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ira ian"\bién en la alfareria de cierias regio– nes del país cuya religión exigía. ritos helio– látricos y atmosféricos, en especlE\l d"ranie los solsticios y equinoccios.

El nUto del número cuaIro en los petro– glifos de Nicaragua Se originó corno conse– cuencia de la importancla que dicho número tenía para los pueblos de origen maya y qui– ché, cuya cultura se extendió hacia el Norie y Sur de su lugar de origen, esto es, la sec– ción del Pacífico de Guatemala.

En efecto, la creencia y veneración elel número cuatro en Centro América y Nicara– gua pertenece a uno ele los símbolos más

priInilivos y arcaicos de las r~gione~ an:eri–

canas: el de las cuairo esquInas cosmlcas,

con su punto central, el eje del mundo, el centro del mundo, vinculados con los n"\ovi– mientas solares. El Popol-Vuh es muy explí– cito en muchas de sus páginas a este res– pecto.

Incluso actualmente los indios afirman la intima relación existente entre los cuatro puntos cardinales, los cuairo rumbos, las cua– tro esquinas del universo. El Este es algo bueno ya que por él naCe el sol, origen del día, de la vida y de la energía. El Oeste por el contrario, simboliza el mal, las tinieblas, la muerte, la corrupción. Trae siempre fria el Norte, destructor de cosechas, emisario de males, de dolores, de enfermedades y de ma– la suerte, pero el calor del Sur puede ser no– civo o saludable a hombres, animales y co– sechas.

Puédese afirmar, pues, que el número cuatro y el símbolo cruciforme guardan ínti– ma relación en el arie rupestre de Nicara– gua, constituyen idénticas e inseparables ma– nifestaciones del culto; su representación en grabados y pinturas rupestres testifican cul– to heliolátrico y atmosférico.

Símbolos :WOlflorfos en el arl'e rupesire de Nicaragua

No es por azar que con frecuencia de– terminados dibujos zoomorfos aparecen en las gliptografías de Nicaragua. Obedece su presencia a que dichos signos forman parie del acervo cultural y religioso de los pueblos centroamericanos desde la más remota anti– güedad: detalle que prueba fácilmente co– munidad cultural y étnica y que permite des– lindar autores y grupos cuHurales. Entre las

representaciones rupes±res de animales des–

lácanse las siguientes,

Jaguar: considerado como nahual, esto es agente, desdoblamiento o alter ego de las diosas lunares en las teogonias centroameri–

canas, y también cozno personificación de

Tlaloc, dios de la lluvia. Bellísimos ejem-

Objeto pdmordiul de los gl abados rU¡leSÜ es

es la

1 eligión, e culto,

como lo demuesttan las

figULas adjuntas que

1e[ll esentan pe. sonajes en }llofunda adOl ación

El al te de todos los

tieml~os s.e hana liga· do a la 1 eligión como lo dcmucsüa la ltisto–

lia y las ruinas de las

ctiltm8s de la

antigiíedad

pIares del felino existen en diversos peirogli– fas de Carazo, principalmente en el de El Ace–

tuno.

Serpiente: es el símbolo más abundante en los petroglifos de Nicaragua, pues apare–

ce en varíadí.shnas fonnas, tamaños y posi–

ciones. Ora se presenta la cabeza sola del ofidio, o parle de su cuerpo o en toda su lon– gitud; ora con las fauces abierias, mostrando los agudos y afilados colmillos y la bífida lengua; ora enrollada, o en actitud de deIen– sa o de ataque. Aditamentos varios acom– pañan al reptil: puntos pequeños o circuli– tos o triángulos a lo largo del cuerpo; a veces

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