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ehora en lo Falange, y Walker no perdió tiempo en ejer– citarlo.

Se suscitó uno cuestión en cuanto o lo escogencio de un funcionario del gabinete responsable de las rela– ciones con los otros repúblicas de Centro América. Poro resentimiento de Corral, Walker insistió que el cargo fuero 01 mós celebrado y ardiente revolucionario entre los generales Democróticos, al General Móximo Jerez que también era un intelectual, doctor en le– yes y

con quien Wolker hablo tenido largos converso–

cio~es en León. Tal nombramiento significaba paro Corral uno serio amenazo 01 control de la administra– ción Y de todo lo gente acomodado del istmo entera. Si les Democróticos extremistas iban o tener el control, no sólo del ejército sino también de los comunicaciones intergubernomentoles, podrian estor en capacidad de promover revoluciones en los paises vecinos 01 norte y

el sur A todo costa Jerez debio mantenerse fuera del gabinete, Y Corral dijo agitada y francamente que él no servirio en el mismo gobierno con el leonés Wolker replicó simplemente "Entonces debemos refe– rir el asunto 01 Presidente" Por entonces, todo Gra– nado estaba conciente de que el Presidente Rivas con– sideraba 01 Americano como lo única esperanzo de paz paro Nicorogu, y nunca se le oponía

Corral se despertó muy tarde ante lo fuerza de mando de Wolker Aunque no renunció del gabinete, sintió que lo causo Legitimista estaba perdido en Nica– ragua Sus presentimientos fueron reforzados por lo evidente determinación de lo soldadesco leonesa en mantener su solidaridad partidista Walker hobia emitido uno orden exigiendo a los tropos de ambos partidos remover de sus sombreros los colores de sus filiaciones políticos, la cinta roja de los Democróticos, la cinto blanco de los Legitimistas, y usar en cambio lo cinto azul de lo noción, con lo leyendo: NICARA– GUA INDEPENDIENTE Los Legitimistas obedecie– ron, pero la cinto rojo permaneció en lo mayoría de los sombreros Democróticos Corral consideró esta persis– tencia del espíritu revolucionario como de mol augurio Solamente por medio de la intervención de otros parses, pensó, es que podrran, él y sus amigos, salvarse Con tal convicción, escribió uno carta impulsiva al nuevo Director de Honduras, y lo envió por medio de un mensajero secreto Viniendo del Ministro de lo Guerra del·Gobierno de Nicaragua para el jefe de otro estado, esto carta tenía inequívocamente el sello de lo

traición. "Mi estimado amigo Es necesario que le

escribo o los amigos advirtiéndoles del peligro en que estamos paro que trabajen activamente. Si se dilatan dos meses, entonces no habrá tiempo Piense en nosotros y en sus ofrecimientos .. Nicaragua estó perdida, perdido Honduras, El Salvador y Guatemala,

SI dejan que esto tome cuerpo Que vengan pronto, si

es que quieren encontrar aliados"

Algunos historiadores han visto en esta carta una advertencia en contra de lo captura del istmo por Wolker poro los Estados Unidos, <pero hay mós razón

~oro creer que el gran temor de Carral era el triunfa e los Democróticos en todo Centro América. Desa– fortunadamente para él, el mensajero que escogió po– ro llevar esta peligrosa misiva, tenfa profundas quejas Contra los Legitimistas En vez de llevar la corta fuera

de Granada, inmediatamente la puso en mal'los de un oficial leonés y dentro de uno hora estaba siendo leído por Wolker, junto Con otros dos notos de lo mismo especie escritos por Corral Lo situación así creado, mientras en cierto modo ventajoso poro Walker, tam– bién lo enfrentaba ante un grave problema Que Corral tenía que ser descubierto y castigado ero eviden– te, por el hombre era muy querido en Granado. Preso,

sería un centro de conspiración; ejecutado, un mórtir

o cuya memoria miles se reunirian; mientras que un

castigo leve provocaría amargo resentimiento entre los tropos leonesas, quienes podion aun sospechar que Walker apoyaba o los Legitimistas contra ellos En un torvo estado de ónimo, Walker notificó al Presidente Rivos que una emergencia exigía uno inme– diato reunión del gabinete, y Corral, sin husmear el peligro, asistió. A los' ministros reunidos Rivos dijo' "El General Wolker tiene algo grave que comunicar– nos" Wolker poniendo los cortos fatales frente o Corral, le preguntó "¿Usted los escribió, General?" Corral se puso pólido, pero manteniendo su dig– nidad, admitió ser el autor de los cortos, las que fueron entonces leídas en voz alto al gabinete "Señor Pre– sidente", dijo Wolker o Rivos, "yo acuso al General Corral de traición y pido ordene su arresto" Rivos asintió tristemente Un oficial leonés que esperaba fuero de la puerta fue llamado. Corral entregó sus armas y fue hecho prisionero.

v

El crimen de Corral, cometido como funcionario civil, exigía procedimientos Civiles El nuevo gobierno, sin embargo, no había establecido un juzgado civil, y ero evidente, odemós, que ningún nicaragüense podio esperarse fuese imparcial en este asunto. El gabine– te, por lo tonto, decidió por uno corte marcial compues– to en su totalidad de oficiales americanos. No se perdió tiempo, el proceso fue llevado con ¡usticio, el

veredicto fue condenatorio; la sentencia, "muerte por

fusilamiento". Mas lo corte fue unónime en pedir o Walker que mostrara clemencia con el reo

El peso ahora caía exclusivamente sobre sus hombros. No importo cuól su decisión, sólo podría dañarle. Eso ero evidente Al fin cayó en los prin– cipios de John Knox y sus antepasados escoceses, en lo creencia del voJor del ejemplo admonitorio ¿Cómo podría el trotado de paz que él y Corral habían solem– nemente jurado mantener "continuar teniendo la fuerzo de ley, si su primero violación -yeso por el hombre mismo que lo había firmado- se permitía que posara sin castigo? . Piedad para Corral hubiera sido uno invitación poro que todos los Legitimistas se

empeñaron en similares conspiraciones",

Se dio lo noticio Corral iba o ser fusilado In– mediatamente hubo un gran clamor en lo ciudad Sacerdotes y notables rogaron a Wolker suspendiera la sentencia "Lo noche antes del dio fatal", él mismo relató, "los hijos de Corral, acompañadas de muchos de los mujeres de lo ciudad, vinieron con sollozos y an– gustias y lógrimos" o rogar por la vida de su podre En toles momentos un hombre de sangre lotíno, un Bolívar o un Son Martín, podría haberse dejado arras-

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