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Rivas.-Evidencia de una ciudad más antigua.-Departamen– to Meridional.-Agricultura.-Casas campestres.-Produetos. -Casas urbanas.-Hacienda de Santa Ursula.-Plantaciones de cacao.-Paisaje.-Una boa constrictora.-Alarma.-José Bermúdez.-Mujeres.-Piedad.-Un busto de Washington.– Terremotos.-Dificultades al partir.-Salina.-EI Obraje.– Oración tropical.-uLos Candeleros".-Derecho de búsqueda. -El Campamento.-Caza de un venado.-Valle de Nandai– me.-Ochomogo.-Noticias alarmantes.-Retirada.-Hacien– da de San Francisco.-Las TortiJleras.-Caminata en la noche.
-Rivas de nuevo.
para la industria agrícola. En verdad. fuí verazmente informado por Mr. Stanisbury
casado con una rivense, que la proporció~
entre mujeres y ho:mbres era de cuatro a dos en aquel tiempo. debido al éxodo de los ha– bitantes :masculinos.
La mayoría de las haciendas se comu– nican con el camino real por veredas casi ocuHas que Se extienden por millas hacia el
interior y que no podían ser localizadas, a no ser por ojos experimentados. Estas ha~
ciendas se hallan situadas en parajes remo– tos y tan lejos como es posible del teatro de las frecuentes revoluciones que devastan el país anulando la labor de los cultivadores. Los nativos iban ocasionalmente a la ciudad con legumbres y frutas, pero en tiempo de revolución con el constante temor a ser r& clutados.
~as casas en las fincas del país. como tamb,én en las pequeñas pobláciones. son por lo general toscas cabañas construidas con cañas y entechadas con hojas secas de palma. las que, convenientemente colocadas son impermeables a la lluvia. No hay chi~
meneas y la puerta sirve de escape para el humo. y a menudo la preparación de los ali–
m~,,:,tos se. lleva a cabo al aire libre y la fa– milla se slenta haciendo rueda frente al fue– go en las horas de comida. En ninguna época del año el clima es tan severo como
~ara exigir que las casp.s sean de mayor so– lidez. En las ciudadesrnás grandes. no obs–
t~te, las habitaciones son de adobe, lim– pms y hasta bellamente construidas. regu– larmente blanc,¡uedas con cal y sus techos entejados.
. Las capacidades de Nicaragua, y en es– peClal de la parie Sur del' país son todavía desconocidas y hasta el presen'te parece no haber esiímulos para el desarrollo de sus re– cursos.. Se necesita de una actividad gran– de a bn de hacer realidad las ventajas que ofrece el país, una protección para el trabajo y la garantía de un gobierno estable y ca-
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(1) RivM, uno de 106 siete departamentos en qua estaba dividida N¡ca~
ragua: Sone:steJ'n. Geocrnfia, p 16
Se cree que la actual ciudad de Rivas se halla ubicada en el sitio donde estuvo una ciudad más antigua, por haber rastros de calles viejas que van en dirección contraria a las actuales. Habiendo sido el Departa– menl:o Meridional. del cual es la capital, víc– tima de más terremotos catastróficos que las secciones norteñas del país, se cree que tajes ruinas son de una ciudad que fue destruída hace un siglo. No existe, sin embargo. una fuenie segura para tal aseveración.
La ciudad se asienta en el centro de un extenso llano, superpoblado de exuberante vegetación entremezclada con plantaciones
de cacao. café, caña de azúcar y añil, consi–
deradas entre las más valiosas del país. Se encuentra situada como a tres millas del la– go y está ródeada de varias pequefias pobla– ciones que soh propiamente arrabales de Ri– vas, pero cada una lleva su nombre paríicu– lar. La ciudad con sus alrededores es sin duda la tercera en población de Nicaragua. aunque el follaje que ofrecen las numerosas y pequeñas haciendas y el espacio para jarc dín que se reserva cada residencia, esconden sus. v~rdaderas proporciones. Hacia el lago y slrvlendo como un embarcadero de la ciu– dad. está la aldea de San Jorge. que común– mente se considera como parte de Rivas.
Los habitantes del Departamento Meri– dional (1) son en su mayoría "meztizos". Al tiempo de mi visita casi todos los hombres habían huído hacia los lugares más aparta– dos del país, para evadir su enganche en el ejército, no habiendo respeto hacia nadie cuando el Gobierno necesitaba soldados. Es– to dejó a los departamentos. especialmente a aquellos dedicados al cul±ivo del cacao. en– feramente sin trabajadores, y en muchos ca– sos el resul±ado de años de paciente labor se perdia por el reclutamiento forzoso de los tra– bajadores de las plantaciones. Con tales :métodos, no podía haber :mucho incentivo
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