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Sin emborgo, no hoy razón paro que ese incre– mento en la ayuda o lo América latino proceda exclu– sivamente de los Estados Unidos Debe reconocerse que el aporte de Europa a la América latina no tiene

los tres factores -lo ayudo, el comercio y las inversiones privadas-- son esenciales paro el progreso económico y social de la América latino A mi modo de ver, los Estados Unidos no destinan a la América Latina los fondos necesarios para las empresos que ne– cesitan lIevorse o cobo. Aunque los países latinoame– ricanos tengon menos capacidad para absorber grandes cantidades de capital que los naciones europeas parti– cipontes en el Plan Marsholl, la verdad es que nuestro aporte a la Alianza para el Progreso es lamentable– mente pequeño comparado a los miles de millones de dólores, en su mayorío donados, no prestados, que in– vertimos en EiJropo después de la Segunda Guerra Mu.wial. Para mantenernos a tono con la importancia que hemos de darle o la América latino dentro del marco de nuestra política mundial, nuestra ayuda o los países que lo componen debe ser aumentada con– siderablemente durante el restó de lo presente década

lo inversión de capital privado, como muchos latinoamericanos que antes se mostraban escépticos han podido comprobar después de haber ensayado el sistema de corporaciones comerciales del estado recar– gados e ineficientes, es absolutamente esencial tanto para el aumento de la productividad de un país como para el desarrollo de sectores agrícolos e industriales capaces de funcionar con eficocia Estimulodas efi– cazmente por el gobierno de los Estados Unidas -por ejemplo, mediante ciertas garantías sobre las inversio– nes y créditos en los impuestos las empresas comercia– les norteamericanas pueden continuar dando la pauta respecto a la creación de un sólido sector privado en los parses latinoamericanos. Pero es una equivocación pedir demasiado a las inversiones privqdas y no reco– nocer la necesidad de invertir grandes sumas en la in– fraestructura económica y social (en carreteras, puertos, represas, escuelas y programas de salubridad) que pue– den costearse únicamente con fondos públicos.

prestada y a los requisitos exigidos para prestarla, ha habido cierta tendencia a desacreditar dicho programa Los latinoamericanos tratan de sustituirlo con el comer–

cio exterior y los norteamericanos con las inversiones

privadas.

El comercio suministro o un país los divisos ex– tranjeros que necesito pero no ofrece garantías de que éstas serán empleadas en empresas de mayor impor– tancia para el desarrollo de la economía o de lo socie– dad Las divisas extranjeras suele acopiarlas un número relativamente pequeño de personas del sector comercial y cuando no existe un sistema de eficaz tri– butación progresiva o un control de cambios pueden invertirse en artículos de lujo o ser depositadas en ban– cos del extranjero En cambio, la ayuda exterior no solamente suministra el capital. necesario sino que per– mite la canalización de éste hacia aquellos proyectos

y sectores de la sociedad que se consideran de crucial importancia

IV

Estos tres factores son esenciales paro la mayor

~rte de los parses 'Iatinóamericanos y continuarán Slendolo en el futuro previsible. Debido a las repetidos críticos de que ha sido objeto el programa de ayuda al

e~tronjero en el Congreso de los Estados Unidos, a la d'sotisfQcción en el exterior con la cantidad de ayuda

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Para poner en práctica lo político que se acaba de esbozar debe sobreentenderse que los métodos tienen que ser diferentes en cada país y que la actuación de los Estados Unidos en la realización de las planes de lo Alianza poro el Progreso depende a su vez de la ac– tuación de los países latinoamericanos En lo tocante 01 futuro inmedioto, desearía mencionar varios planes de occión que quizás podrían resultar eficaces pare:¡ el logro de nuestros objetivos. Para hacer rápidos pro– gresos hacia el alcance de las metas sociales y econó– micas de la Alianza para el Progreso, habrá que llevar a cabo en lo próxima década no sólo una movilización en mayor escala de los recursos de los gobiernos latino– americanos, sino también incrementar el aporte de los recursos externos Estos últimos provendrán principol– mente de tres fuentes. (1) la ayuda de los gobiernos extranjeros y de los organismos de crédito internacio– noles, (2) el comercio, y (3) las inversiones privadas extronjeras.

la inacción de sus vecinos. No debe permitirse que el mecanismo de la OEA sirva de impedimento a la eficaz solución de problemas de esta naturaleza.

Quizás haya ocasiones en que sea preferible ac– tuar bilateralmente poro hacer frente a cualquier amenaza comunista más bien que exigir la participa– ción o anuencia de todos los miembros de la OEA Pa– ra contrarrestar con éxito la subversión comunista no siempre se necesita .que todos los gobiernos latinoame– ricanos adopten pública y oficialmente una actitud firme y positivo Una presión excesiva en este sertido quizás resulte algunas veces contraproducente, porque puede debilitar la posición politica de un gobierno que es fundamentalmente anticomunista pero cuya libertad de acción se enéuer'ltra cohibida por el delicado equili– brio que debe mantener entre sus fuerzas políticas internas El mecanismo de la OEA debe ser lo sufi– cientemente flexible para permitir la actuación bilateral lo mismo que la multilateral en los casos que así la exijan.

No soy partidario de una invasión militar en Cuba.

y mucho menos de que nos preocupemos por la situación cubana hasta el punto de desentendernos de todos los demás as.untos del Hemisferio Pera mien– tras el deliberodo propósito del régimen castrista seo exportor su revolución comunista, continuará siendo un peligro poro los distintos gobiernos latinoamerica– nos. y mientros constit.uye un peligro para ellos, se– guirá siendo algo más que un simple inconveniente para los Estados Unidas porque nuestros intereses están inevitablemente ligados a los de nuestros vecinos de es– te Hemisferio.