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En esta ú1Ü%\'\a cita se alude también a la menopausia.

Las alusiones a embarazo son numera-as en el Quijote¡. Don Juan pregunta a Don

~uijote en la venta si Dulcinea "estaba pa– rida o preñad&", Teresa Pan?"a en. carl~ a Sancho cuenfa 10 que le sucedlo a Mmguilla, la nieta de Mingo Silvato de la que "malas lenguas quieren decir que ha estado encinta del hijo de Pedro Lobo".

Doña Rodríguez al hablar de sus amores secretos con un robusto escudero dice que en

su matrimonio "nació una hija".

El de MigueHurra, enviudó porque a su mujer "la m~tó ~~ mal médico que la purgó estando prenada.

La princesa Antonomasia, después de ha– ber admitido en su esfancia a Don Clavijo vióse al poco tiempo "con no sé que hincha–

zón en el vientre".

Con frecuencia Cervantes habla de muer– tes por parlo, cosa que debió ser muy fre– cuente por aquel entonces. Muere de parto la madre de la pastora Marcell¡l al nacer ésta, la rn'l,ljer del Oidor Juan Pérez de Viedma al nacer su hija Clara, Doña Rodríguez refiere

que "tuvo suerie e~ no morir de parlo".

Entre los animales cervap.tinos también hay gestaciones. Así la pollina preñada de las bodas de Camacho, y la perra del retablo de marionetas' que quedó preñada y murió

ji

de ahíta".

La palabra "parir" se menciona 15 veces en el Quijote.

Las tres menopáusicas que describe Cer– vantes son., El Ama, Doña Rodríguez y Be– lerma. I

,DESVIACIONES SEXUALES

I

Tanto Don Quijote como Sancho se expre– san en contra de toda manifestación porno– gráfica. Don Quijote dice que "de las cosas obscenas y torpes, los pensamientos se han de apartar, cuanto más los ojos" y Sancho en la ínsula, "puso gravísimas penas a los q'I,le cantasen cantares lascibos y descompuestos". Cervantes huye en su obra del estilo de la época que salpimentaba las obras de todo género con el ingrediente pornográfico o es– catológico utilizado para llamar la atención por los escritores de entonces como por los de ahora.

. Sin embargo, con gran el<;gancia me?-–

Clona Cervantes en varias ocaSIones la aXIS.,

tencia de prostitutas como las doncellas que reciben al Hidalgo en la venta y de las que nunca se viera tan bien servido. Eran "des– tas que llaman del partido" o mujeres que andaban por su cuenta en contraposición a las "rameras", así llamad<ls porque colgaban en la, puerta de su casa un r<lmo como pro– paganda de su oficio, y que podemos decir <J.ue .estaban agrupadas en una especie de S1l1dlcato con ciertos reglamentos.

Pero el person<lje mejor retratado por Cervantes es Maritornes, l<l moza asturian<l que describe irónicamente asÍ:

u Ancha de cara, llena de c9gote, de nariz r9

6

ma, del un ojo tuerta y del otro no muy l!!ana.

Verdad es que la gallardía del cuerpo suplía

las demás faltas: no tenía siete palmos de los pies a la cabeza, y las espaldas, que algún tanto le cargaban, la hacían mirar al suelo

más de 10 que ella quisiera".

completando su descripción diciendo que "sus cabellos ±iraban <l crines" y su aliento olía <l "ensalad<l fiambre y tr<lsnochad<l".

Es indud<lble que la tal Maritornes es

unO de los personajes más re<lles de la novel<l y debió de existir en alguna de <lquell<ls ven– tas en que el glorioso In<lnCO de Lepanto vió– se obligado <l pernocf<lr.

El hecho mismo de que Cerv<lntes ll<lme <l Maritornes y <l l<l hij<l del Ventero "semi– doncellas" está mostrando cómo se adelantó a su tiempo (recordemos l<ls "demivierges" de Prevost tres siglos después).

Maritornes es un curioso tipo psicológico en el que se manifiest<l una lucha entre sus represiones religiosas y form<ltivas (recorde– mos que ±enía "sus ribetes de buen<l cristia–

na", que "rezaba el rosario" y que proInefió

<l Sancho "rezar por él") y su vid<l como sir– vienta de la venta.

Esta lucha psicológica se manifiest<l en el componente onírico que Se puede <lpreci<lr en su relato a Sancho,

"A mí me ha acontecido soñar que caía de una torre abajo, y que nunca acababa de lle– gar al suelo, y cuando despertaba del sueño, hallarme tan molida y quebrantada como si verdaderamente hubiera caído".

Se trata de un típico sueño de <lngustia, que revela la lucha de su subconsciente, en– tre sus ideas religiosas y su vida sexual. Es la lucha entre el deber y el placer, siendo el resultado el displacer. La torre, símbolo fá– lico, típic<lmente freudiano, represent<l clara– mente su oficio. La caíd<l es un signo tam– bién claro del descenso moral en el abismo o pozo sin fondo, interminable, de l<l prosti– tución. Freud interpretaba también este ti– po de sueños de angusti<l como sueños de im– potencia, de imposibilidad orgásmica, sueño típico de prostitutas que sufren con much<l frecuencia frigidez o anhedoni<l.

En 26 ocasiones se manifiest<ln en el Qui– jote fr<lses que demuestr<ln un cierlo exhibi– cionismo verbal que llega hasta la coprolalia. Manifiést<lse sobre iodo en Sancho Panza, 10 que está muy en relación con su biotipo. Cuando l<l coprolalia se m<lnifiesta en Don Quijote, tiene un significado de liberación de imágenes obsesiv<ls.

Cuando el Hidalgo h<lce penitenci<l en Sierr<l Morena y queda "desnudo como CU<ln– do nació". poniéndose a hacer locuras y C<l– briolas, muestra Un<l de las facetas de su psi-

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