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En otras épocas mucho misterio r.odeaba

1 plátano Y muchas personas de Europa lo

~ oraban totalmente. Hasta mediados del

19~sente siglo, cuando los medios de comu–

Picaci ón pusieron hasta los países más re–

n atas al alcance de todo el mundo, H1.UY po–

rn se sabía de ésta COITIO de muchas oiras

~~±as tropicales, excepto a ±ravés de las na– rraciones de los anfiguos viajeros

En 1633 un raciHl.O de plátanos fue en– 'ado desde Bermuda al Sr. Argent, Presi–

~~nte del Colegio de Médicos d~ Lon<,!-re~

Lo colgó en su casa donde TIladuro a pnnCl-

ios de Mayo y duró hasta Junio. La pulpa P,a muy suave y delicada y su sabor pare–

~ido al del lTIeJÓn. Gerarde y ohos viejos

autores creen que el plálano es el Hl.anZano

de Adán, bajo la impresión de que era esia

la fruta prohibida del Edén Otros suponen fueron las uvas traídas de la tierra prometi–

da a Moisés. Esta úliirna idea es una es–

pléndida representación de un gigante raci–

ntO de uvas que requiere dos hOITlbres para

ser llevado colgante en una vara DaITlpier,

el viejo explorador, lo llama "el rey de todas las utas. "Dice: "la fruta no es más dura que la mantequ!lla en el inviern,? y es del

rniSlno color. TIene un gusio dehcado y se

deshace en la boca como mermelada". Los plátanos y los bananos no han sido 8l11culos de exportación y se les cuJ1iva no lTIás que

para llenar las necesidades del país Desde

un cerro en las vecindades de Catacarnas

pueden verse cientos de pequeños platana–

res que requieren poco o ningún cuidado pa–

ra su mantenimjenfo.

Mi carla pennanencia en Ca±acamas no

me permitió recoger sino pocos datos de va– lor, verbales o documentales. Con la excep–

ción de los rostros broncineos de sus habitan–

fes indígenas, un poquifo rrtenos de comodi–

dad y forma de vida, no hay sino una pe– queña diferencia entre esta ciudad y Jutical–

pa. Salimos de regreso, como de cos±ulnbre,

muy temprano de la mañana y arribamos al mediodía a El Real, yendo al trote por casi lodo el camino.

A mitad de la ruta desmontan'los para

e~aminar la planta de la cual se beneficia la p1±a que sirve para H1.8nufaC±ura de hama–

cas, tan comunes en todos los hópicos. La

planta es probablemen te '01 sosquil, del cual

Se hace el sisal. Es un cactus, no diferente del maguey o agave de México que produce el pulque de aquel país. No es la misma

~lanta, sin embargo, pues no tiene las .flores el "pulque" (1) Y solo se parece en las grandes hojas que terminan en punta de lan–

~a y están llenas con un jugo que fácilmente uve. La pita crece silvestre en íodas par- ------

pU1Q.~~) '>.~qllí

PU1CCC 1mber una equivocación del autOl; no hay floles de

¿~~ del E

fes; de ella se hacen: el cordel del país, cor– delería para barcos, :mecales, hilo para zapa– leros, loda la jarcia, lazos y la universal ha~

maca Las pencas se cortan cerca de la raíz, se las colora en una piedra plana y se ma– chucan con un pedazo de madera que tiene

la forma de rodillo de panadero. Extraída

así la pulpa de las fibras, ésias se secan en

hilachas 1] amadas pita y queda ya lista para

manufacturarse El procedinlien±o de frota–

ción no se continúa después de la salida del sol debido al efecto de éste en la piel produ–

ciendo irri.tación.

Cuando entrábamos a El Real, un caza– dor con una mula cargada de pieles de ve–

nado se nos unió en 1,.1.11. encuentro del cami– no que conducía a las nlon±añas. Estas pie–

les valen de lO a 12'/2 centavos cada una y

es uno de los arlículos de exportación de esta

sección del país En lugar de enviadas por el Guayape, que es la ruta más directa hacia

el lLlar, los llevan en rnulas a Trujillo o, más

a menudo, a Julicalpa, de donde se llevan

en ITlulas a Ja cosía, anuahnen±e.

Al cruzar la pequeña plaza vi varios mu–

chachos caruando una cantidad de gavillas

de leña para encender nna hoguera. Uno

de ellos se paró a conversar con V5clor y con– testando a sus preguntas le dijo que un bol–

pochi o ±alnagás sería qU81uado duranie la.

noche. El tarnauás, pronto supe, es una de

las víhoras más venenosas del país y objeto de una venganza especial cada vez que se la captura viva. En este rito -reconocí una

continuación de las cosfuretbres jdóla±ras a±ri.–

buidas a estos indios por los historiadores es– pañoles y cuya conversión al catolicismo no ha anaigado enteramenJe.

Cerca de las ocho de la noche vi que las uentes de los aIredodores de la población se

pusieron en movitnien±o hacia el lugar y uniéndome a ellos vi una procesjón de diez

o quince n"1uchachos y una vieja cantando en una jerga aborigen, Jo que, con los vestidos fantásticos qTte llevaban puestos para la oca~

sión y el baile de la vieja legañosa, 11:1.e trajo

a la mente una hórrida escena de encanla–

lTIienio, de trágica meditación. La palabra "bolpochi", otro nombre pa,a el lamagás, se

reconocía en el canto La vibora, cuya mor– dida se cree es necesariamente mortal y más

terrible que la del coral, se encuentra en esía

sección elel pals Quien ha sido "mordido

de bolpochi" es colocado de espaldas instan–

±áneaTIlente y se le dan copiosos hagos de

aguardiente o de otro estimulante a fin de que conserve la vida hasia Janto pueda lle– gar el sacerdote, quien deja cualquier otra

ocupación, de día o de noche, para correr al lugar, pues el veneno, inexorablemente, da

escaso tienlpo a la víctinla para poder con– fesarse.

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