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ron de Olancho lo que es ahora, el secior ganadero más grande de Ceniro América.

Oiro adiós caluroso y salí definifivamen– ie de Juficalpa y de Lepaguare dos días des-uésl roda la familia nle encaminó a iravés

~e las llanuras hasia el Cerro Gordo, donde desmontamos y, a mi vez, les di un abrazo a la manera acosiumbrada en el país. El rupo, excepluando a Don Toribio, regresó

~nionces agilando sus pañuelos hasia que un monie cercano los oculló de mi visia. Mi compañero me dio un encargo pariícular ara Tegucigalpa y luego, esirechando mi

~ano por la úlfima vez, volvió su caballo hacia la hacienda y lo espoleó rUnlbo a su hogar.

Confieso que un senfinlienro de profun– da nosialgia me invadió así que desde el ce– rro coniemplé por vez poslrera el valle en– canlador exlendiéndose a lo lejos como un mar Y resplandeciendo con su belleza en la fresca mañana. Los rayos oblícuos del sol se mezclaban con el rocío de las nieblas de los llanos. Allá lejos apareció una porción del aún más bello valle de Galeras, lleno de

g'anado y verde como la esmeralda. Vi a Don Toribio siguiendo su canlino hacia la hacienda y las nlanadas de ganado y de ca– ballos corriendo mienlras los osados vaque· ros las encaminaban. Era un panoralTIa pe– culiar de Olancho. Me paré precisamenie en el propio lugar desde donde, hacía algu– nos meses después de un viaje cansado a 10nlo de nlula enire moniañas, luve de pron io el primer vislazo de esle paisaje florÍdo y de .monrañas azules y purpúreas. La nlisnla ruia tenía de nuevo que recorrer, pero la perspeciiva del viaje solilario eslaba ahora desnuda del encanlo y de la novedad y en mi fanlasía vi más allá de las playas de Cen– ira América, donde la agifación y la vida ci– vili.zada invitaban con un encanto más po– deroso que los climas suaves y el escenario fanlás.tico de los lrópicas. El anlericano, pa– ra apreciar de lleno su fierra nalal, debe pri– Inero aprender, por amargas privaciones y contraste, sus bendiciones incolTIparables.

Regresé con lales reflexiones hacia la enlpi– nada cuesla, para subir la cual Roberlo ha– bía acicateado ya las mulas; yo, mieniras, daba vuelfas en la senda y conlemplaba a Olancho por úHima vez.

~u(iimm;CJ.~l;:¡ Niñl:l Albin(;.~~'(jlm'g(j.~Unl:l noche en II:i C(jo S(j de dOI1 Gregmio MOl1c(jd{I.~Cofrm:lí(j.~·Doñ{jTonms<i.~,

le9udgal¡J{j.~Hospitaltlril:i mcepdón.~l,os Minemles de Te'"

guci9al¡:j{j.~Un viaje (; Sm,t{l l,lJd{l.~MitH)] Gmnde.~· ~Uil mo'" lino de pl(1tl:l.~EI wmino.~· Descenso (j l(j min{l de SC¡;¡ Mmo

Hn.~· Método 1}{lI'Cl mdmer Iml;¡;Cls.~Minl:! de G(jtl:!I.~F{llt(1 de conodmiento y de m(j{:¡uin(lfitl.~Antigua pi'OdudividCld.~

Rendimiento (H:tuClI.~~speClJICldones sobre el origen de ICl pl(j~

tl:!~Un tall:ldro.<~C(jmIJl:lntl.~Minei'Os Clmbulantes.~Asceilso

(11 monte de S{lnt(j LuciCl.~Vilkmueva.~~Minl:l de k; Peñ(l.~

Mitw de El Zopilote.~· 11l'imitivo pmcedimiento de ~undición.

El ceHO de (;obre del Chill1bo.~~1 ([;apitcín Moore.~Leyemlw;

sob¡'e minl:!s.·~Mit1Cl de ~u(jy(jbilll:ls.~Histori(j de SY des(;u o

brimieni'o.~l,l:1 familia AI'geñ(jI.~~mpres(j ingles(j.~"L(j f(ju tCJlidad del país".~Ultimos (H(js de la min{l de Guayabill(js. Salida Pl:lrg los !:stados Unidos.~·· ©tra vez Amap(jll:l.~l,l:l gueo

i'ra.~¡;:1 "~onh'l:ito de Wl:illcer" .~.. l,(j bahíg de FonseCt'l

(t l(j luz de II:i iunlll.~¡¡:n el mm sobre Uim l(jndw.~i':1 ne(':ileio.~

5m, JYl:!n del Sur.~Un Vl:!por nOl'temJ,ei'iwno.~

De nuevo el1 la Imh'i(j!

La ruta a través de las monlañas de Campanlenio ha sido descrita anles. Ha– biendo pasado la noche allí, emprendimos nueslro viaje nluy lenlprano de la nlañana

y al arardecer renovamos nueslra anlisiad

con la señora Hipólifa y su bonifa hija, en Guainlaca. Esta úlfima desapareció por unoS pocos minulos después de mi arribo para re– gresar pronto con el obsequio que le hiciera en mi viaje de ida, converfido en un vesfido