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« Previous Page Table of Contents Next Page »dos en las rocas, nos hablan del pensamiento de nuesíros indios y nos penniten lanzar una idea a la lejanía de un pasado ren-lOto, y del cual. sin ellos, la ciencia nada podría espe– rar. Las gliptografias de Nicaragua nos ha– blan de los mitos, de los dioses, del arie, de la economía y de la vida de los primitivos habitantes de la República tal como fue en realidad. Es justo hablar de una ley que se base en el arie, en lo espiritual y en 10 eco– nómico, ley que se puede fOlmular como si–
gue: "Los grabados y las pinturas rupeslres
de nuestros indios obedecen a algún fin ar–
tístico, religioso o económico".
Estética y artísticmnente hablando cata– lóganse los grabados rupestres en las esferas del arte absrrado ya que falían en muchos de ellos toda plasticidad, espacialidad y pro– fundidad, predornLrla en su hechura lo ima–
ginativo; iodo se encuadra, no en un lTI.undo real, sino ideal; y su senfido más rnisierjoso
y recóndito hácese cOlnprensivo solo para los iniciados.
Quiso el artista burilar en la roca o crear
algo real, o por el contrario, quiso represen– tar algo simbólico, alegórico o místico'?
Probablemente anlbas cosas tuvo en mente, aunque en la mayoría de los casos buscó el significado escondido y hierático.
Sucede a veces que las figuras rupestres encuéntranse mezcladas y aparecen sin nin– guna sucesión lógica, de tal modo que el es– tudioso que las contempla queda desconcer– tado por el abigarrado y desordenado con– junto de dibujos. El indio nicaragüense así lo quiso y así lo dispuso al planear la glipio– grafia, logrando de este modo encerrar en el secreto y en el misterio lo que debía ser co– nocido de muy pocos.
En otras ocasiones, la idea central, la ra– zón de ser del peiroglifo no es muy clara y aparente; hállase escondida y perdida entre la multitud de símbolos y grabados, solo el ojo avizor del observador y del examen aten– to llegan a descubrirlo. Así por ejemplo, en el petroglifo de Cailagua, Laguna de Masa– ya, existen un centenar de (dobikps) dibu– jos; todos ellos forman el "telón de fondo" del personaje cenlral el cual representa un jefe importante o sacerdote en actitud de profunda adoración. Idéntica dificultad ocu– rrió en airas grupos de grabacios rupestres tales como los de Chichihualiepe, Borgoña, La Seca, etc.
Los ejemplos anteriores basían para ilus– trar y probar que los petroglifos de Nicara– gua se relacionan direcia o indirectamente con el culio, con la religión, lo cual no ex–
cluye claro está, oiroa lTLofivos secundarios,
tales como ceremonias de fertilidad, ceremo– nias preparatorias a la caza, de iniciación,
etc., pero como fácilmente se comprenderá, dichas ceremonias se efectuaban en función religiosa.
El arie de todos los tiempos se halla li– gado a la religión, así lo dem.uestra la his– toria y las ruinas de las culturas de la anti– güedad y de todas las épocas. El arie ru– pestre de Nicaragua sigue también esta ley universal, plenamente comprobada.
Los grabados y figuras rupesires de Ni– caragua descansan sobre la esfera religiosa, la religión es el punto de partida, la trans– fonnadora y poriadora de todas las ideas que encierra el arte rupestre; sus símbolos son y fueron objeto de creencia, y solo cuan– do Se les acepla com.o tales puédese comen– zar a comprenderlos y descifrarlos.
De esa manera, el símbolo representaba para el .indio lo inmortal, lo perdurable y lo eterno que se revelaba en lo perecedero: fi– nifo e infinito, he ahí el significado propio de las gliptografías de Nicaragua. Por me– dio del sím.bolo comprendía el origen, lo in– comprensible y le daba forma, los ariistas
nativos con sus rústicos cinceles de piedra
se empeñaron y lograron dar fonna a lo inexplicable.
Hechos ilustrativos de la historia de la religión encierran los petroglifos de Nicara– gua, por su medio puédense apreciar los cambios efeC±uados en el alma del nativo en su trayecioria religiosa: ele la magia al ani– mismo, al politeísmo y al monoteísm.o. Re– córrese en ellos la evolución lenta pero clara y segura, del pensar primitivo hacia las co– sas e ideas ultraterrenas y eternas.
Finalmente, las gliptografias nicara– güenses proporcionan datos de suma impor– tancia para la historia de los éxodos de los primeros pueblos en hollar el suelo patrio. En efecto, dichos monumentos Se agrupan con arreglo a ciertos modos o esillos. y de los grupos resultantes se distinguen cierias regiones geográficas más o menos extensas ocupadas o invadidas por razas o culturas cuyas huellas dejaron estampadas las rocas que encontraron a su paso. Nos señalan y nos hablan claramente de los diversos aspec– tos de la vida de sus autores, nos introducen en su cultura material y espiritual y nos dan de ello detalles sumamente preciosos para la arqueología y la etnología. Nos relatan la vida de los primeros pobladores de Nica– ragua en las tareas rutinarias de cada día, de sus trabajos, de sus fiestas, etc., y nos re– velan de un modo maravilloso sus pensa–
mientos, sus deseos, sus creencias y sus an–
helos. Porque el indio que poblada nues– tras selvas y montañas trataba de expresar sus pensamientos y preocupaciones al gra– bar sus esperanzas en el materal que según el debía eternizarlo, LA ROCA.
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