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labor periadfstica en el Ecuador, la anarquía americana había dada ya abundante cosechu de sangrientos fru– tos, Y fue desde entonces que el escritor guatemalteco

comenzó a mirar con horror el espectáculo que ofrecían las nacionalidades americanas ll

Editó alli otros dos periódicos La Balanza, con el apoyo económica del gobernador Rocafuerte, y El Co– rrea Semanal de Guayaquil, en ambos sostiene sus ideas paliticas, señala vicios de gobernantes y gobernados e insiste en defender a Santa Cruz, yo coído contra im– putaciones de sus contrarios vertidos por la prensa El

]Q de Diciembre reaparece La Verdad Desnuda, reafir– mando su independencia de criterio y asumiendo toda la responsabilidad por sus opiniones Nada tiene que hacer (Santa Cruz) con lo que escribe dan Antonio José

de Irisorri, porque éste antes escribió y ahora escribe,

y siempre escribitá sus opiniones, que pueden sel y son

evidentemente en muchos puntas contrarias o los del general Santa Cruz" Se debí\] tal explicación o ges– tiones del encargado de negocios de Chile, quien insistió ante el presidente ecuatoriano FIOI es para que, por medio de Santo Cruz, se hiciera callar a Irisarri, pera ninguno de los dos -según Lavalle- "tendrían poder

paro hacerle variar de resolución", de nuevo hubo de

extinguirse La Verdad Desnuda, pero quedaba a Iri– sarri La Balanza, de sólo cuatro páginas, y en ella alude a dicho persecución diplomático "Aunque éste jamás expuso ideas que no fueran suyas, y los mismas que ha tenido todo su vida, no por eso dejaba de estor obligado a guardar silencio sobre los negocios de cier– tos países vecinos, de los cuales el gobierno del Ecuador no quería ofender la vidriosa delicadeza"

Contiliuó, sin embargo] su labor de crítica, no sin

encontrar a su vez lIimpugnadores violentos y críticos

apasionados", hasta que el 15 de Enera de 1841 se trasladó o Quito, donde o los ocho días de su llegado ya continuaba lo publicación de La Balanza, que desde Junio del mismo año vuelve o Guayaquil a ser editada en su antigua imprenta, hasta el 28 de septiemble en que concluye con el número 52, he aquí párrafos de la despedida de Irisarri "Ha combatido, tal vez con demasiada dureza, o los campeones de lo tiranía y del fanatismo, pero esta dureza era indispensable para alcanzar el triunfo, no porque lo generalidad de los lectores necesitaran ver humillados a aquellos cam–

peones, sino porque estos, sin la humillación que SU~

frieron, no habrían cedido el campo a ningún otro convencimiento, y habrían continuado en el perverso oficio de propagar errores"

La pluma de llisarri no sabía mantenerse ociosa

l y el 3 de Octuble sale el pI imer número de El Correo Semanal de Guayaquil, acerca del cual escribe el cónsul

chileno a su gobierno "nuevo periódico que redacta

don Antonio José de Irisarri, que es una continuación

de La Balanza con otra nombre, y que tiende mós que otro cosa, a encender los ánimos y llevar adelante el antiguo plan de guerra" Solieron 100 números, hasta el 16 de Agosto de 1843

Desde el 1

Q de Enero de 1844 edita en Quito otro periódico, La Concordia, cuyo nombre alude 01 esfuer– zo de conciliar los ánimos en un paí's agitado por el descontento popular y los pasiones de los políticos En 8 páginas en cuarto, hablaba de político, de literatura,

c~ítica de costumbres y sucesos mundiales, se propo– nra defender lo libertad de prensa, "sin lo cual es in– concebible ninguno otra libertad civil" y procurar la

concordia de 105 sectores sociales en pugna, a pesar

de su triste experiencia '''Por defender lo primero he sufrido algunas incomodidades, y por propender o la concordia me he hecho enemigos en todos los bandos

opuestos" .

Tuvo censores, incluso quienes quis:.ieran vedarle el trotor de política ecuatoriana por ser extranjero, y

sufrió más de un controtiempo, se defendió de esos

críticas diciendo que La Concordia, pura y cristalina

como un diamante, no tiene lo culpo de reflejar los colores de la política En realidad había presenciado duronte 20 años las luchas por el poder en lo América españolo Lo revolución estallá en Guayaquil, el 6 de Morzo de 1845, yo fines de este mes dejó de salir La

Concordia, e Irisarri saldría hacia Bogotá, después de la caí'da de Flores, a quien aconsejara inútilmente que

convocase al Congreso y renunciara la presidencia

"Lo tinto de imprenta y la inclinación a la polí–

Oca ejercían sobre su alma uno seducdón irresistible" -anota Donoso-, en efecto, ni en el camino de jobo

de ser periodista detenido en Pasto, publicó desde el

10 de Septiembre de 1845 una pequeño hoja, El Res– pondón, y luego, en Popoyán, El Atalaya Nacional

Yo en Bogotá, donde publicora Historia crítica del ase·

sinato del Gran Mariscal de Ayacucho, comienzo a pu– blicar El Cristiano Errante, a principios de Agosto de

1846, y con el mismo nombre su novelo autobiográ–

fica, duró este periódico un año, entretanto, en Enero

de 1847, Irisarri soco dos números de otro, Hombre Errante, forzado a contestar los diatribas de encarni–

zados contrincantes que escribían contra él, mas su

hijo Hermógenes o algunos amigos le enviaban los re– cortes de los periódicos y él nunca dejó artículo sin

contestar

Después de permanecer varios meses en Caracas,

Irisarri saliá para Curazao el 23 de Enero de 1848,

dejando atrás 10 guerra civil y lo creciente tiranía de

Monagos que, sólo un día después, cometería el ose·

sinato de los diputados que opino> on afirmativamente sobre la posibilidad de que el presidente fuese acusa– do ante las Cámaras En Curazao publicó un perió– dico quincenal, El Revisor de la Política y Literatura,

cuyo primer número apareció el 15 de Febrero de

1849, en el prospecto ofrecía, como un servicio públi– co, señalar los obstáculos que a la felicidad de las pue– blos de la América española oponían los demagogos, anatematizada por igual las dictaduras que la anar– qufa, culpando a los facciones en lucha, pues sólo la unión y el orden asegurarían la prosperidad de los

naciones Dice Donoso que "El Revisor" estaba bien

redactado y sus ataques al gobierno de Caracas eran de sobra justificados para que se le permitiera circu– lar libremente, fue así como pronto se prohibió su in– troducción en Venezuela La voz de Irisarri se al–

zaba elocuente, profética, obs~rvadoro" Tuvo im–

pugnadores, como Acevedo que publicó un folleto, El Contendor del Revisor, poro defender al gobierno im– perante, mas ero adocenado en el estilo y poco pro– fundo, e Irisarri lo despedazó en su edición del 15 de Junio, publicó todavía un segundo número extraordi-

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