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« Previous Page Table of Contents Next Page »Mas el problema de Walker na estaba aun resuel– to Una amenaza más seria le esperaba en el Vesta El sheriff, dural,te su ausencia, había preparada una cuenta de g~stos por su parte en el embarga y exigía trescientos dolares antes de levantarlo, suma esta que estaba fuera del alcance de Walkel, 01 punto que sig– nificaba el final de la ex~edición En ese momento, una cosa era claro pOi a el Que el Vesta tenía que
~arpar, Y pronto Muchos de sus hambres, molestos por la tardanza, se estaban hacienda ingobernables y
peligro~OS Un día más,de ociosidad podría significol violenCia, la deslntegroclon de sus fuerzas, y el fin de
sus esperanzas Las sótil as de los diados, al referir
SU situación, deberían ser también suprimidos antes de que debilitaran las oportunidades de refuerzos futuros "Yo casi es de noche", le dijo con toda calma al
sheriff, "no podré conseguir el dinero sino hasta por
la mañana ft
Contento de que Walker no protestaro su exhor– bitonte demando, el sheriff le dijo que esperaría
NSin embargo" Walker continuó diciendo, lino le
pagaré al menos de que las velas sean puestas a bordo inmediatamente Usted, legalmente, no tenía derecho a quítárnoslas Si es necesario, pedilé a la corte una
decisión"
El sheriff, incierto de su posición legal, y con la mente fijo en los trescientos dólares, no estaba dispues– to o discutir el punto La devolución de las, velas le pareció que no significaba riesgo alguno para él No sabiendo que la dell1anda del acreedor había sido reti– rada, pensó que el gUOldacosta Marcy, todavía al cos– tado, continuaría resguardando el bergantí'n '1 no le pareció posible que el Vesta zarpara sin una tripula– ción Consintió o la petición de Walker Uno de sus oficiales, dijo, posaría la noche a bordo y él mismo ven– dría por la mañana a colectar el dinero
Con los veJas otra vez a bOldo y el sheriff ausente, Wolker, cortésmente, invitó al oficial, un tal Purdy a
tomarse un trago con él Juntos se fueron a su co";'o.
r~te, .Una v~~ adentro, Wolker fijó en Pllrdy sus fijos oJos grises El Vesta va o zarpar, señor Purdy", dijo arrostrando las palabras en tono bajo, lo que en él sig– nificaba siempre alta tensión interior Mientras el ofi– cial lo miraba asombrado, Walker le señaló una mesa
"AUí", fe, dí jo, "tiene champagne y tabaco", De su
bolso soco un par de esposas que colocó junto a la bo– tella "Y aquí estón, también, estas esposos Le ruego que escoja". (*1
Purdy, quien había sido miembro de la Legislatura de California, era inclinado a filosofar, y se arrellenó e,n uno SIlla con la botella Pidiendo su venia para re– tirarse, Walker cerró tras sí con llave la puerta del ca– C
arate , y fue a bordo del Marcy o mostrar a su amandante la prueba de que el Vesta tenía permiso
~~ larpar. Hec~o, esto, y encontrando al oficial de d en humor, le p,d.o un favor ¿Podría la tripulación el Marcy amorrar y envergar las velas del Vesta una toreo difícil para los hombres de Wolker? Los ;"ari– nero h
s del Marey subieron 01 bergantín y hacia la media noc e habían terminado el trabajo.
h' Tan pronto como el ,\oIarcy se había ido Walker IZO señas a tierra Un vaporcito remolcado~ que ha- -----
(t) Har¡.¡er'a Weeldy, 18", Vol, 1, p 33' New York Herald, JUlle 2, 1856).
bía a~reglado de previa, llegó al lodo del Vesta y lo re– molco fuera del puerto Antes de retirarse el remol– cador, Purdy fue puesto a bordo, a los alborotadas gl itas de las reclutas de Walker Luego, desplegando sus velas, el Vesta se hizo a la mar
I I I
Seis semanas después --el Vesta había seguido un curso tardado, tormentoso y errático-- Walker desembarcó en el Realejo, el puedo más al Norte en
Nicaragua, cercano a la ciudad revolucionaria de león.
La apariencia salvaje y pÍl ática de los bOl budos Ame–
rienos, no impidió las animadoras demostraciones de
amistad de parte de las gentes que bordeaban las calles del, ruinoso pueblecito los homb, es vivaban, las mUjeres los saludaban y todos sonreían a Jos recién llegados que venían a ayudar a Jos Democráticos contra sus enemigas, los Legitimistas Una bienvenida for– mol de parte de, ~,m oficial del ejército Leonés fue seguí– da de lo aparlClon de un caballero de origen britónico, Charles Doubleday, que conocía muy bien Nicaragua y quien le ofreció sus servicios a Walker Una valios~
adquisición Daubleday, quien sirvió desde entonces como oficial en el ejército de Walker y esc-ribió un libro
acerca de sus experiencias, describió así la impresión
q~e el Americano le hizo "Ejercía una atracción mag–
netice rara vez experimentada", Otro testimonio
de la misma impre~ión es el de Joaquín Miller, quien en uno de sus poemas dijo que Walker tenía, "un ojo
penetrante
l
un aire principesco una presencia como de
caballero" Su allactivo pard ellos era naturalmente
muc~o más que una simple cuestión de pOI te y apa– rienCia Sus reacciones y las de muchos ot, os ante Walker, era de la especie que sólo el idealismo puede evocar en personas educados y sensitivas Conside– ,ándose como un apóstol de la democracia Americana y con inquebrantable fe en la justicia de su causa Wal– ker .Irradiaba fa luz del verdadero creyente Ya'habia en, el ese toque de fanatismo, que más tOlde se haría mas aparente, que todos los hombres respetan como
fuente de poder, y que, en personalidad tan cortés y
suave de expresión, ero de lo más efectivo
I V
Desde el principio, Walker sintió la fascinación del singular paisaje nicaraguense El habla leído de las extensas llanuras verdes, bordeadas en la lejanía por bajas Sierras de esmeralda y una faja de negros y elevados volcanes a la orilla de inmensos lagos azules y una vasta floresta lluviosa, pero todo excedía sus esperanzas Los brillantes contrastes de vivos colores boja el ardiente sol y el soñado esplendor de la suave
noche tropical general on en él uno excitación sensual que nunca perdió "'Uno sentíaN, escribió, "como si
una delgado y vaporasa exhalación de opio sedante y
estimulante a intervalos, se mezclase con I~s comunes
elementos de la atmósfera" Se enamoró del país co– mo .de uno mujer Habia para él lánguidos tonos m,us,cales aun en los nombres de las ciudades que co–
man de norte o sur, en o cerca de lo costa del Pacífico' Realejo, Chinandega, Corinto, Le6n, Managua, Masa-
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