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« Previous Page Table of Contents Next Page »abrevar, pero en todas nlÍs peregrinaciones a través de Centro América nunca tuve la fortuna de encontrarme con uno de estos se– res, aunque tenía en ello especial interés.
Dimos la vuelia en coniorno de la la– guna y llegarnos al lado occidental, sin ha–
ber visfo cosa de interés para cazar, pero
cuando nos preparábamos para regresar a
la hacienda, una bandada de galliniias de agua reapareció deirás de un grupo de ca– ñas y ambos dispararnos al centro del grupo Con nuestros mosquetes. Cuairo quedaron luchando en el agua. La que pudimos co– ger eran ejemplares de las bellas cercetas de alas azules, o patos de montaña corno se les llama en el Norte. Yo a menudo las había visto en el aire y cuando bajaba de las Mon– tañas del Salio una bandada de ellas se alzó de una pradera pantanosa al pie de las coli– nas. El macho es de brillante plumaje, tiene alas blancas y negras y de un verde cam– biante¡ son un poquito más pequeñas que el ave de los Estados Unidos, con un copete de plumas negras en la cabeza que eleva o baja a su gusto. Las pat",s son color amarillo y al volar produce un ruido singular, chirrian–
te, corno el de una máquina en miniatura a
la que le faliara aceite.
El pavo silvestre, pava, puede verse con frecuencia en Olancho en las laderas de las montañas, particularmente a orillas de los arroyos donde busca refugio durante el ca– lor del mediodía. Los deportistas que explo– ran sus huellas a través de la espesura se sorprenden con su pesado aleteo¡ y si pro– ceden cautelosamente, podrán tal vez con– templar al t;nacho, con su pescuezo estirado
y ajes curioªos, espiando sus ll1ovimienios
desde algul;la rama. Es algo más pesado que el pavo común o doméstico¡ de un color negro lustroso, con un copete colocado visto– samente sobre la cabeza. Este ornaInento fOrIna una cresta COInO la de un gallo, pero difiere respecto al material, pues está com– puesto de una docena de pluInas negras pe– nachudas, de dos pulgadas de alio y gracio– saInente salpicadas de amarillo. Se le do-
Inestica frecuenteInente y en este estado se
le conoce con el nombre de "paujil". El
guaco, la codorniz, la golondrina, el "aldea.
no" (fa:rnoso por sus colonias en nidos col~
gantes), la garzoia bla::,ca, azul y gris¡ la chorcha de pecho anmnllo, (cantor de alas negras, del taInaño de un tordo y que se oYe sólo en la Inañana y en la noche), el ibis y
dos aves del orden gallinae de Linneo, des– critas por Henderson COInO frecuentes en la colonia de Belice IPenelope Cristaia 1, todas éstas se hallan en las tierras bajas y en los lechos de los ríos olanchanos. El Inacho del
"crax", corno un contraste al orden común de
la naturaleza, es Inás pequeño y de plumaje Inenos vistoso que la hembra, se posa orgu. llosa entre los secos brezos y Inuestra un plu– Inaje color chocolate brillante con pintiias blanco y negras en su cuello y alones. La
paloma corriente, la torcaz y varias airas
aves ya mencionadas son comunes en todas
partes de la AInérica Central.
Hay taInbién un aniInal que se parece a una marmota y se llama iepezcuinte, cu– bierio con un pelo color café fino y del la–
maño de una ardilla gris. Esta pequeña cria. tura hace estragos en los campos culiivados de yuca y frijoles, donde cava corno el iopo de California haciendo galerías horizontales
que se exHenden por ITIuchas varas, haciendo
aquí y allá respiraderos por los cuales saca su CÓInico hocico y sus ojos alertas pero es– condiéndose al más pequeño ruido. El te– pezcuinte frecuenla la hacienda del Ouebra· cho, donde tiene una reputación nada envi– diable. Con él taInbién se cuenta el arma· dillo (de tres, ocho y nueve bandas), el "gi–
beonite" (cavia paca?) pequeño aniInal brin– cador que parece una Inezcla de ardilla y
de cerdo de Guinea y que, frecuentemente, se confunde con el agutí indio¡ la curiosa Inangosta, la zarigüeya. el pizote, el puerco espín, la ardilla colorada y el oso horrnigue–
rao. Estos animales son, más o Inenos, abun–
dantes en las tierras bajas de Honduras y
probablemenie se les encuentre en las cosias del Atlántico desde Panamá hasta Guaie– mala.
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