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agresión. A Kennedy le gustaba una ima– gen invocada por el jurisconsulto Oliver Wen– dell Holrnes, la imagen de "la liberíad apo– yada en su lanza", y sabía que sólo la fuer– za puede disuadir a la fuerza. Y así fue como formó el poderío armado de su país,

y en particular le amplió la capacidad de responder a la agresión de toda naturaleza, desde la guerra nuclear y la guerra conven– cional hasta el ataque de guerrillas. Y así fue también como hizo que su país se com– prometiera a defender la liberíad de Berlín Occidental. Asimismo ofreció apoyo a nacio– nes como la India y Vietnam, que estaban amenazadas por enemigos externos.

Aunque para fines de la década de 1950 los dirigentes soviéticos habían llegado a convencerse de la imposibilidad de la guerra nuclear, todavía creían en la posibilidad del chantaje nuclear. Era en los días en que el Primer Ministro Khruschev festejaba a dig– natarios visitantes calculando el número de bombas atómicas que se necesitarían para destruir a sus países. El gobierno soviético todavía esperaba que las amenazas nuclea– res crearan una situación propicia para ade– lantar sus propósitos mediante la intimida– ción y sin necesidad de una guerra general.

Por esta razón tuvo tanta imporiancia el acontecimiento más decisivo del gobierno de Rennedy: la tentativa soviética de insta– lar proyeciiles nucleares en la isla de Cuba. La crisis de los proyeciiles cubanos fue la mayor amenaza a la paz desde la Segunda Guerra Mundial, y creo que su solución pa– sará a la historia como uno de los virajes decisivos del Siglo XX; porque la reacción del Presidente Rennedv puso dos puntos de– finitivamente en claro para la jefatura sovié– tica. Uno fue que el chantaje nuclear con– tra los Estados Unidos no produciría retirada sino resístencia, hecho que se espera haya persuadido a los dirigentes soviéticos de que el chantaje nuclear es una alternativa tan muería como lo es la propia guerra nuclear. El segundo fue que los Estados Unidos no trataban de aprovechar pretextos para iniciar una guerra mundial, ni siquiera empujar a su adversario hacia un callejón sin salida. El Presidente Rennedy manejó la crisis cu– bana con admirable mezcla de firmeza y re– frenamiento, y si su firmeza obligó a la Unión Soviética a abandonar el campo, su refrena– miento le dejó una pueria abieria por don– de retirarse con dignidad. Y así fue como el incidente cubano demostró a los líderes soviéticos la inuillidad del chantaje nuclear contra los Estados Unidos, y el refrenamiento y responsabilidad de los Estados Unidos, aún cuando se vieron ante una plausible excusa para una violenta represalia. El carácier de la victoría norieamericana dio lugar, prime– ro, al discurso del Presidente Kennedy en la American University, y luego a la nego– ciación de un tratado de limitación de prue– bas nucleares que entrañaba, entre otras co-

sas, la aceptación soviética de la superiori_ dad nuclear noríeamericana.

La negociación de este tratado satisfizo uno de los deseos más profundos del Presi. dente Kennedy. Desde el principio su go– bierno se había esforzado por lograr la ne_ gación de un tratado de esa clase. El 25 de septiembre de 1961 había dicho a las Nacio_ nes Unidas: "Un desastre nuclear, esparcido por el viento, por el agua y por el temor bien podría arrollar por igual al grande y

al pequeño, al rico y al pobre, al compro– metido y al na comprometido. La humani_ dad debe acabar con la guerra, o la guerra acabará con la humanidad .. Los que es– tamos en esta sala seremos recordados ya sea como parie de la generación que con_ virtió al planeta en pira funeraria o Como la generación que cumplió su solemne pro– mesa de 'salvar del flagelo de la guerra a las generaciones venideras'. .. Juntos sal– varemos a nuestro planeta o juntos perece.

remos en sus llamas".

Aunque el tratado de 1963 sobre limita. ción de pruebas nucleares no llegó hasta donde habríamos deseado, representó un

enorme adelanto en la defensa del hombre contra la auiodesirucción. Para KeIU).edy fue el primer paso en un largo viaje 'que esperaba conduciría algún día al desali:rte general y completo y a la supresión de la institución de la guerra. No se forjaba ;ilu. siones de llegar a su destino de la noche a la mañana, pero esto nunca le pareció una excusa para posponer el viaje. A este res– pecio refería un cuento favorito acerca del

Mariscal Lyauiey, que una vez pidió a su jardinero que le plantara un árbol. El jaro dinero le advirtió que el árbol era de lenío crecimiento y que no llegaría a la madurez sino al cabo de cien años. Lyautey le repli· có: "En ese caso no hay tiempo que perder,

siémbrelo esta nlÍsma farde".

Se percataba de lo que significaría una guerra atómica, y creía que el evitar tal gue· rra era de interés común para toda la hu– manidad, interés común que debe trascen– der todo conflicio de ideologías o de ambi· ción nacional. Este interés común era el puente que salvaba el negro abismo. Su propósito más profundo era forialecer ese puente contra las tormentas de la sospecha y el temor, y también el de persuadir a sus adversarios de que, si cada nación y pueblo respetaba la integridad de los demás y acep– taba la permanencia del mundo de la diver– sidad, si l ..s naciones abandonaban su es–

fuerzo meSIánico de rehacer al m.undo a su propia imagen, la paz sería posible y la hu· m.anidad perduraría.

Pero para Kennedy la frase "mundo de diversidad" no significaba un m.undo estan– cado y estático, sino un mundo en que los pueblos fueran libres de tratar de mejorar su forma de vida, de acuerdo con sus pro– pias tradiciones e ideales y dentro del marco

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