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Explosión dcl vapor dc río UScott".

Con ellos no fue más allá que de un severo regaño, el ardor de su ira se desencadenó contra los Legitimistas en el incontrovertible terreno de que su ataque sobre los pasajeros del Tránsito hablo sido cruel más allá de una necesidad militar En un colérico pronunciamien– to, pidió el cá5tigo de aquellos granadinos que, por su oposición a la idea de un país unificado, habían urgido al General Corral a mantener su resistencia armada

Estos conspiradores Legitimistas eran l/moralmente res–

pongobles" por la tragedia de los pasajeros del Trán– sito, declaró Walker, y la culpo era especialmente gra– Ve en el coso de Moteo Moyorgo, anterior Ministro del gobierno Legitimista Mayorga, que poco antes habla sido arrestado por sospecha de traicián pero que había sido puesta en libertad bajo su poi obro de honor a pe– tición de Wheeler, y que efectivamente estaba viviendo en su casa, se había aprovechado de lo indulgencia de Walker para intrigar contra él y animar a Corral Walker lo hizo poner bajo custodia, sometió los hechos

a uno corte marcial que inmediatamente encontró o

Mayorga culpable de conspirocián paro fomentar la guerra civil, y lo entregó a un pelotán de fusilamiento. Cuando Mayorga fue conducido o la plaza y pú– blicamente ejecutado, los soldados leoneses se regoci– jaron, y los Legitimistas temblaron ¿Quién sería el siguiente? ¿Era este el principio del reino de terror Democrático que habían temido? En medio de lo agi– tación, Walker envió un mensaje o Corral Desde ese momento, juró, todas los familias granadinos de oficia– les del ejército Legitimista serí'an considerados como rehenes a cambio de la buena conducta de los soldados de Corral El efecto fue mágico A una voz los ofi– ciales de Corral le urgieron hacer lo paz Y él se fue inmediatamente a Granada.

IV

En las afueras de Granada, Corral fue recibido por Walker y una escolta de montados, y a paso grave se dirigieron juntos 01 centro de la ciudad Walker, más tarde, recordaba el entusiasmo de los granadinos ante el espectáculo "Mientras pasaban, las puertas y ven– tanas de las cosas estaban llenas de mujeres y de niños, vestidos con los brillantes colores del país y sonriendo a través de las lágrimas antes los prospectos de paz". En el camino, los dos hombres se expresaron mutuos

cumplimíentos, de modo que a su llegada a la Casa de Gobierno, la tensián entre ambos había dísminuido En lo conferencía que siguió, Walker se permitió apa– recer en desventaja Corral tenia poder paro hablar oficialmente en nombre del Partido Legitimista, pero el Americano no había recibido tal autoridad del régimen Democrátíco de León, y el tuvo cuidado de limitarse a tales declaraciones como las que correspondían "al Coronel Comandante de las fuerzas que ocupaban Granada Por c9nsiguiente, dejá que Corral "desarro_ llara libremente los términos que deseara, diciendo muy poco en el sentido de objecián o enmienda. . El tratado, tal como fue firmado, fue casi exclusivamente la obra de Corral". (*)

Ero un documento razonable Estableciendo un Gobierno Provisorio, nombrando como Presidente o un viejo y respetable caballero de tendencias conservado– ras, Don Patricio Rivos, haciendo a Corral Ministro de la Guerra, agradá o los Legitimistas, mientras que los Democráticos se habían de satisfacer con reformas constitucionales por las que estaban luchando, y a Walker se le dio el puesto de Comandante en Jefe del Ejército En el hecho de que él, que no había tenido experiencia militar alguna hacía coso de un año, asu– miera ahora el rango de General, sus críticos en los Estados Unidos más tarde veían lo prueba de su de– senfrenada vanidad, pero es difícil ver cámo de otra manera hubiera podido comandar un ejército ya repleto de generales

Unos pocos días después llegó la noticia de que León aprobaba el tratado confirmando con ello la paz Todos las campanas de Granada repicaron Los Legi– timistas, especialmente, estaban entusiasmados por lo que ellos consideraban ser un triunfo diplomático, puesto que, después de todo, ¿qué era una simple constitución comparada con el poder de administro– ción? A Corral se le oyá gritarle o Irene Ohoran, al pasar a caballo una tarde por su casa "Les hemos ga– nado con su propio gallo". Este chisme lIegá a oídos de Walker y La Niña

El júbilo de Corral fue, sin embargo, prematuro. Desde el principio, él malinterpretó el carácter de Walker. El esperaba encontrar a un matán que inten– taría dominarlo, engañarlo y aun humillarlo, con el objeto de imponerse Descubriendo en cambio o un hombrecito quieto y cortés, con un profundo respeto o la ley, se desencantá El mismo era alto y de majes– tuosa presencia, y este hecho puede haber contribuido a su idea de que Walker podría ser reducido a un papel subordinado Muy pronto su error se le hizo evidente. Walker habia basado sus cálculos en las interioridades que recientemente había descubierto en la mente del

recluta nicaragüense, y los acontecimientos demostra–

ron que estaba en lo cierto Con el anuncio de la paz, las guarniciones Legitimistas en los pueblos, que con– sistían principalmente de indios y mestizos que añora– ban por sus hogares, se esfumaron; y Walker, como Comandante en Jefe, no hizo nado para impedir sU desercián En unas pocas semanas lo autoridad de Corral sobre el ejército se había vuelto meramente nominal; el verdadero poder de coaccián descansaba

(.) (Wílliam Walker, La Guerra l!11 NicoU1KUB, P J2&).

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