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Pescando en 1,;1 Quebracho.~· Plantns y f1ores.~Callamuela.
~EI Canelo.~Lobelia.~Sa5afr6s.~A¡;¡1 silvestre.~-Zarzc!pa~ rrilla.~Mcmera de recogerlCl.~linC:l'za.c~.Planes para lo fuhl~
ro.~Un viaje
fJ Pello Verde.~MinCls de pl!:1ta y cobre.~M6r~
mol.~~PiedrC! im6n.~-c.:inabrio.~~Preparativos de un viaje a
Ct:ltawmas.~MontClñas de JuHquile.~Soledc!d.~Truch(]s.~,~
Arbol de hule.~"c.:omerdo.~EIJipCl.~Músiw ornitológir.I:I.~
Pájaro dl'.1l'inete.~Telica.~·~La Concepción.~San Roque.~Mu~
las y caballos.~Doma de un potl'O.~Palmeras.~Vino de tO··
yol.~La hacienda de La Herrtldura.~~'.eyendas.~~Contrapem
sos y herraduras de oro.~Un curioso testc!mento.~··Los buem nos viejos tiempos de la coloiliCl".·~Olancho vieio.~Sepam
ración ele la cmnitiv(l.~EI Boquerón.
Tres días pennanecimos en la hacienda de El Ouebracho y dU1:ante ese lapso me ini– cié en los misterios de la caza y de la pesca. La laguna es abundante en pequeños y sa– brosos peces, que se parecen al albur de Nue– va Inglaterra, y en una variedad de truchas de buen ±arnaño, conocida aquí con el nom– bre de "guapotes". Se les coge fácilmente con la caña y el anzuelo cuando con ansie– dad muerden el cebo de insectos y gusanos. En cuanto a árboles, arbustos y flores, por fin renuncié a ±omar nota de su variedad En medio de tal profusión sólo con la pa– ciencia y el saber de un profesor de botánica podría distinguirlos y apreciarlos. "No sé, señor", era la respuf?sia casi invariable a mis preguntas, cuando no y con un encogimiento ele hombros el indiferente "¡Quién sabe!". En cualquier n"lOmento podría estar pisando descuidadamente alguna planta medicinal inestimable, o rozando un árbol cuyos pro– ducías preciosos recogidos o preparados con– venientemente pagarían la molestia de obte– nerlos, para no decir nada del placer de in– dagar en la naturaleza los tesoros más sel– váticos de la botánica o gemas del reino ve– getal.
Don Gabriel me describió una planta lla– mada "Callamuela", común en Olancho y que posee la singular cualidad de provocar la salivación. Obiuve detalles escritos de la ":lisma, en que Se la pinta corno un tallo fle–
x~ble y jugoso que crece a la alíura de fres pIes y sopoda una flor única, del tamaño de Un lirio común, de color amarillo pálido y que florece de marzo a mayo. El olor de esta flor, cuando se inhala, inflama la cara
y el. jugo del tallo o de las hojas de la flor
~floJa los dientes. El ganado evita esta plan– '" por instinto y se me dijo que varios expe– nme.ntos hechos en perros han producido
ere?~samente efecíos similares al de la salí-
a~on. Después supe que la callamuela no es esconocida en Nicaragua.
Roberío había notado el placer que me daba examinar plantas, flores y aves para
lUÍ exfrañas, y nunca dejaba pasar una opor– funidad para saiisfacer ese gusto. Un día lrajo y dejó en mi hamaca Ul1 atado de cor– tezas que, dijo, podían obtenerse en cual– quier cantidad en el monle. Tenían esas cortezas la forma y el sabor picante peculiar de la canela, pero eran de un color rrtás obs– curo. El la llamó canela y me prometió mostrarme el árbol de donde procedían. Luego recordé haber probado esta corteza en el ponche de aguardienie que se nos obse– quiara en Juiicalpa durante la funciól1. Aun– que se parece a la canela, no estoy seguro de clasificarla corno tal. Puede ser alguna corteza aún no clasificada.
Hay también aquí una especie de lobelia, a la qL1e se atribuyen propiedades medicina– les por el hecho de que los caballos revientan después que la ingieren, es por ello que se la conoce comúnmente con el nombre de Re– vienta Caballos. Se la encuentra en lugares recónditos y frescos donde el ganado busca refugio durante el calor del día. La planta, sin duda alguna, es un veneno sutil y por exis~
tir a lo largo de los ríos Jalán y Guayape, es que se le atribuye la muerte de tantos caballos y ganado. Se ven también en estas vecinda– des el sasafrás y el añil silvestre, corno en todo Olancho.
La zarzaparrilla (un bejuco espinoso) que crece silvestre casi en todas paríes de Honduras, constituye uno de los renglones de la industria indígena y se envía a Trujillo en cantidades considerables por los nativos que, en ciertas épocas, hacen excursiones re– gulares con ese fin. El bejuco está dotado de pequeñas espinas y se le reconoce fácil– mente. Cuando crece fuera de la vecindad de los árboles a los cuales trepa, se desarro– lla entre las rocas y los arbustos a los que se prende fuertemente. La raíz se extiende al-
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