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« Previous Page Table of Contents Next Page »esenciales el de la subordinació" intrí·nseca a la mo– ral respecto al gobierno eJe los pueblos y el acondicio– namiento de éste a las cO/ldiciones existenciales del momento histórico. No se puede gobernar con fór– mulas intemporales aunque haya que respetar las le–
yes intemporales de los seres ll
"En los dos exhemos de esa característica que Menvielle seíiala coma suma de la prudencia política,
expuse tomo conclusión, descansa la perdurable ac– tualidad del conservatismo, ni integrar en una unidad superior las esencias permanentes y eternas de! orden
moral y los elementos contingentes de la realidad vital, pues como dice el moderno filósofo español Leopoldo Eulogio Palacios, en su celeblada ob,a "La Pruden–
cia Política" "La concepción moral de la prudencia
que descansa sobre una filosofía verdadera de la vida y del hombre, salva cuanto hay que salvar de perma– nencia y universalidad en los principios de la acción
humana, haciendo compatible el ser fijo, necesol io e
inmutable de la ley moral y la índole contingente y temporal de nuest ra vida"
Así concebido el conserva1ismo, su mós impor–
tante misión histórica que le asegura su durabilidad, como se la ha asegulado en el pnsado, en el espacio
y en el tiempo, es, quizás, recoger de la corriente his–
tó, ica de cada momento los valores dignos de ['reser–
varse tomando en cuenta que como afirma Leibnilz
que un "substrato de vel dad" existe hasta en el más
errada de los ('onceptos"
Hay que tener presente que el Iibelnlismo aportó
una serie de valores que ya forman parte permanente
del acervo polítito actual depurados del desborde re– volucionOlio Muy bien lo explesa la obra del Cate– drótico de la Universidad mejicana de Nuevo León, Aguslín Baseve Fernández del Valle, recién aparecida can el título "Teoría de la Democracia" En ella expresa este concepto "EI núcleo de verdad conte– nida en el errol liberal, estriba en la defensa del de– recho del hombl e a la libertad civil, social, política y religioso Pela ese natural y sano Iiberalísmo -en el sentido primario de la palabra- no puede salirse del
orden morol"
Ese es cabalmente el sano liberalismo de que alar– deaban los hombres de los 30 años Se consideraban
a sí mismos como los mantenedores de Jos principios
de la libertad y de las garantías ciudadanas, como efec– tivamente lo fueron, por lo cual don Pedro Joaquín Cha– marra, uno de los prohombres de aquel pel iodo llegó a dedr en uno de sus MensQjes Presidenciales al Con–
91eso "Nosotros somos los verdadelos libelales", a
que hace referencia el DI AlvOlez Lejarza en su mag– nífico ensayo
Al preservar y practicar en el ejercicio del poder aquellos principios cuyo defensa constituye el más ur– gente cometido de los regímenes republicanos actua–
les frente a las amenazas de 105 sistemas totalitarios,
los patricios conservadores de los 30 años no se des viaron del conservatismo, sino que más bien fueron
fieles a su misión hisiórica 101 coma ha quedado de– finido
Es lo que Carlos Ruiz del Castillo llama lo vivo y lo muerto de la idea liberal en su notable ensayo que con ese título publicó en la Revisto de Estudios Polí– ticos de Madrid en el número de Enero-Abril de 1947 "La pi opio dinámi('a de los ideas -dice el notnble Catedrático español de Derecho Político--- en conexión
con la constancia esencial de las aspiraciones huma–
nas, hace compatibles la fugacidad de los sistemas y la pervivencia de ciertos impulsos O tendencias que los
integlon
fl
"A la luz de esta propedéutico, agrega Ruiz del Castillo, bosquejada aquí con los trazos indispensables pnr a ahondar en el tema de este estudio, se compren– derá mejor lo que en la idea liberal hayo de aportación perenne y lo que caduca como ganga del tiempo Na
vacilamos en decirlo con términos de descriminación
moral lo que es recto y lo que es desviación Lo que puede vivir porque es esencial y lo que muere o ha muerto ya par ser contingente Lo que aun puede ser una tarea y lo que debe constituir ya un remordi–
mientafl,
"En resumen, concluye Ruiz del Castillo, el Es– tado, que es vida temporal y vida histórica, cuando hoy
se llama liberal o demoliberal, no tiene sino un paren–
tezco lejano con el Estado que, en las orígenes de la
doclrino, declaró su agnostisismo leligioso en un sen~
tido virtualmente agl esivo e inequívocamente polémi– co Reconoce por lo menos en algunos casos, la raíz
intelectual de los hechos en vel de incomunicar el pen-samiento con la realidad Algo constitulivo se ha alterado en el sistema Aunque pOi ece más acerta-do afirmar que no nos encontramos ya en presencia
del I igor de un sistemo, sino ante una influencia de–
cantado en el tiempo y que enloaña lo dosificación de
un principio cuando, combin6ndose con otros, entra en
el acervo de una experiencia común y depuradora"
En suma, el llamado liberalismo de los 30 Años no es más que la asimilación de las aspir(ClCiones del pensamiento libel al que lograron imponerse y que cons–
tituyen ya un acervo depUJado, lo que es, precisamen~
te, como hemos dicho, función moderadora de la dia– léctica conservadora, tal como ha quedado definida Los gobiernos de 105 30 Años, lejos de constituir una desviación hacia el liberalismo en el sentido lato, ejer–
cie:on la función natUlal del conservatisma de asimi–
lación de la aportación del pensamiento liberal que ha
logrado supervivil, como el conservatismo inglés incor–
poró a la vida política y social de Gran B,etaña todas los
I eformas sociales propugnadas por el pensamiento socialista, dándole carácter de permanencia
y en última instancia, quizás no sea paradógico
afirmar que acabaró por tocar al consClvotismo asi–
milOl e incorporar d la vida política, económica y so·
ciol de la civilización, luego de depurarlo, toda lo que hay de justa y legítimo en ras aspiraciones del comu–
nismo
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