This is a SEO version of RC_1965_02_N53. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »cuIares, que se cubren con un lienzo y sirve ara la "choza" o cabina, en la cual se de–
~osi±an las provisiones de boca. ~e emple8;n
rerrt
OS para navegar por las corrIentes mas rápidas, y así preparados, el úHimo acto del negocio de la caoba se lleva a cabo al des– cender por el ancho Paiuca hasta el mar. Durante el viaje, que generalmente emplea de seis a ocho dlas, los "pipanteros" saHan a Herra entre las soledades selvá±icas, en cualquier lado, para cuhrir sus necesidades cazando o pescando los forcejeanies cuyame– les en los remolinos del río. Algunas veces se paran a regatear Con los indios que habi– tan la región del Bajo Guayape y el Patuca. EsJos indios son grupos aislados de las tribus de los Guacos y Payas.
El señor Ocampo, que hizo muchos via– jes bajando por el Guayape hasta la desem– bocadura del Paiuca, califica a los indios aba–
jo del río Taba,co, como. -enteramente incivi
lízados y salvaJes. VarIas veces, al descen– der por el río al salir ele una curva ahrupla,
se encontró con pequeñas canoas, con indias que andaban en expedicjol1Gs de pesca que,
a la vista de la elTIbarcación que se aproxi– maba remaban a toda velocidad buscando la orilla, tornaban el pipante y desaparecían prestamente en la espesnra de los bosques.
Es±os pipan±es son poco profundos, se
construyen livianos y Henen una considera– ble longitud. Una curva muy suave en ca– da extremo les facilita el paso entre los rá– pidos y sobre la madera y trozas que bajan por el lío en ciertas eslaciones. Cuando se aproximan a esios obstáculos flotantes, los indios redoblan su esfuerzo con los remos hasta que la canoa sale con la corriente ve–
lozmen±e casi encima de las trozas, entre las
cuales las aguas silban como una caldera hir– viendo. A una señaL saltan a la popa levan– tando la proa de la ligera embarcación fne– ra del agua y aquella, con la velocidad de Un venado medroso, salva el obsiáculo lleva– da por la corriente y por sus propios impul– sos Al saltar, la lripulación reasume sus
asientos con presreza y quedan sin ITlovi–
miento como estatuas, excepto cuando cogen el remo y tocando apenas el agua, al igual que el juego nervioso de la cola de un del–
fín, guían su descenso con rapidez.
Los bajeles que llevan la caoba a lo lar– go de la costa Esle de Honduras son en su
~ayoría pequeñas gaJeras y se usan como
arrastradoras" hasta Belice, donde sus car–
~an:entos se embarcan en grandes vapores OaCla Europa y los Estados Unidos. El señor campo había enviado a aquel puedo pe– queñas cantidades de trozas. Me informó qUe en sus benques tenía arriba· de tres mil
~rozas listas, cuya preparación le había cas– ado más de $ 100.000.00. En empresas de esta clase la ley hondureña obliga a los ex-
tranjeros a asociarse con los naturales del país o con cen1:roaTIlericanos; así la casa de Londres daba su capital a la empresa y Don Apolonio se encargaba de todo el manejo interior. Aunque era del parlido conserva– dor o servil, casó con una hermana del fa–
moso Gen eral Santos Guardiola (1) Y goza· ba de la confianza y respelo de todas las clases sociales, sin consideradones par±idis– taso
Permanecimos dos días en el Code Sara haciendo pequeñas salidas a los bosques pa–
ra examinar las labores y las costumbres de
los trabajadores, y haciendo de cuando en
cuando paseos ocasi.onales aguas arriba o aguas abajo del Jalán, en pipantes. El pe– queño torrente conocido corno Río Sara, que nace cerca de la Hacienda del Ouebracho, corre al Este del Code y desagua en el Ja– lán unas pocas millas más abajo. Todos los arroyos que desembocan en el Jalán, arriba del COlta Sara, según supe, contienen oro y
S11 riqueza aumenta cuanto más se aproxhna
uno a las cabecBlas.
Los lavade¡'os de oro del río Jalán son n1.enos populares y no ±an bien conocidos co– rno los del Guayape. Es1án a alguna disí"n– cia, a n1.edio camino entre Jos dos centros de
población, y no se acude a ellos como a las quebradas y arroyos más cercanos a dichos lugares. El oro del Jalán es de inferior ca– lidad que el del Guayape, que es el más fa– moso de iodo Centro Arnérica siendo conoci– do como el "oro más apreciable". El oro del Jalán se presenla en escamas delgadas, mien– iras que el del Guayape, aunque mezclado con esia clase descriia, viene principaltnen±e
en partículas pequeñas l~edondeadas, que plomedian el tmnaño de una semilla de rá– bano o el de una cabeza de alfiler. No supe que hubiera excavaciones cerca del Corie Sa– ra. La región aurífera del Guayape puede incluirse en las lalitudes de j 4' Y 15' N., y las longiludes 85' 30, Oeste y 86' 30, Este. Abarca un terrHorlo de sesenta millas en cua– dro o sean 3.600 millas cuadradas. Los dos que corren paralelos o adyacen1es al Guaya– pe y sus 1ributarios están comprendidos en– 1re los límites antes dichos y que designo en mi mapa como la "Región Aurífera del Gua– yape" .
Entre los árboles que florecen en las márgenes del Jalán, observé uno que Hene racimos de flores color rojo pálido y un olor que se parece al de la reseda. El árbol lia– na cerca de dieciséis pies de altura, hojas grandeB, oblongas y nervios salientes. Algu– nas de estas flores se recogen antes de la fiesta de la Virgen de .Jutícalpa para colo·
(1) D Apolonio OcnnlPo Cla concuñado del General Santos Guardiola,
POI estar casados con dos helmllnas: el primelo con Dúo Mmiana Albizú.
y cl segundo con Dúa Ana Albizú. ambas hijas de D Calixto Arbizt¡, de YuscoHin
-155-
This is a SEO version of RC_1965_02_N53. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »