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En este númelo de "El NicalagüellSe" se afilma que

aunqne 'Vall{el no es el Plcsidente, "es el gobielllo de Nicalagua como Louis Napoleón es el gobierno

de Fluncia".

mentas de Walke., a través del cual informaba de sus propósitos a los granadinos y al mundo Regularmente se enviaban ejemplares a los Estados Unidos invitando a los americanos a compartir de los exóticos placeres y el futuro brillante de la bella Nicaragua, y la influencia del periódica en la pi ensa americana, que lo citaba frecuentemente, desempeñó un papel importante en la llegada de cerca de un millar de reclutas al servicio de Walke. en el año siguiente La opinión pública polltica fue similarmente formada. El Nicaragüense hizo saber ciar amente que Walker no era ni un sirnple filibustero,

ni un peligroso revolucionario, sino el IIregeneradOlIl de

tan abusada e infeliz nación. Los .esultados se veian

en muchos periódicos americanos en los que el escep–

ticismo cedia el paso a la aprobación. El influyente Alta California, que por un tiempo había hecho mofa del filibustero -"Que héroe el que se ha vuelto Wal– ker! Guillermo el Conquistador, Cortés y Pizarra no

son sino precursores de uno más grande, el predestinado conquistador de Centroamérica!"- muy pronto admi– tía en San Francisco que "Walker, en su campaña de

Nicaragua ha most.ado ciertamente un buen grado de

habilidad, perseverancia, enelgía y una vasta suma de

habilidad política" y lo felicitaba también por "El con– siderable grado de habilidad" mostlodo en su petiódico. Walker tuvo éxito especial en rodear su nomb.e con una aura de predestinación. Había una antigua leyenda entle los indios nicaragüenses en la que el pueblo, un día, seria traído a la luz por un redentor, el que seria reconocido por sus ojos grises Walker se había encontrado con esa leyenda en sus lecturas, en tales circunstancias puede que aún haya estado incli– nado a creerla El Nicaragüense no dejó lugar a du– das de que él era "El hombre de los ojos grises del

destino" "La semana pasada", informó el periódico! f1vimos en Granada una delegación de indios, que rara–

mente visitan la ciudad, que deseaban ver al General Walker Estuvieron encantados de su amable recep–

ción y le presentaron sus sinceras gracias por libertarlos

de la opresión y por el actual estado de quietud en el país Pusieron a sus pies las sencillas ofrendas de sus frutas y de sus campos y le ensalzaron como al "Hom– bre de los Ojos Grises" tan larga y ansiosamente espe– rado por sus antepasados". Los periódicos en los

Una sede biogláfica de 'Val1{el. "El Hombre del Destino" apalcció en este pelÍódico de New Ol1eans poco después de su eleccióü como Plcsidente de Nicaragua.

Estados Unidos cogieron la historia, y por un aña, era raro que un artículo sobre Nicaragua no se refiriera a los ojos grises de Walker

Aún la sofisticada mentalidad eUlopea se impre. sionó con él Los periódicos britániCOS que con iente– mente se burlaban de la política amelÍcana, y de sus principales figuras, se sintieron constreñidos a informar sobre las acciones de Walker y sus declaraciones, dán– doles la debida atención, y mencionando su nombre con mós frecuencia que el del Presidente de los Estados Unidos El Gobierno de España lo hizo el tema de re– petidas y ansiosas notas a sus representantes en Washington, Londres, París, México, y Habana. En Francia, el Emperador Napoleón 1II solicitó un memo– róndum especial sobre Walker a su Ministro de Rela– ciones Exteriores La Revue des Deux Mondes pubiicó un extenso artículo sobre el significado de sus realiza– ciones, colocóndolo entre las grandes figuras políticas de /0 época, "el rival de Washington" Otros periódi– cos circulaban el rumor de que Walker era un aristó– crata francés de nacimiento y un formidable amante de mujeres, y por un tiempo fue la comidilla de París. Europa estaba fascinada, no tanto por el dramá– tico hecho que, con un puñado de hombres, Walker había rápidamente conquistado un pai's y llegado a ser su dictador, como por los resultados prácticos de su acción Iban los Estados Unidos a entrar en una fase imperialista? Acostumbrados a los modos de sus pro– pios gobiernos, los hombres de eslado de Inglaterra, Francia, y España, encontraban casi inconcebible que él se hubiese empeñado en tal proyecto, -por no decir habe. tenido éxito en él-, sin la ayuda so/apoda der Gobierno de Washington Los ingleses, especialmente, no podían creer que estuviese solo y esperando que de

un momento a otro recibiera el reconocimiento y la

ayuda de Washington, fueron cautelosos en sus prime– ros tratos con él.

I I I

Como el hombre fuerte de una República Centro– americana, Walker sufrió la seria carga de su educación purítánica. Instintivamente los nicaragüenses sihlle-

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