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haber sociedad de hombres libres, ni se verán los pue– blos exentos de las calamidades que traen consigo las guerras intestinas, ni de aquellos asesinatos que son la consecuencia de las falsas ideas que se forman de la libertad".

No admite, naturalmente, como libertad "la li– cencia que se toman los demagogos de hacer del pue– blo el instrumento de sus iniquidades", y les recuerda la sentencia de Tácito "Es más fácil aJobar que es– tablecer un gobierno republicano, y es también más fácil establecerlo que conservarlo" En la América española no han dado lugar a establecer instituciones firmes los mismos que dice luchar por ellas, ni los

gobiernos trabajan por el bien general, ni los gober– nados los dejan trabajar, pues siempre surgen ambi– ciosos que cambian promesas por su personal exalta– ción sin que nadie se dé cuenta de la riqueza que se pierde en las constantes convulsiones, sólo los verda– deros estadistas podrían comprender que la paz labo–

riosa/ con los recursos naturales que abundan en Amé~

rica, daría una prosperidad y organización capaces jn~

cluso de realizar en la próctica los principios que se pregonan y por los cuales se lucha infructuosamente,

culpa, pueS

r

a fila revolución que no se evitó, y que

debió evitarse por aquel principio de que las revolu– ciones nadie sobe o dónde van o parar, aunque todos

sepan con qué fines empezaron ll

LITERATURA Y FILOLOGIA

Pocos hombres alcanzaron en tan temprana edad

la madurez intelectual, como Irjsarri, gracias a su cla–

ro talento Y mantenidas iecturas, antes de 20 años te– nía sólida ilustración, de ahí su aptitud para acometer

con maestría diversos géneros literarios,

II toda le lira"

-como quería el caudaloso Hugo--, y por eso lo con– sidera el humanista chileno Feliú Cruz como "el más inquieto, talentoso y versátil prohombre hispanoame- . " rJcano

Ya sus primeros versos revelan un dominio com–

pleto del idioma y conocimiento profundos de la Retó–

rica/ a los 19 años -según recuerda él mismo-

II se

había metido en la cabeza cuanto Rengifo, Luzán, Masdeu y Sánchez escribieran sobre versificación es– pañola, y había también compuesto algunos sonetos,

madrigales, odas eróticas¡ octavas, canciones! letrillas

satíricas y casillas así, que le serví\:m para pasar el tiempo, para incomodar a algunos prójimos y para otra

cosa que suele conseguirse con los versos aunque no sean muy buenos"

Después de leer su obra, se comprende al hom– bre, pues nada escribió que no fuese reflejo de su acción o su experiencia, siendo fiel al retrato moral que le hizo Radriguez Cerna "Caballero veloz por la imaginación y firme por la lógica, fiero en el sar– casmo y fácil a la ternura, sosegado en el pensar y por la pasión impelido, de aristocráticas maneras y campechano en el trato, obsecuente en el madrigal y temible en la polémica, profundo en el pensamiento denodado en la acción, a su paso por la vida dejó un

reguero de cóleras y aplausos, pero cuantos le ama– ron o le odiaran no pudieron sustraerse al respeto y admiración que a todos imponta por igual"

NARRAT/VA La novela se inicia en Centro-américa con lrisarri, quien publicó El Cristiano Errante

(Tipografía de Espinazo, Bogotá, 1847), de corte pi– caresco y donoso estila, de intención autobiográfica y acaso la más literaria y espontánea de sus obras Re– fleja el ambiente físico y social de su patria y aun tra–

za, con económicos rasgos, los caracteres de algunos

personajes sobresalientes de la época, quienes alude, más que esconde, bajo anagramas, decora sus mejo– res recuerdos, sin que el realismo característico del subgénero de la picaresca española -sigue y alcan-

ZCI a Cervantes- niegue lugar a la fantasia y al sen–

timiento, valor este último que conmovió a su mejor crítico, su esposa Divierte y ejerce risueña docen~

cio, que d veces deviene abierta sátira, sin apartarse

de la exactitud de la observación, subrayando con fir– mes líneas los vivos tonos del color local

Otra novela suya, Historia del Perinclito Epami–

nandas del Cauca (Hallet, Nueva York, 1863), que pu– blicó con el seudónimo de El Bachiller Hilario de Alta– gumea, le ha valido que ya no sólo por su lenguaje se le llame el Cervantes americano, sino también por pre– sentar al Quijote y al Sancho de la política hispano– americana, siguiendo poro el primero datos biográfi– cos del maéstro de Bolívar, don Simón Rodríguez. Su objeta -declarado en el Preámbulo-·- es criticar las

costumbres, aunque más querría corregirlas, yola vez

distraer a sus lectores

Escribió también una novelita " 0 llámese cuento",

dice, intitulada Amar hasta fracasar, por simple alar– de de su dominio del idioma, pues eliminó cuatro vo– cales, usando exclusivamente la A, para superar el esfuerzo de otros ingenios que habían eliminado al– guna. de las vocales solamente, no empleá más que

lipa labras castizas y de buena ley", aunque incluyen–

do arcaismos, una sola voz de la germanta y por toda

licencia, conservando el género femenino a la segl}n–

da acepción de la palabra atalaya Su intento llena–

ba dos objetivos -explicó- "primero, ofrecer un tes–

timonio de la riqueza de nuestro hermoso idioma sin

igual en la glosologla segundo, conseguir que los lec– tores me lean con la boca abierta"

FILOLOGIA En toda la obra de lrisarri, aun en sus escritos periodísticos redactados de prisa, y en los políticos que dictó la pasión, se advierte el dominio del idioma, mas sin la miope preocupación del simple

gramático, ni las limitaciones del dómine rutinario, era

tan castiza como vibrante su palabra

Penetrado del genio del idioma, lo misma habíú buceada en lo profundo de la fuente erudita, que se– guido el curso de la caudalosa contribución de la len– gua vulgar, tanto se nutrió de la lectura de los clási– cos como de la fabla del pueblo, con verdadera voca– ción de filólogo y de lingüista, sobre dichas bases asen– tó su propio estilo. recia y flexible, como acero tole-

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