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« Previous Page Table of Contents Next Page »había canvertída; para todo propósito próctico, en el hombre fuerte de la nación, pues la vida de NicOl agua se encontraba en las fértiles tierras que se extendian entre Granada y León, y dominar ambas ciudades era dominar el país.
Su primera orden, como siempre, fue una adver–
tencia a sus hambres contra el pillaje, las violaciones, y el vandalismo. El resentimiento entre los america– nos se multiplicaba entre los leoneses, la mayoria de los cuales habían visto a sus familias sufrir a manos de los Legitimistas, Y soñaban en vengarse Los severos castigos. con los que se proponía enforzar su disciplina,
provocó amotinadas murmuraciones, y por un tiempo
aun su fiel compañera de armas, el indio Valle, estaba enfurecida can él
IX
Poco después de entrar en la ciudad, Walker pre– sentó sus respetos al Ministro Americano en Nicara– gua, John H Wheeler, y en la Legación encontró a <.In numeroso grupo de granadinas y de niños que habian buscado la protección de la bandera americana Asombradas por su apariencia juvenil y sus modales caballerescos, le pedían misericordia, sóío para encon– trar, que él se consideraba a sí' mismo como su protec– tor Entre las mujeres a quien Wheeler le presentó, estaba uno que le llamó particularmente la atención Doña Irene Ohoran, una mujer soltera de sang,e espa– ñola mezclada can irlandesa -su apellido se escribía antes O'Haran- quien era uno de los bastiones de la sociedad granadina y una potencia en la política Legi– timista Unos pocos años mayor que Walker, dimi– nuta, y con un rostro que irradiaba inteligencia, ella le tocó sus fibras delicadas Cuando fe ofreció su casa, una de las mejores en Granada, para que le sirviera de cuartel general, aceptó inmediatamente Bajó su di– rección admiró las bellezas de Granada Esta era una ciudad de sólo 15,000 habitantes, mucho mós pe– queña que León, pero orgullosa A través de verdes alamedas de palmeras y naranjos, uno podía divisar la vasta sabana azul del Lago de Nicaragua, extendida unas cien millas 01 sur, y donde grandes peces de mar, el tiburón, el pez espada, el pez sierra, se encontraban en aguas dulces. Irene Ohoran señaló las islas volcá– nicas en la distancia, habitados por 'indios adoradores de ídolos, hostiles a todos los blancos Estaba la bella iglesia de Guadalupe, la gran plaza, y ef mercado -va– cío ahora, pero que mañana, cuando el pueblo com– prendiera que el Coronel Waiker no tenia intenciones de hacerles daño, las celosías de las ventas se abririan y cienes de mercaderas aparecían con sus coloridas canastas de frutas y vegetales Las tiendas eran las mejores de Nicaragua, en las que se ofrecían, tejidos de Inglaterra, joyas de España, sedas y vinos de Francia. En cuanto a la vida social de Granada, era extre– madamente activa Las anchas casas en las calles principales eran más elegantes de lo que aparentaban por fuera Construidas bajas para soportar los tem– blores, casi todas las casas tenían su patio y su jardín de alegres flores, y muchas de eilas salones tan gran– des como de baile A las granadinas les encanta– ba bailar, y conjuntos de seis, y hasta de diez, violines
y guitarras, estaban a la orden Pero el mejor entre– tenimiento de todos era en las calles. En el frescor de la noche, las domas elegantemente ataviadas, se sen– taban en sus ventanas mientras por las anchas :alles, los caballeros, montados en sus mejores cabalgaduras, con sus vestidos de colores brillantes y sombreros de
alas anchas, guitarra en mano, daban sus serenatas ü
sus favoritas, lucían su habilidad ecuestre e intercam– biaban chismes de casa en casa.
Los caballos y caballeros eran tan buenos como cualesquiera en el mundo, y habían muchas carreras ai estilo nicaragüense Al disparo de una pistola, dos
jóvenes montados comenzOl ían cogidos de las manos
y correJÍan hasta que uno de ellos fuera sacado de su cabalgadura huesos quebrados, y a veces, cuellos quebrados eran el resultado De otros deportes, tam– bién, habían muchos, especialmente pelea de gallos, el pasatiempo nacional Las corridas de toros estaban prohibidas por la ley, pero el azuzar a los toros estaba permitido, yero tan excitante, cuando valientes mucha– chos trataban de montar las enfurecidos animales. Los hombres podían jugar, también, en un casino o en los salones de billar No habían teatros, pero algunas veces, actos de variedad britániCOS -<lcróbatas, canto– res, payasos- daban sus representaciones, y uno podía
salir ocasionalmente para ver en un villorrio una función
sagrada -una especie de auto sacramental- muy divertido para los sofisticados de la ciudad En ningún otro pueblo de Centro América la gente acomodada vivía tan libre de cuidados Los sirvientes eran abun– dantes y baratos Había mucho riqueza en Granada, derivada prinCipalmente de las grandes haciendas cer– canas de cacao y de caña de azúcar; y cada año mu– chos granadinos iban a Europa a estudiar o en viajes de placer
Walker estaba bien consciente de que la vida descrita por Irene Ohoran, era solamente la de unos cuantos centenares de famiiias No necesitaba que se le informara sobre la condición de los trabajadores
pobres de la ciudad, o de los indios del campo, siervos condenados a incesantes trabajos y a prematura muer– te El había vista sus destartaladas chozas, corriente–
mente compartidas con gallinas, con pisos de tierra,
paredes húmedas y camas que consistían en el cuero seco de una vaca En esas habitaciones, el lujo prin– cipal era uno candela No sólo alumbraba, sino que también daba pequeñas bolitas de cera, la que cuando se posaban por el cuerpo, era el mós eficiente medio de quitarse las garrapatas que les taladraban la piel, y las que eran consideradas como peor plaga que los alacra– nes y culebras
Entre los granadinos, Walker se hacía más popu– lar a cada momento, tanto mós porque la propaganda Legitimista había creado una imagen suya como de un sangriento y lascivo bucanero -y lo que era peor, un Democrático- de quien no se podía esperar misericor– dia Cuando puso en libertad a un buen número de prisioneros políticos que habían estado encadenados en una mazmorra medioeval, las muchedumbres se
reunían en las calles para vitorearlo, muchedumbl es
compuestas en lo general, se observaba, de gente pobre que se había abierto paso al centro de la ciudad, curio– sa por ver al nuevo conqlJ,stador, un gringo y Democró-
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