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« Previous Page Table of Contents Next Page »lescas estrofas ensalzaban la belleza de la in– grata, que entre pobres cobijas, sobre su fa. pesco, suspiraba muy horido y era toda oídos
y t,émolas sonrisas; Y' alguna vez. dejaba el lecho y venía
Él aplicar la oreja ¡unto a la puerl.a para escuchar mejor no sólo las can. ciones, sino también la plática de sus amigos. Por esos ratos, la muchacha campesina no tenía nada que envidiar de nadie, tierna_ mente agradecida, su orgullo de mujer col. mado, alejada de sus trabajos y miserias ca. tidianos, se sentía de veras :muy feliz.
En tales ocasiones Leoncio Herrera se al. zaba gallardo y triunfador como las notas de su canto. La música de su guitarra envolvía el rancho de "La Ceibita" en complicidad con la embrujadora luz de la luna, puertas aden. tro, la Baltita sentía que el coraz6n se le que. ría saltar fuera del pecho.
La serenata terminaba con alguna can. ci6n de despedida y el grupo de rondadores se alejaba, pero nuestra hermosa a:miguita, inquieta ya de sí, perdía con la serenata has. ta la última gota de sosiego y ya no podía dormir :más, soñando despierla, así cada ojo y boca-arriba, esfirada hasta la rigidez, se· guíS oyendo los ecos de la perversa C'luitarr" confundidos con el silbar de los pocoyos y el graznar de las cocorocas, :mientras su aglÍa– da, fantasía la trasporlaba muY' lejos, a son. rosados planes donde no había abuela, ni
"fafa" ni mama, hi escobas,. ni hachas, ni
piedras de :moler: planos luminosos donde le abrían sus brazos, Leoncio teniendo en la díestra su !;jUitarra y Don Mamielifo con un regalo en cada mano.
Una mañana, la abuela le dijo a la Plá. cida: -"Niñá, vos no te fijás en esta mu– chacha. Yo la veo muy "entotorotada" y si no llueve pronto, vas a ver que te hace la gracia antes de la otra luna". La Plácida le pas6 la voz de alerla al marido, y él se mas' tr6 más curioso que alarmado: -"dY quién
"eres" vos que la tiene ,más "mariada", el
Don Manuelito o' Leoncio Herrera?".
-"Niñ6, la cuesti6n es que da cuál de los dos no se le hace ella un "arfiñique" .. o?
Yo, "asegún" con quien la veo, porque cua~·
do está con Leoncio es un ay-de-mí, y al re– galón del Don Manuelito se la baila de lo lindo y ella le coge peinetas, ella le coge olor y ella qué no le coge ... ". '
La plática Se cort6 con la llegada de Ba!– tita, que traía en brazos un manojito de leña de madroño. Pero lo cierto era que no s610 en su casa sino en toda la vecindad se ha– blaba del asunto y la gente se preguntaba a cuál de los dos galanes prefería de veraS la muchacha. Sus mejores amigas la criticaban y la tildaban de loca, diciendo de ella que era de las que gustaban un hombre para ca– da mano "y qué dicha que sólo dos manos tuviera" . .. y su querida primita, Engracia Maltés, agregaba que la Baltita estaba espe– rando que Leoncio tuviera finca grande o que
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aunque cacaraqueando sin ton ni son, como no comian, no ponían, y por las noches se oian las±irneros aullidos de manadas de co– yotes sedientos salidos de los llanos costeños.
Una mañana corri61a noticia de que un "sendo" venado había amanecido caído den– tro de la pila de "Santa María", la finca prin– cipal de la comarca, propiedad de Don Ma– nuelito, y fue lo peor que el pobre animal no pudo ni l?iquiera saciar su sed, ya que en el plan de la tal pila lo que había no era, que dijéramos, agua, sino un asiento de lodito mojado y un enjambre de avispas, al infeliz venado aquello le cost6 la vida, pues tras la–
zarlo en medio de una gran "samotana", lo
destazaron en un santiamén. Una pierna fué directamente a "La Ceibita", que así se lla– maba la finquilla de los Malteses: fineza de Don Manuelito para la hermosa Baltita, y aunque el animal no estaba nada gordo, al fin y al cabo era carne de venado y por eso
y por venir de quien venía, el regalo fue muy bien recibido.
La misma famosa sequía había dado oca– si6n a múltiples bolas que rodaban entre los desocupados comarcanos. La más increíble era que Lolo Loáisiga había encontrado un tigre bebiéndose el agua de una batea, en la propia cocina de su finca, y la más galante, ql1e un sl'diento "gurri6n" Se había volado
s~bre la cara de la Baltita Maltés y le había metido su piquifo en la boca, creyendo que era amapola. Desde luego, las muchachas de la vecindad antes creían el cuento del ti– !;ite que np el del gorri6n, diciendo todas ellas que eran inventos de Leoncio Herrera, otro enamorado de la Baltita, como Don Manue– lHo y 'como tantos más, s610 que mientras Lepncio "lra apenas un mozo bien visto de 10l? mandGidores y hasta "medio-bagre", aun–
q~e con fama de buena voz, Don Manuelito erli elpatr6n de "Santa Maria" y a su vez hombre Corrido X gallo de muchos "alzas", si bien' un tanto 'viejonz6n".
y así, entre el enflorar a los santos y po– nerles candelas para que lloviera y los vati– ainios de viejos que pasaban por entendidos en las casas de tejas-arriba, los días seguían deslizándose secos y calurosos en la Comarca del Escalante.
Solamente en las noches de luna, cuan– do soplaba brisa fresca y los coyotes no sa– lían a aullar, las cosas parecían tornar un ca– riz menos aflictivo, en las horas tempranas, la gente se visitaba, se celebraban novenas y rosarios de rogaciones y los grupos más ani– mosoS se aventuraban hasta las playas del Astillero, para bañarse en el mar. Ya noche ade"tro, 10l? muchachos salían a "serenatear" a sus preferidas, Y con la guitarra iban tam– bién las botellas "litreras" llenas de buena
·'cususa,r.
Bajo la caricia del maravilloso plenilu– nio tropical, junto a los humildes ranchos pa– jizos, varoniles voces campesinas entonaban canciones de amor y de querella, madriga-
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