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con frecuencia de modo simultáneo, ninguno de los cuales es bueno para la vida de la nación, desde un punto de vista social y político. Esto puede producir un éxodo de la gente campesina hacia las ciudades, en un esfuerzo para participar de las ventajas de la vida moderno, o puede atrapar en el campo uno fuer– za laboral muy necesaria para el desarrollo industrial, dejando a la nación dividida en un sector vital moderno y en otro sector empobrecido, tradicional y arcaico Ni los barrios pobres urbanos ni la nación dividida po– litica y psicológicamente conducen al bienestar de uno sociedad

La modernización de la agricultura es, por su– puesto, mucho más que una cuestión de llevar al agricultor la nueva tecnología La producción agríco– la -lo mismo que la producción industrial- es un sistema que, cuando logra tener éxito, abarca la tecno– logía, el crédito, las medidas relativas a las compras y ventas en el mercado y los incentivos La agricultura

contemporánea, eficazmente ejercida, es una actividad tan l/moderno" como la misma industria Para mo–

dernizar la agricultura se requiere que los conocimien– tos prácticos de Jo organización desarrollada en los modernos sectores urbanos de la sociedad sean puestos en juego, de modo sistemático, en toda la vida del agricultor, de tal manera que proporcione al mismo un medía ambiente técnico, credíticio y de mercado dentro del cual su ímpulso n~tural a mejorar su posición pue– da hacerse efectivo. Esto requiere, también, un cuer– po de leyes y reglamentos que apoyen tanto un sistema racional de posesión de la tierra como el uso racional

de la misma, basados en unos criterios económicos en

vez de en la intervención del Estado

Después de estas consideraciones acerca de la polltica del desan 0110 nacional, existe aún una razón básica de por qué, en términos mundiales, la política y la produccián agrícola vendrán a colocarse en el centro de la cu<;>stión la producción agrícola va en aumento, en Asia y en Iberoamérica, en una proporcián inferior o la del aumento de la población Cón el transcurso del tiempo' nos podríamos ver enfrentados con unas exigencias mínimas de alimentos a las cuales no se pueda hacer frente, ni con la producción local ni con los excedentes mundiales de alimentos Ciertamente, la comunidad mundial tendrá que aplicarse con pres–

teza y vigor a invertir la tendencia o curso de la co– rriente, y a hacer desaparecer el fantasma del hambre de las masas del camino de la raza humana

Por tanto, en vista de estas razones convergentes,

no tengo ninguna duda de que la política y el concepto del desarrollo en la próxima década se concentrorán, mucho más sistemáticamente que lo han hecho en el posado, tanto sobre el problema de la productividad y de la producción agrícola, como sobre la cuestión de mayor importancia social, cual es lo de insertar el sec– tor rural de las sociedades en desarrollo dentro de la compleja vida moderna, en un modo más completo y satisfactorio.

La distribución de bienes

En relación con esto, opino también que veremos

cómo se presta nueva atención o los problemas de lo

distribución y de las operaciones en los mercados. Hace diez años se hizo una sabia observación en Un

documento publicado por la üECE en Paris "La dis– tribución es un campo de la investigación y del estudio científico relativamente abandonado en Europa. Este abandono emana en parte de un falso concepto, es de– cir, el concepto de la tradición fisiocrática, que consi– deraría el proceso de la distribucián de mercancias y

la provisión de servicios, COmo una actividad más o

menos estéril en contraste con la producción real de

las mercancías",

Es verdad que economistas y planificadores, jefes de la Administracián Pública y del sector privado, han tendido de modo sistemático a menospreciar el papel de las operaciones de los mercados y de la distribución en el desarrollo económico Todos ellos han tendido á dar por sentado, que si se construían correteros y se

disponía, de algún modo, de asistencia técnica en el

campo, automáticamente, la producción agrícola

afluiría de modo eficiente a las ciudades y los produc– tos manufacturados afluirían igualmente al campo a través de los mecanismos normales de los mercados.

Sin embargo, no tienen en cuenta, debidamente, las

antiguas, fragmentarios y profundamente arraigadas

organizaciones de los mercados, que un estadista

describió recientemente 'como la Muralla de China que aislaba entre sí a las ciudades y al campo No tengo ninguna duda de que la estrategia del desarrollo en la próxima década precisa de un esfuerzo sistemático para modernizar el intercambio urbano-rural. Los métodos anticuados qu~ rigen las operaciones de los mercados, con grandes elevaciones de precios y múl– tiples intermediarios, producen una serie completa de resultados que frustran el proceso del desarrollo con– siderado en su totalidad.

Los precios reales pagados a los agricultores sOn a menudo demasiado bajos, mientras que los precio. pagados por los productos alimenticios en los ciudades son con frecuencia demasiad6 altos Es más, tales barreras reducen el incentivo del agriq.Jltor pOi a d~.

dicarse a otros cosechas de mayor prOductividad en efeCtivo

Puesto que el desarrollo es un proceso que tien~

!ugar o través del tiempo, resulta, claro está, imposi– ble el llevar de repente las áreas rurales a una relación más estrecha y efectiva con los sectores urbanos más modernos Por otro lado, las organizaciones de los mercados han constituído, en la mayaría de las nacio– nes en desarrollo, una barrera innecesaria y arbitraria para la modernización del campo y para el desenvol– vimiento de los adecuados mercados nacionales para los productos industriales

Los salarios y la inflación

La experiencia de lo pasada década ha puesto de manifiesto la importancia de otra enseñanza, con de" ducciones semejantes poro las naciones más desarro– lladas y para las menos desarrolladas, a saber la necesidad de un profundo entendimiento dentro de la sociedad, acerca de la proporción en que pueden su– birse de modo apropiado los salarios. El trabajo se be– neficio del proceso del desarrollo de dos modos. En

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