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« Previous Page Table of Contents Next Page »El señor Marcoleta hizo la gestión ante el Papa, cuando ya estaba don Pedro Joa– quín en el poder, o sea después del lo. de Marzo de 1875.
En Junio de este mismo año, hizo el Pre– sidente Chamarra una visita oficial a la ciu– dad de León y se le presentó el Superior de los Jesuitas el P. San Román y se quejó de las gestiones de Marcoleta ante el Papa.
El Presidente Chamorro negó al P. San Román el cargo, y, el Padre Pérez, historia– dor de la Compañía de Jesós, en Colombia y Centro América, trata de hipócrita a don Pedro Joaquín Chamarra.
El lecior fallará si el P. Pérez estuvo en lo cierlo.
Es la verdad que tanto don Vicente Oua– dra como don Pedro Joaquín Chamarra, de– fendían a los P. Jesuitas, no por amor a ellos, sino por orgullo, al no dejarse dominar por Rufino Barrios quien les exigía la expulsión de Nicaragua de la Compañía de Jesús.
Sin duda, el profesorado español en el Colegio de Granada, fue el semillero del Li– beralismo en Nicaragua.
Don Pedro Joaquín Chamarra que en do– cumentos públicos se llamó "verdadero libe–
ral", era partidario de que se remozara el
Conservatismo con las nuevas ideas y no de– be sorprender esio, porque tales fueron los pensamientos que predominaron en el mun– do en el siglo XIX.
Tan sólo dos hombres prominentes pro– testaron contra el liberalismo: don José Joa– quín Ouadra, hermano de don Vicente y don Dionisia Chamorro, he;rrnano de don Pedro Joaquín, pero sus voces, no obstante de ser caballeros de gran influencia, se perdieron en el vacío.
Ests.s nuevas ideas, que se iban aden– trandó en las mentes de los propios corifeos dél Cónservatismo, hallaron en el Colegio de Granada una gran almáciga.
Nos contaba el dador y General don Ju– lián Irías, quien llegó a Ser el jefe del Libe– ralismo en Nicaragua, que su padre era uno de los jefes del conservatismo en Esieli y que cuando él aprobó la primaria, lo mandó al Insfifufo de Granada a cursar el bachilleraio, por ser Granada la sede del conservatismo en el país.
~Y, qué me pasó, comentaba sonriendo el Dr. Irías, que en el Insfitufo de Granada me converlí al liberalismo.
-VI-
General Joaquín Zavala
Tanto el General Zavala, como su suce– sor en el poder dociar Adán Cárdenas, fueron los hombres más cuHivados infeleciualmen– fe, de los gobernanfes que rigieron el país en
los 30 Años. El primero fue Licenciado en Filosofía y el segundo Médico-Cirujano de la Universidad de Pisa, Iialia.
Zavala quiso desprenderse del conserva. iísmo con la fundación de un nuevo partido que se llamó Progresista, pero don Pedro Joaquín Chamorro se le opuso y el plan fra.
casó.
Zavala fue un verdadero liberal. Expul. só a los Padres Jesuitas, y nombró Direcior del Instituto de León a don José Leonard, po. laca, jefe de la Masonería, quien en su dis. curso de apertura del año escolar. dijo que
no creía en dog:m.as.
Protestó el Canónigo Apolonio Orozco y
por ello fue expulsado del país.
Zavala declaró que no era prohibido tra· bajar en días Domingos. ley contraria a las leyes de la Iglesia.
Fue Zavala el más empeñado en divul. gar las ideas liberales en el país.
-VII-
Dador Adán Cárdenas
Don Adán Cárdenas llegó muy joven a Italia. Estudió Medicina en la época en que los universitarios eran enemigos del Papado porque le atribuían empeño por oponerse a la Unidad de Balia y el joven Cárdenas se infeccionó de estas ideas. Fue agnóstico, enemigo del Papado, al grado de que cuan· do llegó a Roma el Ministro de Nicaragua ante la Santa Sede don Juan Irribaren y re·
quirió los servicios de intérprefe del joven Cárdenas éste le contesfó:
"Acepto con la condición de que no do· blaré mi rodilla, ante el Papa".
Aceptó esta condición el diplomático Iribarren, pero el Papa que conocía las ideas del joven intérprete y nofó su descortesía, lo trató con benignidad y bondad, al grado que el docior Cárdenas contaba a sus ínti– mos que el Papa ganó su volunfad y se arro– dilló ante él al ferminar la audiencia.
Cuando Se anunció en el Instituto de Gra– nada la orden del docior Cárdenas de que no
era obligalorio oír misa los Domingos ni ±am~
poco la salutación del Angelus, prorrumpie–
ron los alumnos fodos con grandes aplausos.
Aquellas tradiciones se conservaban desde la época colonial.
Da tristeza confesarlo: no obstante de que el Concordato daba a los Obispos el de– recho de censurar las obras de texto de los Instituios Nacionales, jamás usaron de este derecho los prelados.
Los Obispos fuvieron rozamientos con el Gobierno de los Treinta Años.
Y, cuando don Fernando Guzmán entró triunfante en León en Noviembre de 1869 pi– dió al Provisor que destituyera a los curas
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