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« Previous Page Table of Contents Next Page »lor más alto que el de los caballos debido a
su :mayor resistencia y su capacidad como
bestias de carga. El valor de una mula co– rriente es de cuarenta pesos, pero ha habido andadoras por las que no se han aceptado
doscientos ni .trescientos pesos. A algunas
de estas últimas se las almohaza según la costumbre del país y durante la época llu–
viosa se las gnarda en caballeriza.
El método para amanzar una mula y
hacerla coger el paso es alándole las dos pa–
tas derechas y las dos izquierdas con correas
de cuero, lo que obliga al animal a hacer un movimiento torpe. a limitar los pasos hasta cierta longitud y levaniar las palas dos veces más alto que lo cOl'riente Después de un mes de adiestramiento. si el proceso ha sido a una edad temprana, el animal adquiere un paso delicioso y libre, que se considera como la perfección del l"rlOvirnienIo ecuestre.
En Honduras el hacendado rico aspira a tener la reputación de ser un completo vete–
rinario, y en un lugar apartado :tiene una vieja caja con varios instrumentos rústicos
con los que le encanta operar sus animales cuando éstos le precisan.
Mientras estábamos en San Roque (11 ,
una manada de potros cimarrones, siguien–
do a sus yeguas, fiJeron reunidos en el corral principal. El objeto era coger y domar esios animales jóvenes, que indicaba el mayordo– mo mientras el grupo de caballos saltaba por las trancas bajas y corría alrededor del co– rral con miradas salvajes y malignas. Se apartaron primero los poiros que iban a ser domados y rápidamente se les aseguró con un lazo. De aquí, asustados y temblando, se condujeron al patio como cebras cerriles. Se les echó al suelo, se les vendó con las ore– jas recogidas debajo de las vendas para impedirles la vista y el oído lo más posible, y con un joven candidato a los honores de la equitación sentado en la cabeza del ani– mal para evitar su forcejeo. Habiéndole sido puesla firmemente la jáquima, el mu– chacho saltó de un solo, y el caballo con un resoplido terrible Se levantó pero, sintiendo la tensión de la reata apretada en su nariz, saltó ciego por el patio, algunas veces gol– peándose fuertemenle contra el cerco o saltando súbitamente entre el grupo de es– pectadores.
Por úlii,rno, cansado de sus esfuerzos, se paró jadeante y tembloroso, entonces el mo– zo, agarrando cuidadosamente la soga ex– tendida fue poco a poco aproximándose al animal para acostumbrarlo al toque de su mano. La operación de la ensillada comen– z6 luegol requiere mucho mayor cuidado. Arranql,les convulsivos y coces acolupañaron
(1) La haelenda de. San Roque fue Ul'eredll.da DOl" Dolta Amelia Zelnya.
do Suárc7.. y hoy, ee de Clemtntlna, ROlla, Lola. y Graolela. Suárcz.
I
el acto hasta que la silla fue colocada firr-ne. mente y uno de los muchachos se subió a eUa. Una vez allí, toda resistencia era inú. til. Poniendo sus pies descalzos firmemente en los es±ribos. el jinete se inclinó hacia ade. lante y con cuidado quitó la venda, y el ca. ballo, llevado por la desesperación, cOn miedo y rabia salió precipitadamente por la puerta "de golpe" y se lanzó en cm'rera loca. por el llano. Cada contorsión de su cuerpo salfos y embestidas solo parecían dar la ruá;
grande alegría al monito broncíneo que lo jineteaba. Su hoo-pah! (2) seguido de Un grito sereno se enlremezcló con el salvaje resoplido de la noble bestia que montaba pero ni él ni el grupo in diferente de los es: pectadores manifestaron la mayor ansiedad,
Después de media hora de corcovear. el caballo mostró síntomas de fatiga y entonce,
su jinete, teniéndolo lnás en mano, lo corrió
a galope tendido en círculos de media milla
sobre el césped, y no regresó a la casa sin~
cuando el animal, completamenle exhau,,:to y con los flancos llenos de espuma, se había rendido a la destreza del chalán. Media docena de estos ejercicios y el caballo queda amansado.
Varios días permanecimos en San Ro que, en donde luve la oportunidad de obser var muchas de las plantas y árboles raros que había examinado en otras partes Taro bién aquí se cultivaba el camote. Los palo meras, del follaje más exuberante, se erguían por sobre el llano. Se necesita un botánico profesional para que pueda clasificar la va· riedad de palmeras que hay en Centro Amé–
rica. Además de las que comúnmente se ven aquí, hay muchas otras variedades que son desconocidas más allá de la tierra aisla· da que las nutre, excepto con el nombre local que les dan los habitantes ignorante tal vez derivado de los usados por los indios aban
genes. Sus usos son numerosos. De acuer·
do con Humboldt y Van Madens, el nativo obtiene de las numerosas variedades de pal
meras: azúcar, harina, sal, aceite, vino, aro mas, fibras, cera, utensilios, alimenfos Y
morada! El árbol es el rasgo característico del paisaje tropical y en Olancho su exube
rancia excede, según supe, a la de oiras par–
tes de Centro Aluérica.
De la lisIa de los productos de esl~
plantas ya mencionadas, a menudo probé" vino que se obtiene de la especie llamada coyol y que se conoce en Honduras como vino de coyol. La palmera del corozo. que produce una nuez gustosa, que no difiere e~
sabor del pistacho. se parece a la del COyo en tamaño y en follaje pero no produce nue– ces, mientras que la savia conocida como
(2) ¡Upal o ¡Epal
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