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« Previous Page Table of Contents Next Page »les afecte¡ban hondamente en las otras que direcciones. Dominada por los Estados dUo:;:do S la situación en cuanto a la apertu,:a nl "'l't'd t t d 1 Canal cremo e ID eres e es a po enCla
~r la tra~quilidad ,del Istmo y s.e hizo pra–
l? te en el alter orbls centroamerlcano. Pe–
se~ró en las interioridades de su politica, 10– neando el sangriento conflicto del año 1907.
gr Con esta presencia tomó nueva fa¡< el desenvolvimiento del Derecho Internacional Centroamericano. Con motivo de la guerra que estalló entre El Salvador y Honduras, por na parte, y Nicaragua por otra, en el año
~907 el Presidente de los Estados Unidos, Teo– doro' Roosev:elt, ofreció su m<;diació;n. Para mayor conflanza, se ,p:esento asoclado c;:op el Presidente de Mexlco, General Porflno Díaz hombre fuerte que había logrado pac;i– fica; a su país con un régimen dictatorial. Fueron resultado de ~sa mediación las ,~on
ferencias Centroamencanas, que se venflca– ron en ese año, en la ciudad de Washington. En ellas fue articulado el Derecho Internacio– nal Centroamericano en un Tratado general de paz y amistad, y en siete convenciones, reglarnentadoras de un nuevo :;:istema aJ'r~
ximativo por grados, para las cmcO Repubh– cas, con tendencia a llegar a la unión defi– nitiva.. ., . Para articular ese Derecho, C"mtroamen– ca procedió, conforme el p,?stulado de Vito–
ria, como un orbe que en clería manera for–
ma una república. En el tratado y en las convenciones se aseguraba la paz, se atendía a la permanencia de un orden democrático en cada una de las repúblicas, y Se daban procedimientos para unificaciones .en cuanto a la cultura y en cuanto a lo económico. To– do el pensamiento animador de ese Derecho fue de los centroamericanos, e inspirad.o en 1á experiencia. La autoridad Internacional en que debía descansar emanaba de la fa– cultad de intervenir los demás Estados en la polí±ica interior de cada uno, para el mante– nimiento de un orden constitucional demo– crático. Se vigilaba contra las subverciones de los de abajo y también contra los golpes de estado de los de arriba. Respaldaban esa autoridad en el carácter de Poder irresistible, los Gobiernos de Estados Unidos y de México, que al través de esa doctrina se incorporaron en el alter orbis centroamericano.
Desgraciadamente la tranquilidad que había prevalecido en México era transitoria e inestable, como toda obra de dictadura, y esa República, que es por la historia y la geo– g;rafía nuestra república mayor, ingresó a rempos revueltos. Esta expresión también a he tornado de Toynbee. La autoridad que respaldaba la situación centroamericana en– iró en confusión y perdió la eficacia.
Los veinte años transcurridos de 1907 a
1927, se pueden denominar el régimen de 10.s tratados de WaShington. Durante ese ré– glmen floreció el Derecho Internacional en buenas doctrinas, inspiradas en la filosofía
de la historia de Centroamérica. Pero en la práctica no maduraron, porque les faltó la fuerza física a la autoridad para ser coerci– tiva. La presencia de Estados Unidos resultó una sombra movible, por las variaciones que le imprimia la politica interior de la Gran Re– pública. La base de ese Derecho Internacio– nal era el principio de la Intervención. Es– taba expresado en la doctrina de Tobar, que prestaba una fuerza moral para el manteni– miento de la democracia, pero le faltaba la fuerza física, es decir la polida para impo–
ner ese orden.
En el año 1923, cuando se reunía en Washington la segunda conferencia centro– americana, para remendar el sistema en las partes que se habían descosido y perfeccio– narlo en algunos aspectos, el proceso centro–
americano coincidió con un m.om.en±o cultni–
nante en la organización de la Unión Pana– mericana. Hubo una confluencia enire las dos corrientes que correspondían a las dos direcciones en que marcha Centroamérica so– bre el Continente: La tendencia de la direc–
ci,ón meramente cen±roam.ericana, y la ten–
dencia de la dirección panamericana, que re– sultaban contradictorias entre sí. En la orga– nización continental se trabajaba por dismi– nuir la poderosa influencia de los Estados Uni– dos, con el fin de evitar que tomara las pro– porciones de intervención. En la conferencia P.,.namericana de Santiago de Chile se dio principio El esa labor, en que colaboraron to– das las repúblicas centroamericanas, y que terminó en 1933, en Montevideo, con el pro– nunciamiento riguroso de la doctrina de la No Intenrención.
Mientras tanio, en la tercera dirección del internacionalismo centroamericano, en la de sus relaciones con las potencias europeas, habían ocurrido importantes mutaciones. La guerra mundial hizo crecer rápidamente a los Estados Unidos como potencia. De esa guerra regresó victorioso y convertido en el país más poderoso de la tierra. Al mismo tiempo que los Estados Unidos tomaban esa
posición, en parie COlTIO consecuencia de ese
hecho, las repúblicas latinoamericanas cre– cieron también en importancia internacional. Ingresaron a la Sociedad de las Naciones, y tuvieron voz y voto en las deliberaciones mundiales.
Centroamérica fue sorprendida en la marcha de su primera dirección, al encon– trarse con la novedad que concurría a resol– ver los problemas de la organización conti– nental con cinco votos, cada uno de ellos igual al voto de La Argentina o al voto de México. En el proceso de la Sociedad de las Naciones observaba la misma circunstancia. Con ello cada uno de los Estados Centroame– ricanos adquirió una conciencia más definida de su propia existencia como Estado'indepen– diente y actuante, que no podía menos que perturbar los procedimientos unionistas de los tratados de Washington. Esta, situación
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