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« Previous Page Table of Contents Next Page »De igual manera su padre cedió ante él Cuando tenía doce aña~ y James Walker la presionó para que estudiara para ·el ministerio eclesióstico, William resis– tió can éxito. En un tiempo en que las padres acos– tumbraban escoger la carrera de los hijos, y en un ho– gar profundamente dedicado a lo religión, su testa– rudez debe haber impresionado 01 viejo Walker, mien– tras que poro William, el primer triunfo de su rebe– lión, le abría vastos panoramas de posibilidades en la vida Más tarde, cuando se decidió abandonar Nash– ville, de nuevo se salió con la suya Quizás su padre se alegró de que el rebelde saliera de la casa Sus otras hijos se sometían fácilmente a su autoridad
La primera escogencia de carrera fue hecha por William fuertemente influenciado por su profundo sen– timiento por su madre El era uno de esos muchachos que deseaban haber sido inmaculadamente concebi– dos Mary Wolker era una mujer sencilla, y durante sus años escolares William la vio soportar estoicamen– te los dolores que su médico era incapaz de diagnos– ticar o aun de mitigar El, de muchacho, se soñaba
con volvel a caso hecho todo un señor médico, y cu–
rarla, y ese mismo sueño fue después el acicate que le hizo apresurarse en sus estudios Antes de los diez años llegó o uno encrucijada psicológica y se volvió un estudiante excepcional, entró en la Universidad de Noshville a los doce, y se graduó a los catorce summa
cum lande Esto eral por supuesto, una hazaña me–
nas prodigiosa de lo que hubiera sido en Harvard o Yale Pero con todo, para ser admitido en lo Univer– sidad de Nashville, Walker debia saber Latín por me– dio de los Comentarios de César y los Oraciones de Cicerón, y conocer el Griego por medio del Nuevo Tes– tamento, además de que los cursos obligatorios en lo Uníversidad incluían álgebra, geometría, trigonome–
tría y cálculo, agrimensura, navegación y astronomío,
química, mineralogía y geología; lógica, filosofía ex– perimental e historia natural, los clásicos Griegos y La– tinos, retórica y bellas letras, historia, economía po– lítica, derecho internacional y constitucional, compo– sición, crítica y oratoria La pretensión de la Univer– sidad de Nashville a "figurar entre las primeras insti– tuciones de enseñanza en la República" y su orgullo en la biblioteca de 3 500 volúmenes y en "la mejor colección mineralógica en los Estados Unidos" eran quizás exageradas, pero cumplí'a con sus obligaciones
seriamente.
La religión era fuertemente afirmada con clases de teología y "entrenamiento moral" La clase de Walker compuesta de veinte alumnos rezaba dos ve–
ces al día en la capilla, asistía a la Iglesia las domin– gos y antes de cada tiempo en el comedor se ponía de pies para dar una prolongQda acción de gracias Pe– ro el espíritu puritánico se mostraba aun más en aque– llo que estaba prohibido Los pequeños placeres per– mitidos a los estudiantes de todas partes -bailes, ca– rreras de caballos peleas de gallos, el teatro, y tales lujos como perros, caballos, coches y críados- eran estrictamente prohibidos en NQshville Aun el estudio de la música era permitida s~lamente por dispensa es– pecial Parece que a Walker le fue permitido prac– ticar la esgrima baja u.n 'tutor privado, añoraba ma-
nejar una espada desde su niñez y tenía un cuerpo fuerte y liviana muy apropiado para ese arte
Después de graduarse, pas6 algunos meses le– yendo libros de medicina en el despacho del médico de la familia, el Doctor Thomas Jennings, confirmando su deseo de proseguir la carrera de medicina No tuvo dificultades para inscribirse en el Colegio Médico de la Universidad de Pennsylvania, eñ Filadelfia, y en 1843 obtuvo el grado de médico Tenía entonces diez y nueve años, sin duda alguna uno de los más jóvenes médicos del país
El tema de su tesis doctoral fue "El iris" y hay razón para creer que Walker, por este período de su
vida, estaba interesado en mesm'erismo Sus extraor–
dinarios ojos, l/que ardían con un frío fuego gris" y
O Jos que se le atribuyeron más tarde poderes hipnó–
ticos, fueron en sí mismos suficientes para atraerlo al
estudio de la que se había dado en llamar "fenóme– nos mesméricos" La moda del hipnotismo, la que los trabajos del controversial Doctor Mesmer había pudto en boga en Europa, no había avanzado mucho en los Estados Unidos, pero el posible poder de la hip– nosis en la mitigación del dolor era muy debatido enire los estudiantes de medicina por aquel entonces en que
no habían anestésicos efectivos para usarse en cirugía.
Aunque le esperaba el ejercicio de su profesión en Nashville, no mostró empeño en seguirlo Su co– razón estaba fijo en estudios avanzados, esta vez en Eúrópa Edimburgo, la Meca de aspirantes médicos americanos, parecía lo escogencia natural entre las universidades extranjeras, y la familia de James Wal– ker residía en Escocia, mas William decidi6 ir a París La facultad de la Sorbona, donde asistro O conferen– cias, puede que hayo sido de menor importancia en su decisión que el inmemo\ial atractivo de Francia pa-ra los espíritus romónticos. .
I V
La desilusión que condujo a Walker al abando· no de la medicina comenzó en los hospitales de París. Las novelas de Balzac pintaban el materialismo, la co– rrupción y el Cinismo que florecía bajo los últimos re· yes Barbones, y la medicina, no menos que el comer– cio y el gobierno, se habían vuelto desesperanzada– mente reaccionarios De todos los franceses, decía un ingenio malhumorado, los médicos eran los que más se encagian de hombros Excepto en aquellos hos– pitales donde se atendía a los ricos, las facilidades eran
medioevales, la higiene inexistente y los métodos sin consideración La mortalidad infantil era más alta que en Londres; las epidemias de enfermedades con– tagiosas en los hospitales eran' frecuentes; y el sufri– miento humano bajo el bistirí' del cirujano era indes– criptible. Las '1andiciones observadas por Walker a los diez y nueve años hacían chacota de sus ideales Hi– pocráticos, y el ánimo de la ciudad, con toda la super– ficial alegría, debe haber sido igualmente difícil para un joven puritano que no patrocinaba los burdeles, la bebida o el juego Los verdaderos valores de París estaban para él en la Literatura Francesa Víctor Hu· go llegó a ser uno de sus ídolos Sus ideos políticas se tornaron especialmente avanzadas. Mas la polítess e
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