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va aliado ¡'Cuando tomaba la guitarra en sus monos arrastraba a los mujeres con sus cantos de amor O pa– triotismo, y el control que ejercía sobre ellas, nJi era para despreciarse en un país donde sirven hasta cierto punto c<;>mo periódicos, para esparcir noticias y formar

opinión ll

VIII

Valle procedió a reclutar una fuerza indrgena de campesinos y trabajadores voluntarios -pues Walker prohibía reclutas a la fuerza-- para servir bajo el Americano, con él mismo como su capitán Cuando la noticia de esta actividad llegó a oídos de Castellán, inmediatamente envió a Valle una orden perentoria de desbandar la trapa Nadie se molestó en contestar. Por el contrario, Walker dirigió a .iJs Americanos al Realejo y los embarcó en el Vesto, donde se les reunió, pocos días más tarde, Valle y sus nicaragüenses. Tras sus talones iba otra mensaje de Castellón' Walker de– bía llevar la Falange de regreso a León

Esto era serio, pues Castellón era uno de esos ham– bres públicos esencialmente débiles que necesitaban ocasionalmente ejercer el poder desnudo, como una es– pecie de afrodisíaco politice Si se le desobedecfa, bien podría usar la única arma efectiva a su disposición' de– clarar nulo el contrato con los Americanos, destruyendo así su justificación legal para permanecer en el país, re– duciendo su status, por tanto, al de simples filibusteros. Walker decidió que la Falange debería salir del Realejo antes de que tal orden llegara El momento era apenas propicio, pues el cólera habí'O estall'Odo a bordo y est'Ob'O causando grandes b'Oj'Os entre los hombres de Valle, pero Walker, después de imponer severas regulaciones sanitari'Os a las tropas americanas, dio 1'0 orden de zar– par Ninguno de la Falange cayó víctima del cólera en este viaje, a pesar de su presenci'O en todos los con– tornos, y lo epidemia entre los nicaragüenses fue res– tringida, hechos que sugieren que el entrenamiento médico de Walker estaba probando su eficacia militar. Fue por este tiempo que sus hombres, impresionados por el interés en su bienestar, dieron por llamar o su comandante de treinta y un años, --o sus espaldas, por supuesto-- "Uncle Billy".

De nuevo el Vesta se dirigió hacia el sur, y tres después anclaba en el puerto de San Juan del Sur. Allí Walker oyó las noticias que le revelaron en toda su extensión los dificultades que yacían por delante Los Legitimistas no se habían engañado de sus prop,ósitos, y 600 de sus mejores tropas se acercaban bajo el man– do de "El Carnicera" Guardiola, quien había j4rado secretamente arrojar al mar a los fa/anginas. Era esencial ocupar una posicián estratégica favorable, -una que pudiera dóminar el Tránsito--, sin dilación alguna. Lino marcha forzada llevó a él y a sus hom– bres, que ahora comprendian 50 americanas y 120

nativos bajo Valle, o lo Bahra de lo Virgen, el pl,lerto del Tránsito en el Lago de Nicaragua Estaban desa–

yunóndose y tendiendo sus chamarras cuando ló avon– zadilla de Guardiola, que habían seguido sus huellos,

atacó al piquete de vigilancia Este piquete, compues– ta de nicaraqüenses, dio muestra del corajé y la con– fiabilidad del voluntario nativo, en cóntrapositión al

nativo reclGtado. Su fría, disciplinada y firme defen. so de sus pues,tos die> tiempo a Walker de desplegar sus fuerzas en posiciones firmes, sobre terreno elevadri con sus espaldas al Lago y en posesión de los edificio; de lti Accesoria del Tránsito

Sin pOsibilidad de retirada, y a sabiendas de que no podian esperar cuartel de parte del enemigo, los 'fa/anginas y los hombres de Valle, hicieron el mejor usa de sus balas Después de horas de tiroteo, los Legitimistas huyeron. Sesenta de estos fueron encono trados muertos en el campo, sin un'a sola baja ameri. caria y solamente dos de los aliados nicaragüenses, Walker mismo escapó milagrosamente, pues una balo desperdigada le dió en la garganta y otra le atravesó un paquete de cc¡rtcs de Costelión que llevaba en la bolsa de su chaqueta Su prontitud a exponerse al fuego enemigo y el coraje con que encabezó una carga contra él le ganó la indiscutible admiración de sus hombres. Las tropas leonesas estaban aun mós impresionados, sin embargo, por el cuidado que tOllió en preservar las vidas de los enemigos heridos, otra in. novación, pues un soldado nicaragüense herido, dejado

atrás en una retirada, no podía esperar otra cosa sino

ser tirado o macheteado por sus captores

Para Walker, la batalla de la Bahía de la Virgen, su primera victoria militar, fue el punta crucial de su campaña No podía darse cuenta cuón ampliamente y con qué entusiasmo sería descrita en los Estados Unidos, mas su efecto en NiCaragua era todo lo que su corazón deseaba El país estaba profundamente agitado por el triunfo DemocrátiCo, el que fue realzado por el hecho de que el dictador; Chamarra, atacado del cólera, habí'a muerto -un deceso que a muchos pare· ció como un presagio de la ruina Legitimista

De León, también, vino el estímulo. Walker eró considerado cama héroe, el hombre que habla derratd· do al Carnicero, Castellón había caído también vícti· ma de la epidemia del cólera y su sucesor le escribió o Walker que una compañia de voluntarios niCaragüen– ses iba en camino para servirle de refuerzo Aun mejor, en concepto de los americanos, fue la llegada de un vapor del Tránsito procedente de San Francisco, can 35 reclutas para la Falange, mientras los representan tes locales de la Compañía Accesoria del Tránsito, que habían visto a Walker can desconfianza, se volvierOÍl de pronto afables y cooperadores

Su ejército consistía ahora en cerca de 250 hom

bres -suficientes

l

creía, para uno ofensiva importanté.

La audacia del siguiente movimiento, si no hubiese ·tenido éxito, le hubiera hecho el hazmerrelr de las

estrategas militares. Era nada menos que la captur~

de la éapital Legitimista, la antigua ciudad de Granada. Usando la táctiCa de la sorpresa, embarcó su fuerza en un vapor de la Compañía del Tránsito, desembarcó de noche en un punto tercano a Granada, avanzó bajo él amparo de la oscuridad, atacó 01 amanecer, desbandó en unos pocos minutos la guarnición de la ciudad, Y 'tomó posesión de las oficinas del gobierno. Hubo pocó derramamiento dé sangre "El encuentro", dijo Wal·

ker con indiferencio, "apenas si merece recibir el nomo

bre de acción" Ningún triunfo podría haber sido m6s éfectivo. De la noc~e a lo mañana, de ser un ave';· turera militar a

la cabeza de une pequeña fuerza, se

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