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son de color y de la consistencia del marfil.

Nunca supe que se las recogiera en Hondu–

ras.

A media milla fuera de la población fui parado por un muchacho que salió de U11a cabaña hecha de cañas y corrió a ioda velo– cidad detrás de mí, rogándome en el nom– bre de Dios que regresara y le curara a su madre. Yo casi había terminado con mi pe–

queña provisión de rrtedicinas, pero, sabien–

do de la pertinacia de tales súplicas, regresé

al punio y desmonié. La mujer estaba Ya en la agonia cuando eniré y, ianio, que Po cos minutos después expiró. Jamás olvidar' los frenéticos ademanes y las miradas sUPlt canies del muchachito que me había pedid' regresar; y cuando vio que hasla el americ~o

no del NOl:~e n~da podia hacer ya para sal: varla, corno gntando por el padre y se in±er nó en el platanar cercano, donde su llanto sus gemidos eran dolorosamente lastimero! Inúiil era tratar de consolarlo. '

El PlatClnar.~Plótanos y su wltivo.-Viejas ideas al respedo.

~Ruta hacia el hogar.~Pita.-Pieles de venado.-Qyema– dura del Bolpochi.-Serpientes venenosCls.~Después de las ceremonias.-Merodeador nocturno. - Corteza del Perú.~

Arroz.-EI rifle de aire.-Tabaco.-Regreso a Juticalpa.-le– yendas del oro.-Una reunión musical.-Comisiones.--Parti– da.-Otra vez Lepaguare.-Una visita

CI El Espumoso.-Aven– turas de minas.-Suscribiendo un contrato.-"Besando a la viuaC/".-Temperatura fría.-Grcmizo.-Jatijiagya.-EI oro de El Panal.-EI Retiro.-Oro en Alajagua.-Río de España.~Un

nuevo método de pesca.-De nuevo Juticalpa.-Malas noti– cios.-Documentos mohosos.-Primeros pobladores.-Una ca-

minata matil1al.-~Adiós a Olancho.

Unél de las planias más bellas de los va– lles de Olancho y de todos los de Centro Amé– rica es el plátano, que adorna cada predio. El pláiano, corno la palmera, es peculiar del país. Forma un seio cerrado y protedor al– rededor de toda hacienda. Sus anchas ho– jas ondean y saludan en la brisa a lo largo del camino real en muchos lugares del país En las tierras bajas de Nicaragua y El Salva– dor crece con una exuberancia digna de ad–

mirarse y lejos, en los picos áridos de las

sierras de HondlJraS, a miles de pies sobre el mar puede verse el pequeño platanar, api– ñado, verde y floreciente en algún vallecito,

junto a la rúsfica cabaña calTIpesina aSoITlan–

do entre sus hojas. En Amapala, las olas del Pacífico lamen las raíces de las planias car–

gadas con dorados racimos, y muy lejos, en

las corrientes aguas del solitario Patuca o Tinto, estas planias se hallan en medio de

las soledades lTIás agrestes donde las semi–

1] as, llevadas por la corriente hacia el Cari– be desde el interior de Honduras, se han de– positado en el rico aluvión, ofrendando

anualmente sus racimos a la vera de los ríos.

Un viejo botánico asegura que es origi– naria de las Indias Orientales y de airas par– ies del continente asiáiico y, probablemenie, de Africa. Originalmente fué transportada

a las Indias Occideniales desde las Islas Ca

narias a las que, se cree, fué llevada hace

lTIuchos siglos desde Guinea. Parece que emigró con la humanidad, del Asia a las nu merosas islas del Pacífico Sur en donde, co mo en Ceniro América, ha originado diver

sas variedades. No era conocida en Améri

ca antes de la llegada de los españoles.

Se le cuHiva sin esmero alguno. Logra su más grande desarrollo en los suelos ricos y húmedos. En las grandes planiaciones se le siembra en filas de ocho pies de separa ción. Se reproduce por vástagos, que ma duran y producen fruta poco después del pri

lTIer año. Pero como la raíz primaria da

nuevos vástagos cada año, se deja suficienje

espacio para su crecimienio. El iallo se pu dre gradualmente después de haber roedu rada el fruto, cuando los nuevos vástagoS empiezan a salir. Así el plálano se repro duce hasta el infinito, la flor y los racimoS a medio madurar y los maduros, iodo com binado con el rico verdor de las hojas lor man un boniio conirasie. No hay época es pecial para ellos; están en perpetua pro duc

ción y cada sernana del año sus racimoS ten

iadores se inclinan hacia abajo al alcance de quien quiera cogerlos.

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