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en anexar a Cuba y las tierras del Caribe; la intermina– ble lucha de los peones de Centro América contra la servidumbre feudal La importancia que el mundo le dio a su aventura puede medirse por los enemigos que se creó Estos eran, ademós de Vanderbilt, el ala

conservadora del Congreso de los Estados Unidos, los Legitimistas Nicoragüenses, los gobiernos d~ Costa Ri–

ca, Honduras y Guatemala, Inglaterra, y menos abier– tamente, España y Francia En la inmensidad del poder de sus enemigos hallaba una íntima satisfacción Tenía todavía esperanzas de triunfo, mas una derrota por unas fuerzas hostiles de tal magnitud no sería al menos una deshonra

Casi al mismo tiempo que su desafio de Vanderbilt asombraba a los círculos bien informados de New York, una serie de discursos criticándole acerbamente fueron pronunciados en el Senado de los Estados Unidos,

mientras la enemistad británica no se restringía a meras

palabras Las oportunidades de intervención en favor

de Wolker por parte de la administración Pierce habían disminuido, calculaba Inglaterra, al punto que sus ami– gos Centroamericanos no necesitaban ser detenidos Documentos de estado que no fueron hechos públicos sino muchos años después, revelan que el Ministerio de lo Guerra de Gran Bretaña, por aquel tiempo, hizo una concesión de armas a Costa Rica para combatir "las tropas bajo Mr Walker, contra las cuales ustedes se tendrán que defender"

Estas armas inglesas incluían, además de 2,000 rifles equipados con miras y superiores a aquellos usa– dos por los hombres de Walker, un millón de rondas de municiones y otro equipo en abundancia (*) Esto lo supo Walker cuando un mensajero que llevaba corres– pondencia a San José fue interceptado y las cartas del Cónsul de Costa Rico en landres fueron encontradas conteniendo pruebas que el Ministro de Relaciones Exteriores Británica, lord Clarendon, había personal– mente autorizado el embarque de armas que había en– valentonado o Costa Rica para lanzarse a la guerra "Cuando le dije a Lord Clarendon", escribió el Cónsul, "que Costa Rica ya tenía un ejército de ochocientos

h~mbres en la frontera, se mostró muy complacido, y diJO que esa era una medida apropiada . y que es la

rozón pora darnos los mosquetes".

A una carta del gobierno de Costa Rica solicitando también el apoyo naval, la Oficina de Negocios Extran–

Jeros contestó que un crucero visitaría Costa Rico "para

proteger los intereses Británicos" Realmente, un nu– meroso escuadrón, incluyendo algunos de los mejores barcos de guerra británicos comenzaron a patrullar ambas costas de Centra América Informaba el Dai/y

News de New York, órgano favorable a Walker "El

Em~ajador Británico en nuestra Capital Federal habiendo sido interrogado en debida forma en referen– cIa a la postura agresiva de la . Flota Britónica cerca de San Juan del Norte, declinó dar explicacián alguna". Animado de esa manera, a principios de Marzo de

'856, el Presidente Mora de Costa Rica, emitió una 9

rden de movilización organizando un ejército de

d'OO~ hombr~,: "a tomar las armas para la República e NICaragua contra lo que él aseguraba era una in-

~

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(.) (Documentos de Estado Brilánle~. Vol XVJ, P'I. '184·6. UI(.S).

El General José Joaquln !\tora, jefe de las fuerzas

costall ¡censes.

vasión americana, y sin esperar por una formal decla– ratoria de guerra, una fuerza substancial, equipada con armamento británico, avanzó sobre Nicaragua Acon– 6ejando a Mora, se supo más tarde, habían agentes de España y Francia, así como de Inglaterra

A esta invasión el gobierno de Nicaragua contestó con una deélaratoria de guerra Que el mundo sepa dijo el Presidente Rivas, que este país ha sido atacad~

6in provocación Mas concreta fue una declaración personalmente emitida por Wolker la afirmación de los principios políticos que, al principio, Jerez le había urgido proclamar. Echando a un lado su imparciali– dad entre Democráticos y Legitimistas, hizo un franco llamado a los elementos revolucionarios del istmo ente– ro El habia sido invitado a Nicaragua por las Demo– cráticas, dijo, y él y sus hombres nunca habían cesado de luchar por los principios de la revolución Es verdad

que había mantenido en jaque a sus amigos Democrá– ticos, que había tratado de conciliar con (os legitimis– tas, que había tratado de establecer relaciones amistosas con los gobiernos antidemocrátícos de los países vecinos, pero todos sus requerimientos en favor

de la paz habían sido rechazados con desprecio Aho– ra el país estaba siendo atacado Que así sea. El y sus seguidores americanos se juntaban con los Demo– cráticos nicaragüenses en eterna oposición a los gobier– nos Serviles de todo Centro América, y ellos recogerían y llevarían siempre la cinta roja de la democracia La creencia de Walker en la democracia no era

defini~ivamente, inconsistente con sus ansias de poder: Para el, como para el mundo de su época, las institu– Ciones de los Estados Unidos podían equipararse con la democracia Extender esas instituciones a otros pue– blos, como lo esperaba hacer en Centro América era servir a la causa de la demacracía Sus opositores

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