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Vivían los dos en un rancho de paja. pueria del cerco sin aireverse a llegar cerca Las vigas y el iecho esiaban ennegrecidos del rancho. Era cosiumbre de ~emigio pre· por el humo y el hollín del fogón en que se guniarle por "su marido" a sabiendas de que caleniaban la olla y la cafeiera. Adeniro del no eran casados. Además, Remigio sabía cuario quedaba iodavía prendido de raíz el que el hombre no esiaba, pues nunca acerió ironco de un árbol, lo usaban para colocar a llegar esiando él alli. Apolinaria sabía es· allí objeios de cocina. Duranie el día, ella io y por eso corría a lavarse la cara cuando iba a iraer agua, y él, con aburrimienio, pa- oía el !roie del caballo, tan pronio como su saba bosiezando en la pueria mirando hacia hombre salía. Remigio se percaiaba de las el llano. . . salidas de él, porque desde la cumbre del ce· Ella reunió seis huevos de gallina y le rro, en donde esiaba haciendo una hachazón propuso que, como el siguienie día era do- en compañí« de dos peones para sembrar un mingo, él fuera a venderlos a Sania <;:lara. maiambre, él columbraba el rancho de Apo· El acepió. linaria, esperando que el hombre saliera, pa-Los huevos se esián dando aires. .. Si ra bajar al iroie del caballo.

no los pagan mejor los "irees" . . . Tres hué- Apolinaria, es decir, Pola, era de allí. vos por medio, en seis huevos un real. Cui- Al oiro lado del Poriillo esiaban los ranchos dado, nada menos. .. Cuidado con malven- de los Domínguez, iíos, hermanos, hermanas, der los huevos . cuñados, sobrirtos y abuelos .de Pola Domín-La india fuese al cerro, irajo basianie guez. Aquí en esie mismo rancho, donde vi· pasie, los colocó iodos en la iombilla, la ce- vía ahora, había vivido con su marido, Teófi– rr6, la amarró con un bejuco que irajo, iam- lo González. Esie sí era marido legal. To· bién del cerro y se la eniregó al hombre, que dos 10l¡ Domirtguez y los demás vecinos recor– la observaba, como siempre sin presiarle la dabap. las dos semanas de bebedera en el menor ayuda, lleno de indolencia y pereza. mairimonio de Apolinaria. Pero desaforiu-Cuidado con malvender los huevos, los nadamenie Teófilo se murió, le dió mal de huevos esián a ires por medio . ¡Cuidado! empaoho ires meses después de casados. Po– . El hombre agarró los huevos y echóse a la ienía enionces diepiséis años y era muy caminar. apeiecida..

La mujer, como si una idea se le viniese De Teóillo no l~ quedó más que el rano súbifamenie, salió corriendo a la puerta dei cho y la escopeia para maiar venados. Sen· rancho y le grifó. iía no haber ienido un hijo con Teóillo, un ¡Cuidado con beberie el real ... ! ¡Cui- varón. En esia aflicción Se recordó de Remi– dado ¡Ese real lo queremos para comprar gio, que anies del mairimonio con Teóillo y café onde ñor Isidro .. ! ¡Cuidado con be- después del mairimonio, siempre andaba ron– berie el reall dando el rancho. Pero ella dudaba de él por El hombre siguió el camino sin conies- el puesio que ocupaba. Remigio era el ma-iarle. yordomo de la hacienda, era el pairón cuan· Al raio, después que el oiro Se había ido, do el dueño esiaba en Sania Clara. Ella, en se oyó el iroie de un caballo que se acercaba. cambio, y iodos los Dominguez, eran nada, Ella supuso inmediaiamenie que aquel era el peones. Había querido a Teóillo porque caballo del mayordomo, que aceriaba a lle- aquél era de su clalle. Remigio la podía gar siempre que el hombre se iba al pueblo. abandonar ...

Sacó la cabeza por uno de los agujeros de la Pero un día apareció con su hombre. pared del rancho y vió que Remigio llegaba. Desde enionces no volvió a visifar a los Do-La india se q\ledó como paralizada sin mínguez. Le podían preguniar en dónde lo saber que hacer, luego metió la cabeza en había enconirado, y ella no iba a saber qué una olla de agua y empezó a resiregarse la coniesiar. Pero a sus oídos llegó lo que de– cara, como para limpiarse la cosira y el iizne cían las lenguas, que se había enmancuerna– del humo. Se limpió bien la cara y salió a do con un forasiero.

recibir al visiianie. El forasiero había llegado una noche de Desde lejos el hombre le grifó, invierno a pedir posada. Decía que se ha- ¡Polaaaa! ¡Esiá allí tu maridooooo! bía exiraviado del camino real y que andaba Remigio le gritaba a Apolinaria desde la desorientado. Queria que Pola le diera en

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