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« Previous Page Table of Contents Next Page »mente en los Estados Unidos un valor cercano a los $2 000.000 00 de dólares. Can– tidades ilimitadas podrían culiivarse en Hon– duras con gastos ridículos. La raíz, que es larga, trepadora, de un color rojo obscuro,
y con ramas laierales, sirve a veces com.o ali–
xnento de los cerdos xnonteses. las hojas son de forxna oblonga o lanceolada.
Del llano subirrtos por las faldas engra– xnadas de la cordillera y al alcanzar la cirrta, al xnediodía, llegaInos a un iranquilo bosque de pinos que se exiiende por una gran Ine– seta por la cual corre un río de aguas Inan– sas. Aquí acaInpaInOS por espacio de una hora Inientras los Inuchachos se ocuparon en preparar café. La perspeciiva desde estos cerros de Juiicalpa era xnuy exiensa y aco– gedora. SolaInente las torres de la iglesia aiisbaban por enciIna de la arboleda. El Padre había agotado el texna del catolicisIno y, volviéndose sibaríiico, colgó su haInaca entre dos árboles y por ciertos inconfundi– bles sonidos pronto Ine dí cuenta de que es– taba dorInido.
Mientras Víctor se hallaba inclinado recogiendo agua para hacer el café, Ine re– cliné en una piedra Inusgosa que fOrIna par–
te de una pequeña represa que recibe las aguas del arroyo. Era profunda, con fondo de grava y transparente COInO un cristal. Quieta, en el lado opuesto, entre la superfi– cie y el fondo COInO si estuviera suspendida en el aire, se hallaba una herInosa trucha xnoteada. Por varios Ininutos estuve senta–
do, sin moverme. en la roca, fumando y oon–
teInplando a este iirano de los arroyos. Por fin sus aletas se Inovieron hacia adelante y atrás y con preInediiación se deslizó hacia el lado del estanque donde yo estaba, y de– sapareció en el hueco de una piedra para aparecer de nuevo ya en cOInpañía de la se– ñora Trucha y, juntos, circularon por sus pequeños doIninios. Mi sOInbra, extraña a esas horas del día, seguraInente había pro– vocado sus sospechas y se hallaban ahora conferenciando sobre su caUSa. Un peque– ño InoviIniento de Ini Inano hizo que aInbos salieron veloces a esconderse en una depre– sión de la roca, de donde no volvieron a salir
m.ás. -
Este pequeño incidente Ine hizo pensar en la soledad y condición desériica de la región. Escasaxnente había Un objeto, den– tro del extenso radio que alcanzaba nuestra vista, que indicara laboriosidad o civiliza– ción. No se escuchaba la voz del ho=bre o el ladrido distante del perro, sino que irrt– peraba un silencio total que xne hizo recor– dar las escenas de una vida febril allá a lo lejos coxno se recuerda un sueño confuso y vago. Hasta los coxnunes signos de la sole– dad: el suspiro del viento entre las frondas, el zumbido de los insectos, el chillido de las
ardillas, hacían falfa. Un erxnitaño Podría encontrar aquí un lugar ideal para v;"ir Roberto y su acompañante disiparon la ilu'
sión al quebrar ruidosamenle una rama se~
para avivar el fuego.
El Padre se despertó al seniir el fragante ola,: del café y proseguimos nuestra jornada hacm el noroeste. De Inanera conspicua cu":X;do s~rpenteábamos P?r un c~Inino, epa: reClO el arbol de hule, (Slphohnm elastica) de exiraño aspecto. Se le reconoce por s~
tronco redondo y liso, protegido por una COl'. teza de color pálido, y que a veces alcanza una altura de cincuenta pies. Las hojas se agrupan de ires en tres, de una delgada y
delicada textura y de fonna oval. general. mente de un pie de largo, siendo la hoja ceniral un poco xnás larga que las airas. El fruto es una cosa extraña, algo que se parece a un xnelocotón y es coxnido ansiosamente por varios anixnales y pájaros. No tiene Ba. bol' y Se divide en tres lóbulos, cada uno conteniendo una pequeña nuez de color neo gro.
A los árboles -que se les llaxna "cau. cho"- se les hace una incisión exactamente en la Inisxna fonna en que el caInpesino de VerInont obiiene la savia del arce. La inci.
sión exuda un líquido axnarillento que pare. ce nata (goxna elásiica) y que en Honduras se deja que caiga en huecos hechos en la arena fonnando una substancia sucia y floja xnuy diferente a la que se beneficia en Pará. Un papel burdo se obiiene de la corteza del árbol. Que yo sepa, no se ha hecho un uso práctico del hule en el país, pero algunos pequeños lotes de inferior calidad fueron despac4ados de Trujillo por el Sr. Prudot pa· ra la Casa Nickerson, de Bastan, donde aún perInanecen sin venderse. Este artículo, tratado apropiadaxnente, podría rendir utili. dades, pero hacen falta la técnica y la indus–
fria necesarias.
Debo xnencionar un curioso pájaro cuyo extraño canto oÍrrtos pasando por una espe· sura de jicarales. Un riachuelo cruzaba el
caInino y Inientras nos parábaInos a aguar nuestros caballos, nos llamó la atención la xnúsica de un alado coxnpositor que se posa– ba en una raxna baja, a la derecha del cami– no. Por su fOrIna se parece a la paloma ailvesire del este de los Estados Unidos. Sus
movimientos son vivos y graciosos nlÍentras
se yergue sobre su percha como lo hace el paloxno en el corral. Su color es café claro Y el pecho, al parecer, color de azafrán o ana– ranjado. Sólo se le encuentra en Olancho Y en la Segovia, donde se le Conoce con el
noxnbre de jipa. Las notas de este pájaro se repiten con gran disiinción a intervalos re– gulares y casi recorren la escala' de cinca a siete notas. El canto, que es adInirablemen– te níiido, lo eInite fuertexnente y al hacerlo
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