere a las naciones en desarrollo, no es accidental que el desarrollo rural haya sido gene– ralmente pospuesto en la primera fase de crecimiento
Típicamente, los gobiernos modernizantes son coalicio–
nes urbanas en el Oriente Medio, en Asia, Africa y
Latino América Como citadinos reaccionando contra
las tiadicionales sociedades rurales, sus primeros pen–
samientos se dirigieron hacia los más atractivos sím–
bolos de industrialización, YCl fuesen estos mmClmentos
modernos o fundiciones de acero, Y, por supuesto, una
seriCl modernizClción de la vidCl rural depende de ICl existenciCl de unCl bClse industriClI iniciClI y de un com– petente aparato administrativo urbano
Además, como polfticos, es natural que sus men– tes se inclinaran en primer lugar a sus electores, los
que son principCllmente urbanos, y de esta leClltCld hCln dependido los subsidios a servicios de diversos clClses, mas allá de ICl cClpocidod de sus fiananZCls y de sus
presupuestos nocionales
Así, si uno intento generalizar la situación en la
mayoría de los países en desarrollo, uno puede observClJ enclClves de actividad Uf bono moderna e industrial que
coinciden con el estancamiento o un muy lento progre–
so en el campo
El desarrollo rural, sin embClrgo, ha probado ser, no simplemente un deber sociClI para con las menos avanzados porciones de (a poblClción, sino unCl condi– ción fundomentClI pmCl el mClntenimiento de unCl ClltCl proporción de desarrollo de la sociedad como un todo, incluyendo especialmente su desarrollo industrial
Papel de la Agricultura
Existen, en realidad, tres principales papeles dis– tintos que lo agricultum debe desempeñar en IClS primeras etClpas del proceso de desarrollo Obvia–
mente, el primero es suplir los alimentos necesarios
pam llenar las demandas del inevitable aumento de la población, sin que ésta se rinda al hambre o o la ne-
cesidCld de compmr Cllimentos Con merma de divisCls
extranjeras esenciales para el crecimiento industrial
Este requisito es evidente por el típicamente despro_ porcionado aumento de las poblaciones urbanCls que
exige una creciente demanda del campo, o la adquisi~
ción de alimentos en el exterior El segundo es, que
Jo expansión agrícola se requiere como capital activo para desan 0110 no agrícola, esto es, para producir ma– terias primas para la industria o para obtener divisas extranjeros Y tercero, un aumento en las rentas agrícolas puede proveer un estímulo directo a ahas
aspectos del desarrollo amplios mercCldos paro ferti–
lizantes químicos, equipo agrícola! y bienes de consu~
mo manufacturados, y puede proveer una fuente ím~
portante de crecientes ingresos ti ibutarios
El mundo a nuestro alrededor ofrece un número de ilustraciones de lo que pClsa o las sociedCldes cUClndo
estas dinámicas interacciones entre el desarrollo indus–
trial y agricola son ignomdas o inCldecuadamente res– petadas
Sobre un melodramático abismo entre ICl vida urbana y campesina, los mós emprendedores van del
campo, atraídos por las luces y los cinemas, a la ciu–
dCld, donde lo proporción de crecimiento industrial no
es suficiente poro absorbellos completamente en em– pleos legulares, imponiendo en cambio sobre las auto–
ridades públicas la pesada carga de prestaciones
sociales, de viviendas, escuelas, etc, que sus plesu– puestos inadecuados no pueden proveer, en parte porque los sistemas tributarios son inefectivos, en parte porque los ingresos tributarios no aumentan con la
misma rapidez
En términos generales, lo que deseo afirmar es, que en las condiciones actuales una buena parte del
mundo en desarrollo requiere que tomemos seriamente dos de los más antiguos proposiciones de economía po– lítica que se encuentran, por ejemplo, en liLa riqueza
de las naciones" de Adam Smith, ob", que leídCl de
nuevo, es un manual adecuado para una nación en
desarrollo, y no simplemente un panfleto sobre libertad de comercio Uno de estas proposiciones es que la
producción agrícola, en un sentido más amplio, es el
capital activo básico del desarrollo de una nación en
sus primeras etapas de crecimiento La otro propo–
sición es q\Je la industrialiZClción depende pom su gananciCl y empuje de uno progresivCl ampliación del
mercado con la especialización y eficiencia que la am~
plioción permita
Aunque varios planes para creO! mercados comu– nes internacionales entl e naciones en desarrollo son encomiables bajo diversos aspectos y merecen estímu–
lo y ClpOyO, sospecho que la tarea mós importante en la mayor parte de ICls naciones en desarrollo es aprender a amplíar el mercado doméstico
El Campo y la Ciudad
Es bueno p,eguntar, por ejemplo, si los términoS de intercambio -los precios relCltivos de bienes de
consumo rurales y urbanos- son tales como para es–
timular la clase de desarrollo agticola requerido poro dar impulso ClI proceso nacional de desarrollo integrol Puede servir de mucho estimular un decidido pro-
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