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« Previous Page Table of Contents Next Page »l1 al en los propósitos y anhelos. George Washington dijo en el discurso de su primera joma de posesión: "La preservación del fue– go sagrado de la libertad y el destino del modelo de gobierno republicano dependen quizás profunda y definitivamente del expe– rimento que se ha confiado en manos del pueblo norteamericano". John F. Kennedy
'Vio a América no COlTID a una nación vieja,
cansada. agotada, satisfecha de la ordinariez
y el materialismo, identificada en todo con el status quo, temerosa del futuro, sino como
a una nación joven, comprometida para siem– pre con el experimento de George Washing–
ton, inquisiliva, crítica de sí :miStnB, capaz
de sobreponerse a motivos mezquinos y re– pugnantes, apreciadora de los atribuíos de la inteligencia y la sensibilidad que susten– tan la cultura y elevan a la sociedad, afron– tando el futuro llena de confianza y fe, de– dicada de nuevo a la evolución de la demo–
cracia, extendiendo su influencia hacia oíros
países, no por la fuerza sino por el ejemplo.
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John F. Kennedy vio al mundo con la perspectiva del historiador, la cual le hizo comprender que el cambio era inevitable y que la tarea del estadista era la de encauzar las fuerzas del cambio manteniendo a las ideas y a las instituciones a tono con las vio– lentas transformaciones sociales. Fue en gra– do sumo un hombre sensato en un mundo irracional, pero siempre un hombre de jui– cio que nunca rehuyó la obligación de aduar. . Llegó a la Casa Blanca en una época de
nueva confusión de los asuntos internaciona–
les. Los profundos cambios indicaban que había pasado la época de la postguerra. Y creo que el Presidente Kennedy fue el pri– mero de los estadistas del mundo en reco– nocer este hecho en ideas políticas encami– nadas a guiar al mundo más allá del umbral de una nueva era. En particular la derrota de la visión comunista de un mundo monoli– tico causada por las fuerzas históricas de la diversidad, fuerzas lo suficientemente pode– rosas para - trastornar al propio imperio co–
munista, confirmaron su profunda convicción
de que nuestro mundo, por su naturaleza y por su devenir histórico en un mundo diverso. En un discurso pronunciado en la Uni– versidad de California el 23 de Marzo de 1962, dijo lo siguiente: "Las profundas tendencias de la historia, y no la excitación pasajera, son las que habrán de forjar nuestro futuro". En su opinión, esas profundas tendencias his– lóricas estaban impulsandO al mundo no ha– cia la uniformidad sino hacia la diversidad, "hacia un Inundo en el cual, dentro del mar– co de la cooperación internacional, todo país pueda resolver sus problemas de acuerdo con sus propias tradiciones e ideales". El mun– do que está surgiendo será "un mundo basa– do en la diversidad, la autodeterminación, la libertad".
Estaba completamente dispuesto a acep– tar las consecuencias que traería un Inundo
así para los Estados Unidos. Desechó la idea de que "la misión norteamericana es la de rehacer al mundo a la imagen de los' Esta– dos Unidos". Hizo recordar a sus compatrio– tas que "los Estados Unidos no son ni omni– potentes ni omniscientes. que no podemos enderezar todo entuerto ni invertir el curso
de toda adversidad, y que, por lo tanto, no puede haber una solución norteamericana para todo problema del mundo". Pero en su opinión esto no creaba ninguna dificultad, porque los principios del mundo que surge, "lejos de oponerse al concepto nor±eamerica– no del orden mundial, consilluyen la esencia misma de nuestra idea del futuro del mun– do". Agregó que por aira parte estos prin–
cipios excluyeron la idea comunista de "un
mundo monolitico, un mundo en el cual to– dos los conocimientos tienen un sólo patrón todas las sociedades funcionan conforme .,; un mismo modelo y todos los problemas y derro±eros ±ienen una sola solución y un sólo punto de destino".
"Ninguna persona que examine el mun– do moderno puede dudar de que las grandes corrien±es de la historia lo están alejando de la idea monolitica y lleván– dolo hacia la idea de la pluralidad, ale– jándolo del comunismo y llevándolo ha– cia la independencia y la libertad nacio– nales. Nadie puede dudar de que la ola del fu±uro no es la conquista del mundo por su solo eredo dogmático sino la li– beración de las diversas energías de las naciones libres y los hombres libres". Tal como él lo vio, el mundo ofrecía espacio para una gran variedad de sistemas económicos, credos polí±icos y cultos religio– sos, mien±ras cada uno respetara el derecho a exis±ir que tienen los demás. Según su crilerio, el punto de la politica exterior nor– ±eamericana era avanzar cons±ante y rápida– mente hacia una genuina colectividad mun– dial, en que cada nación expresara su pro– pia identidad sin violar su lealtad al orden de equidad y paz internacionales, orden que estaba encontrando su expresión aproXÍInada en las Naciones Unidas. Su esperanza, ±al como lo manifestó en la American Universiiy ellO de Junio de 1963, fue "hacer del mun– do un lugar seguro para la diversidad".
Por supuesto que la cristalización de es– ±a esperanza no podría lograrse median±e la retórica y la exhortación. Para hacer del mundo un lugar para la diversidad es nece– sario ante todo hacerlo inseguro para la
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