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« Previous Page Table of Contents Next Page »ron que él estaba eil extrema opuesto de sus propios temperomentGls. Wolker podía haber simpatizado con
SUS tristezas, pero nunca podía gozar de sus praceres, una fuerza dominante que une a los hombres en la vida diaria Al juego de gallos, deporte favorito de Grana– da privadamente lo cansiderEba detestable. El no se
reí~, Yapenas si sonreía Que había un cierto humor irónico en Walker se muestra en muchos pasa les de
SUS escritos, pero para él las abiertas demostraciones
de contento eran un signo de debilidad El había
leído a Hobbes, quien decio que la riso, en el fondo, expreso un sentimiento de superioridad, más él escogiá disciplinar ese sentimiento dentro de sí' mismo Sus modales selios no eron la postura de un hombre con una pena romántica, ni elan el estilo seco de sus ante– pasados escoceses, expresaban la determinación asce– tico de vivir al más alto nivel de autodominio de que fuera capaz Para los nicaragüenses esto era incom– prensible Respetaban su habilidad para controlar a otros hombres, pero se sorprendían de su insistencia en controlarse a sí mismo En su mundo feudal, lleno de tangibles miserias, de inminentes dolores y muertes
súbitas, era naturalmente sensato conciliar con aque–
llos más fuertes que uno, tomar ventaja del débil, y gozar libremente de tales placeres de la carne como fuese posible, mientras uno pudiera Si la civilizacián norteamericana significaba un modo de vida menos sensual del que estaban acostumbrados, no querían nada de ella Aún el modo de vestirse de Walker les poreció extraño ¿Quien había visto a un dictador que llevara un corriente saco azul, pantalones obscuros baratos y un sombrero negro de fieltro con una cinta roja partidista y que, además, no llevara armas, ex–
cepto en el combate?
El problema principal que se le enfrentaba a Walker, dicha muy simplemente, era de que él quería regenerar a Nicaragua y que los nicaragüenses no querían ser regenerados, o, más precisamente, que las gentes acomodadas y el clero deseaban que las cosas quedaron como estaban, y el pobre analfabeta, los in– dios y mestizos, no aspiraban sino a un poco más de
alimentos y ropós. Su larga experiencia con los dioses indígenas y 'os gobernantes españoles les había quitado lo esperanzo A la mayoría del plJeblo nicaragüense le porecia que las dificultades de su vida sólo podri'On hacerse peares con lJn cambio radical. Politicamente, vivían en un mundo salvaje de pasiones sin principios, no estaban en favor de algo; estaban simplemente con– tra todo; SU actitud bien puede describirse como onti-isma. Seguírían a I.lt'l líder revolucionaría poro oyuporle o destruir o un gobierno opresor, pero tan Pronto como el nuevo gobierno estaba establecido, o Su vez se volvía su enemigo, pues repl esentabo el odia– do poder de la ley Cada intento en el pasado de trqer mejoras modernas había sido fieramente resistido linos POCO$ años antes de Jo llegado de Wolker al país,
u.n rico terrateniente nicaragüense de singular progre– SISmo y benevolenci<;J, había importado de los Estados \..In!dQs la maquinaria neceSaria para la refinación de ozucar, con el resultado de que lo maquinaria fue prontqmente desbaratada Y él fue asesinado por los
CO~pesinos, a quienes se les dijo que sus medios de vida senon destrufpos por los nuevas máquinas.
Hociendo a un lado su temperamento, Walker se mostró como un astuto pulsador del sentimiento popu– lar Hablaba poco sobre sus planes para el país. Cuando el concejo municipal de Granado formuló una petición urgiéndole asumir la Presidencia de Nicaragua, él se lo reprochó en términos calculados poro calmar los ansiedades Legitimistas Ellos no tenían derecho, les dijo, de hacer lo oferto, ni él de aceptarla, mucho mós apropiado sería lo elección de un hombre tal como el Comandante en Jefe Legitimista, General Ponciono Corral, con un gabinete escogido entre los mejore$ hombres de cado partido
Este poso fue debidamente aprobado tanto por los Americanos en Granado, como por los Legitimistas. El Ministro Wheeler fue tan bien impresionado por la producción de Walker que se ofreció ir a Rivas, -donde Corral tenía su ,cuartel generol-, para servir de intermediario entre los dos; yeso que Walker no gozaba de ningún status legal en los Estados Unidos Wheeler era un hombre afable e impresionable, antiguo soldado él mismo, que corsiderabo o Wolker como un gran hombre,. como uno rarp combinación de virtudes militares y refinamiento intelectual Poco tiempo des– pués su admiración por el héroe se expresaría en una extraordinaria colección de Wolkeriana Pera en su intento de negociar con Gorral, se excedió tonto en su autoridad como en su talento Corral, un hombre de convicciones y fuerza personales, lo consideró como el instrumento de Walkel, la insultó, y le declaró sus in– tenciones de proseguir la guerra contra los Democráti-cos (*)
Más efectiva que lo intervención de Wheeler fue lo subrepticia influencia de Irene Ohoran entre los Le–
gitimistas Cómo persuadió a Corral no está claro, pero justamente cuando la situación parecía más peli– grosa, una carta suyo llegó a Granado, ofreciendo re– cibir o Walker paro conversaciones privadas Sin duda con gran sorpresa de Irene, Walker ahora le hacía re– sistencia Si Corral deseaba una reunión, decía, ten– drá que llevarse a cabo en Granada, pues percibía que el primer paso franco hacia la conciliación de una u otro porte se consideraría como una señal de debilidad En el preciso momento que necesitaba un medio para ejercer presión sobre Corral, inesperadamente le llegó uno a sus monos por una peculiar cadena de acontecimientos Un contingente de reclutas de Cali– fornia acababa de llegar a Nicaragua, y sus jefes, ac– tuando sin el conocimiento de Walker, y aun antes de habérsele presentado, decidieron para su propio en– grandecimiento, atacar a las fuerzas Legitimistas en el Lago de Nicaragua. Requisando un vapor del Trónsito, hicieron fuego sobre uno fortaleza que domi– naba el Lago y que estaba controlada por Corral El resultado fue desastroso No sólo fueron forzados por medio de bombardeo o escurrirse o lugar seguro, sino que provocaron a los Legitimistas o represelios en los que un número de inocentes pasajeros del Tránsito, in– cluyendo mujeres y niños, fueron masacrados
La crisis era de lo más serio porque Walker nece– sitaba de los servicios de los oficiales americanos que habían ordenado el ataque, y de cuyo cooperación de– pendía el arribo de futuros refuerzos de California.
C·) (Senate Exec Doc. 68, 34th Congo ~ SerSl).
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