Page 82 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

diatamente comenzaron una conversación con nosotros, en la cual preguntaron el ob– jeto de nuestro viaje, aconsejándonos que por ningún punto continuáramos nuestra ruta a través del pais. Las tropas de Chamorro se habían posesionado del camino a Masaya y

no darían merced a los norteam.ericanos.

Yo siempre hallé a las mujeres de las clases humildes de Centro América sencillas, de buen corazón y hospifalarias, generalmente haciendo la parte más dura del trabajo y nunca cansadas de sus tareas incesantes. Son en realidad las picadoras de la leña y la,! haladoras del agua. Escuchan con legí– ±irna sorpresa los relatos sobre Norie América y Europa que les hacen los extranjeros, y ge– neralmente están prestas a ofrecer hospila– lidad, según sus medios.

La construcción de La Parroquia, iglesia a medio terminar que forma el costado Este de la plaza, ha llegado a su estado actual gracias a la piadosa contribución de las mu– jeres, siempre dispuestas dentro de sus mo– destos recursos a satisfacer las inevifables exigencias del clero. La construcción lleva ya catqrce años y tiene todo el aspecio de un viejo edificio en ruinas. Sobre los muros se levantan árboles de diez años, cuyas raíces está!1, deSPlazando los sillares, mientras en el intl'lrior, nunca techado, se ve una maraña inextricaple de zarzas y malezas. ¡He aquí el protoflpO de un país en decadencia I

Hay cuatro iglesias en Rivas en las cua– les se dice misa diariamente y se llevan a cabo los acostumbrados servicios dominica– les. Con excepción del excesivo oropel y de las ceremonias, los ritos son iguales a los de la Iglesia Católica de otras partes. La ma– yoría de los fiele", son mujerEls, quienes cum– plen '!U primer deber mañanero concurrien– do a Jnisa. Cuando se hincan en el pavi– mento de piedra con sus rostros hacia el altar parecen estatuas silentes, rttientras a inter– valos cantun:aa el cura con su voz monótona, acompañado del grupo coral.

Unos de los sacerdotes, notoriamente viejo, de rostro inteligente y talante decoro– so, esiuvo en los Estados Unidos hace veinte años y a su regreso trajo consigo un busto de su ídolo Jorge Washington que, cosa cu– riosa, ahora ocupa un nicho en la iglesia donde oficia, colocado vis a vis con las imá– genes encapuchadas y barbadas de los san– tos y los mártires.

sias silenciosas y sus pobladorEOS indiferentes no proporcionaban sino un tema ya sin inte_ rés. Al tercer día mi paciencia empezó a flaquear a pesar de las admonicionEOs de mi

arttigo Dixon en San Juan, de "mantener la calma". La monotonía de la vida llegó a

serme repugnanie. Día tras día esperaba yo la llegada de las mulas prometidas y, final–

mente, despaché un correo por ellas a la Ba– hía de la Virgen, que regresó la rttisma tarde con este lacónico anuncio: ¡no hayl Fueron igualmente infruduosos los mensajes que envié a San Jorge, El Obraje, Potosí y otros lugares aledaños, en donde supe había arrie– ros con patachos de mulas. En realidad, la cosiumbre seguida por el gobierno de atra– par sumariamente a hombres y animales pa– ra la guerra, hacía que cada propietario de mulas iuviera temor de exponer su propie– dad.

En la noche del cuarto día hice mi quin– to solemne comprorttiso para obtener anima– les, habiendo resu1±ado inútiles todos los an– teriores sin que los obligados siquiera com– parecieran a ofrecer excusas por el incumpli_ miento de su convenio. El Dodor me reco–

tnendó: "cálmese y no se enoje". Yo debia

aprender más sobre las costumbres de estas gentes antes de abandonar el país. El indi– viduo con quien ahora había hecho trato me promefió con tal aire de sinceridad que es– taría en la pueria puntualmente a las ocho de la mañana, que no podía dudar de él. El Dodor, sin embargo, se rió de la idea de partir el día propuesto y la señora me con– templó como si fuera una maravilla de urgi– rttiento y precipifación cu.ando ordené que Se empacara mi equipaje y se colocara en un lugar conveniente para ser cargado. Las predicciones de rtti hospedero eran muy co–

rredas: jamás volví a ver al hombre.

Entonces decidí hacerle una súplica a Don Buenaventura Selva, el Comandante Mi–

litar del Departamento y hombre fuerte de Castellón. Le pedí a mi amigo Davis que me presentara, y me dirigí hacia el cuariel. Un cenfinela descalzo estaba en la enirada y cuando nos aproximamos subió el mosque– te al hombro haciendo reverencia a un kepis milifar que el Dodor había insistido que yo llevara puesto para darle así más fuerza a

mis peticiones, haciéndome la observación de que una insignia milifar haría más para asegurar respeto que todo un tratado Ches– terfield de urbanidad.

Después de cuatro días en impaciente Encontrarnos al Comandante sentado en espera del arribo de las mulas que nos pro- un sillón de respaldar recio, en compañía de mefiera nuestro arriero de la Bahía de la varios personajes con aspedo de oficiales, to– Virgen, las cosas más conspicuas de Rivas dos funmando cigarros, mientras dos hom– empezarori a empalagarnos. Una pequeña bres, aparentemente acabados de llegar de dosis de sutileza y observación son suficien- una larga jornada, comían torfillas y queso tes para abarcar cada uno de los aspedos en un cuario contiguo. Mi acompañante más interesantes del lugar. Su escenario me presentó lisa y llanamente como poria– rural tranquilo, sus calles desiertas, sus igle- dor de despachos de los Estados Unidos para

-16-

Page 82 - lista_historica_magistrados

This is a SEO version of lista_historica_magistrados. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »