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« Previous Page Table of Contents Next Page »Walker na se sorprendió indebidamente, al regre– sar a León, encontrar que ti pesar de las demostracio– nes de amistad invariable de Castellón, éste estaba dispuesto d entregar la Falange a merced de Muñoz. Ei General presentó una nueva propuesto. dejar que las fuerzas Americanas se distribuyeran en pequeñds unidades entre los regimientos del ejército nicaragüen– se Tan pronto como Walker se convenció de que Castellón estaba por apoyar a Muñoz en esta nueva propuesta, decidió llevar a sus hombres fuera de León o un sitio mós seguro Pero se necesitaban caballos y carretas, y cuando le envió una solicitud de esos ele– ",entos a Castellón, le fue ignorada . Una hora mós IOrde Muñoz hizo marchar un fuerte batallón nicara– güense a acuartelarse frente a los Americanos, Coma para provocarlas a que se atrevieran a hacer un movi– ",iento; y por un tiempo pareció que la Falange téndría que abrirse pasa fuera de León
Walker, entonces, envió un ultimótum a Castellón. "Retire sus tropas dentro de una hora o los considero– remos hostiles y actuaremos de conformidad". Lo amenoza tuvo éxito En vez de enfrentarse al pros– pecto de una batalla dentro de sus propias filas, Coste' lIón consintió en ejercer su autoridad sobre Muñoz Las trapas nicaragüenses fueron ordenadas retirarse del sitio peligroso, los cabollos y carretas fueron proveídos,
y se permitió que los Americanos abandonaran la ciu– dad.
Quedaba aun Muñoz con quien tratar. El plan en la mente de Walker era un desofí'Ó abierto contra el General -en realidad, un motín dentro del ejército revolucionario- apoyado por el populacho campesino, entre el que Muñoz, como implacable reclutadar de hombres, era extremadamente impopular. La casua– lidad, sin embargo, hizo innecesario esta acción drós– tica Una pequeña fuerza Legitimista apareció al sur de León, y Muñoz, encabezando sus tropas en una escaramuza contra ella, fue mortalmente herido. Su muerte libró a Walker de llevar a cabo su propia estra– tagema
El había e$cogido la ciudad de Chinandega, no ieios de León, como su cuartel general, mientras pre– paraba su siquiente paso, pues se sabía que los Chinan– deganos estaban insatisfechos can la política inútil de Castellón Las aentes eran suficientemente hospitala– ria" pero la moral de sus propios hombres le causaba seria inauietud Desde sus puntos de vista, la expedi– ción había lIeqado a su fin. El aprovi,ionamiento de plomo para los cartuchos era tan bajo que se vieron obligados a buscar en los alrededores objetos de pio– rno, una búsqueda inutil, que no podían aprovechar
para el saqueo o las mujeres sin incurrir en severos
costiqo,. Su ¡nteré, en los propósitos de Walker se
desvanF'cío con rapidez. Lo que ellos querían era qo..
Zar de placeres orientales como los que el país ofrecía' tendorse bajo las sombras tropicales, cortar las frutas de los órboles, retazar can las inditas que se acicalaban ante sus lujuriosas miradas. Chinandeaa era uno de' las muchos pueblos nicaraqüenses donde la escasez de hombres hacía a las mujeres excepcionalmente sensi– bles En una atmósfera tal, la insistencia de Walker en frecuentes ejercicios, largas horas de guarnición, y
altqs normas de conducta personal, provocaban amar-
goS resentimientos Dos de sus hombres desertaron
los espiritus comenzaron' a animarse, sin embar–
go, cuando una disputa entre Walker y un comerciante
inglé~ de Chinandega, Thomas Manning, resolvió el pro\:¡lema de municiones Este caballero había sido anteriormente Cónsul, y se manejaba con tanta altane– ría y, al mismo tiempo era tan hóbil comerciante que nintlún nicaragüense se atrevía a oponérsele El se ded-icó a considerar a Walker y su empresa con des– precio. Cuando se supo que él y sólo él en la región tenía suficiente plomo para proveer una fresca provi– sión de balas pora Walker, y un oficial fue a su casa a proponerle la compra del metal, Manning lo rechazó en
t~rminos fuertes Walker reconoció que su reputa– ción entre los nicaragüenses y los Americanos estriba· b!;J en el resultado del asunto, y sintió mós tensión de la que mostró en su propia relación "Un pequeño peiotól') fue enviado con órdenes de tornar el plomo, pagando un precio razonable Al instante el inglés deClaró .. que si el pelotón allanaba su casa, izaría la bander\] británica y pondría su casa ba jo la protección del gobierno britónica El oficial, no sabienda cómo actLiar¡ regresó por órdenes, y habiéndose le dicho que ningún residente extranjera, excepto el represen· tante d~ la soberanía de su país, tenía el derecho de
izar utla bandera extraña, se le ordenó que entrara en
la casa, y que en caso que los colores britónicos
estuviesen sobre ella, los rompiera y los pisoteara, re–
tornan~o osI el insulto proferido a la República de Nicareígua por su despliegue Las autoridades locales, acostLÍrt1bradas a rendirse a los deseos no sólo de los
Cónsul<!~ sino también de los comercianteS británicos, estabclh asombrados ante tales órdenes En el inalés, sin embargo, las órdenes produjeron un efecto saluda– ble, pljes inmediatamente entregó el pl(lmo para el uso de los Americanos" Mannlng llegó a tener un respeto considerable por Walker, v un poco mós tarde le felicitó cordialmente por sus éxitos.
Un resultado mós importante de este asunto fue su ~ontribución en traer a Wolker un podero,o aliado,
Jos~ María Valle, un indio puro de oran contextllra, rob\.lsta personalidad y aran influencia, quien había sido Coronel del ejército Democrático, antes de que una herida seria le forzara a retirarse El atrevimiento y el viqor de Walker le atraían, inten"amente leal a la causa democrótica y un astuto juez de la capacidnd combativa de los hombres, vio en el Americano murhas
rnáo::: pc:;oeranzoc; para su partido
DUo "'n pi vorilnnte
Castellón, y le dio su inquebrantable fid~lidad Walk· er por su parte, l1eqó a tener un afecto cordial por Valla, cuva vitalidad, su profunda intuición. y su fU
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embdbnal le hada un natural 'írl""r dA hombres "Con
una cierto ruda elocuencia ll
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Walker le describió, "es–
taba acostumbrado a mover loc:; corazones d~ fas (1pntes
con uh recuento de loe:; oerjuicios QtlA habícm c:ufrldn a
!",mos del aobierno Lenitimi<ta Y la influencia dB Valle no estaba confinada o lo, hombres. Era un artis–
ta eton la guitarra, un instrumento que, con sus tiernos
sonidc>s y 5U forma de muier, <:Qticfaría tanto o su
ardiente pulc:ador como a la~ mui p r p 5 OUP le e",...II,.t,n–
ban El próctico valor político del talento musical de Valle resalta en el comentario de Waiker sobre su nue-
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