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« Previous Page Table of Contents Next Page »tural al debide;> respeto c;Ie su persona, a lE! buena reputac16n, a la liberiad para buscar la verdad y, dentro de los límites del orden tno ral y del bien común, para manifestar y
defender sus ideas, para cultivar cualC(uier arte y finalmente para tener una objetiva in– fonnaci6n de los sucesos públicos.
"También '~ace de la naturaleza humana el derecho a participar de los bienes dé la cultura y por tanto el derecho a un.a instru,?– ci6n fundamental y a una formaCl6n técm– co_profe.sional de acuerdo con el grado de de- _ sarrollo de la propia comunidad política. Y para esto se debe facilitar el acceso a los gra– dos más altos de la instrucci6n según los mé– rifos personales, de tal manera que los hom. bres, en cuanto eS posible, puedan ocupar puestos y responsabilidades en la vida social conformes a sus aptitudes y a las capacida– des adquiridas.
"Entre los derechos del hombre hay que reconocer también el que tiene de honrar a.
Dios según el dictamen de su recta concienc cía y profesar la religión privada y pública– mente". El Papa sigue detallando los dere– chos de elegir el propio estado, de asociación, de emigración e inmigración y los derechos políticos.. Después pasa a detallar 10$ debe– res del hombre hacia el pr6jimo, individual– mente y en sociedad; pues la misma digni– dad de la persona humana que exige los de– rechos de uno, le imponen respeto por los derecho$ de los demás.
De esto Se desprende una magnífica doc– frina del progreso. Los hombres debemos buscar un dominio cada vez más amplio del ,mundo material, por la ciencia y la técnica, para que sirva al hombre en vez de aplas– tarlo. Asi s610 podrán todos crecer en cono–
cimiento, en refinanúenfo, en el aInor y ser–
vicio mutuo en el amor de Dios de quien vie– ne todo don de lo alto, en quien vivimos y fenemos todo nuestro ser.
No podemos desarrollar esta doctrin... más, dado10 limiiado de este discurso. Bas– te por el momento señalar la imporiancia para el cristiano, para el creyente, para todo hombre de apreciar el verdadero sentido del progreso, la dinámica de la historia, en toda su amplitud, un mundo mejor, un mundo n:ás humano, un mundo por ende más espi– ritual porque xnás dueño de todo lo material 'en el servicio del espíritu.
Concretamente, esta doctrina se convier– te por parie de la Iglesia en una actitud con r<;specio al progreso que ha de parecer am– bivalente a quienes no consideran la unidad profunda de su visi6n del hombre. Por una parte es su deber excoriar a aquellos hom– bres que oprimen a sus hermanos y de lanzar .11amados ferviente$ en favor de la justicia y
,de la caridad, eJl. la labor social común l' 'ilra :asegurar ·a tódos los hombres los dereCl:1,9S q1.le son suyos por naruraleza, por otra parte ha de rechazar la tendencia de muchos de 'hacer eq1.livaler estos derechos a 1.ln mero mE¡– joramieiltd del bienestar material <;le uno u otro, al mero factor econ6mico.
Vivimos en América Latina hoy 1.ln pe– ríodo de transición. Una sociedad aristocrá– tica, rural y estática se está convirtiendo en otra democrática, urbana y dinámica -,es decir, sujeta a cambios continuos 'y rápidos en todo orden-o El antiguo cumpli.miento de la justicia· y de la caridad, que era pater– nalista y casi plácida, ahora resulta grave– mente insuficiente. Por primera vez, gra– cias a los adelantos moderno$, es posible dar a todos los hombres la posibilidad de acceder a todos aquellos derechos que acabarnos de oir descritos por el Papa Juan XXIII. Es pre– ciso trabajar para que todos puedan conse– guirlos, y este trabajo requiere un sentido a la vez humano, espiritual y social que fre– cuentemente faHa entre los más privilegia– dos de nuestros países. Demasilldo a menu– do el individualismo que hemos heredado del capitalista laissez faíre del siglo pasado dicfa aditudes egoístas por las cuales los q1.le pueden mejoran S1.l sit1.lación¡ valiéndose de su poder económico y politico para hacerlo, pero dejando a la gran mayoría donde han estado por tantos siglos pasados.
Estas aciitudes son s1.licida$. En primer término, desde el p1.lnto de vista económico, 1.lna masa iletrada, pobre, ni p1.lede contri– buir técnicamente al desarrollo industrial y comercial de nuestros países, ni ofrece un mercado capaz de consumir los producios que se les quisieran vender. En segundo tér–
mino, esta ntÍsma masa está ya en rnov:iInien–
too El sueño de la vida mejor se le ha des– perlado y no se apaciguará hasta conseguir– la. La época de la politica de grupitos de intereses creados, que llega al gobierno me– diante promesas insinceras y la compra más o menos solapada del poder, está llegando a su fin. O se incorpora positivamente al pue– blo en la verdadera democracia, tanto econ6– mica como social y política, O la masa frus–
trada irrumpirá en violencias, azuzada por las promesas fáciles de falsos profetas. Es
necesario comunicar un realismo respecto al progreso económico-social deseado y posible para nuestros países. El progreso econ6mi– co-social no se realiza en un dia, es fruto de largos y penosos esfuerzos. Hablar de otra manera es engañar. Pero hay que dar la prueba de hacer lo que podamos.
Es para ustedes, pensar en estos' proble– mas y de sus problema$ frente a ellos. Cada empresa envuelve una responsapilidad soc~l.
No es s610 un medio paré! lograr ganfmcié!S, es también una maAere. de' dar traqajo.·· El ,
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