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« Previous Page Table of Contents Next Page »Con rrás realismo aún, poco antes¡ un hombre que unos años más tarde redactaría una de las pocas constituciones viables de América Latino, habi'a escri–
t9 l/Esta democracia, mi padre, es el m?yor enemigo
que tiene Ip América y por muchos años ~\e ocasionará muchos desastres hasta traerle su propia ruina Las federaciones, las puebladas, las sediciones, la inquie– tud continua que no dejo alentar al comercio, a lo in– dustria yola difusión de los conocimientos útiles en fin, tontas crímenes y tantos desatinos que se cometen desde Tejas hasta Chiloé, todos son efectos de esta furia democrático que es el mayor azote de los pue– blos sin experiencia y sin rectas nociones políticos, y que será el arma irresistible mediante lo cual triunfe al cabo la España, si espera un tanto" (Carta de Ma– riano Egaña a su padre don Juan, el 21 de julio de 1827)
En el hecho ocurrió que, tal como ocurría en la Colonia, aunque con menos frecuencia, lo ley se acató pero no se cumplió Siguieron brotando de la plumo de los doctores hermosas constituciones liberales mien– tras un real y arbitrario absolutismo fue la forma co– rriente de gobierno sin que por eso se lograra un mi– nimo de arder¡ y estabilidad políticos La anarquía engendraba lo dictadura y como lo dictadura, por su misma naturaleza, es enemiga de lo organización de las fuerzas sociales, a su térmíno fatal retornaba la anarquía en un irrompible círculo vicioso No era lo
menos grave que se mantuviera, ya como farsa cons~
titucionalista, el idealismo libertario de las luchas de lo Independencia Buchet-Martigny, ministro de Fran– cia en Bolivia hacia 1836, informaba a su gobierno de un hecha que cualquier observador sensato podía com– probar entonces en cualquier país de América Latino, salvo Brqsi/ y Chile.
"Lo que hay de deplorable es que este real ab· solutismo cree necesario revestirse con los libreas de libertad de los gobiernos constitucionales De ahí los decepciones, los mentiros continuados y sin fin, funes– tos para lo educoci6n del pueblo"
De este modo, lo vida político latinoamericana re– sultaba falseada grotescamente y el falseamiento era trágico par lo oposici6n entre la democracia política "oficial" y la situaci6n real de la gran masa de los ciu– dadanos
A costa de los campesinos
Durante el siglo pasado, la economía latinoame– ricana era fundamentalmente agrario y s610 una mi– noría de la poblaci6n residía en las ciudades, Aunque no hay estadísticas apropiadas y en olgunos paises exis–
tía una mayor concentración urbana, puede suponerse
que hasta pasada la mitad del siglo XIX, por lo menos el 80% de la poblaci6n latinoamericana era rural Una proporción semejante no sabía leer ni escribir
La masa rural, india y mestiza, se encontró en
la República en situaci6n peor que durante la Colonia Las iniciativas surgidas durante la lucha independiza– dora en favor del campesinado, especialmente para dar–
le tierras, nunca se llevaron a cumplimiento. "Entre
los primeros actos de la República se contaron varias leyes y decretas favorables a los indios Se orden6 el reparto de tierras, 1.0 abolición de los trabajos gratui-
tos, etc; pera no representando lo revoluci6n en el Perú el advenimiento de una nueva clase dirigente, to– das estas disposiciones quedaron s610 escritas, faltos: de gobernantes capaces de actuarias. La aristocracia' latifundista de la Colonia, dueña del poder, conservó intactos sus derechos feudales sobre lo tierra y, por consigyiente, sobre el indio", escribe José Carlos Me-'
riátegui para describir una situación que no es propia s610 de su país
En todos los países donde, junto con una fuerte población indígena, se habia mantenido un régimen de comunidades dueñas de considerables extensiones de tierra, que la Colonia había respetado, el liberalismo de la República signific6 la expoliación de los indios comuneros Así ocurri6 en México, América Central, Ecuador, Perú y Bolivia En este país, en 1866, Mel– garejo dict6 un decreto por el cual los indios quedaron, obligados a pagar dentro de 60 días un derecho de 25, a 100 pesos para obtener título de propiedad de los, tierras que ocupaban de tiempo inmemorial La gron mayoría de los indios no pudo pagar yna suma q'Je poro ellos era exorbitante o ni tuvieron noticia de la ley Sus tierras, en gran parte poseídos en comuni– dad, fueron vendidos en público subasto o precios d-' dículos. Las adquirieron "una multitud de militarés vagos, de empleados con sueldos atrasados, de pania– guados y parientes de los gobernantes" relata el his-. toriador chileno Ramón Sotomayor Valdés, que no es" cribía de oídas porque era entonces ministro de su país en Bolivia "Lo solo familia Sánchez --<lñade- ton favorecida por Melgarejo (era la de su querida) es en el día propietaria de un gran número de tierras comu–
nitarios, cuyo valor asciende, según personas conoce".
doras, a lo cantidad de más de medio mill6n de pesos" Lo importancia de esto suma se puede apreciar por el hecho de que ello es igual al total de las entrados adua– neras de Bolivia por eso misma fecho
De hecho, pues, la República significó poro lo ge– neralidad de los países de América Latino el gobierno de uno aristocracia terrateniente, lo mismo que había, encabezado lo lucho por la independencia, lo que prá~
ticamente reunía o todos los hombres de saber y cul-, tura y lo que o través de la intocada estructura feuda.1 de la sociedad ejercía una incontrastable influencia. Solieron de ese grupo o se incorporaron a él, según se, vio en el caso venezolano, los jefes militares prestigia– dos por la victoria En más de un paí~, lo guerra diez-o
mó o arruinó a la aristocracia terrateniente, pero los
generales llenaron los huecos y, por otro parte, no h~-.
bía otro grupo social -uno clase media- en situació~1
de desplazor o los que ocupaban tradicionalmente la. cúspide de la pirámide social
Herodes en América Latina
El proceso de herodianizaci6n de los grupos do– minantes de América Latino es un fen6meno muy com– plejo, cuyo estudio o fondo resultaría apasionante Por ahora sólo cabe apuntar algunos rasgos esquemé-, ticos
Había mucho distancia entre lo evoluci6n cultu– rai de los indios americanos y la de los españoles Y sus descendientes poro que se pudiese formar una con· ciencia colectivo hispanoamericana El único nexo
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