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« Previous Page Table of Contents Next Page »soy muy adicto 01 Generol Jerei, no me ograda para nada lo que trae". Y más tarde "Parece ser cierto que Jerez viene a Nicaragua, y que se establecerá en
Chinandega a mi juicio viene a promover una revolu-ción contra Zavala" (1)
38 - Dimes y diretes, palos y balazos (1879)
Fue por esa época, a fines de 1879, el incidente con su primo el escritor y periodista Carlos Selva La pluma Y el amor a las letras, que en otros es vFnculo de amistad, fue ocasión de mortal enemiga entre Selva y Guzmán Empezó el debate por la política y pronto descendió a lo personal Guzmán acosaba a Selva con sus pullas buídas Selva era fuerte para el argu– mento y temible en la polémica, pero toda esta fuerza la diiuía Guzmán en la sal de su sátira, mientras los amigos de Selvo¡ con sus comentarios/ hacían le más amarga esta sal Hasta que una vez Selva, perdidos los estribos, lanzó, desde las columt1as de El Canal de
Nicaragua, una tremendo ofensa contra Guzmán Decidió éste castigar semejante exceso En su Dia– rio se encuentran· por esas fechas expresiones como
"~stoy resuelto en hacer escarmentar a Corlos todo el día pienso en esto Sigo pensando en la manera de escarmentar a Corlos a insultos como los de "bandido Baldemar ll sólo se contesta con garrote lJ
La 'loche c;lel ,siete de Octubre acecho a su detractor, íe acomete de sorpresa a gorrotazo limpio, le infiere una herida en la frente y le fractura un dedo de la
mano
Selva quedó ardiendo en deseos de vengarse Se ejercitaba en el tiro al blanco, y continuamente espia– po lo oportunic;lad de matar a su enemigo
El mismo Selva refería después a un amigo cómo en cierta ocasión estuvo a punto de matar a Guzmán La caso de ambos estaba dividida solamente por una tapia Una vez Selva vió a GU2;mán en el patio de
~u. coso, sentado tranquilamente¡ tenía en sus piernas a una de sus hijas entonces pequeñuelas Selva en– cañonó su revólver o la cabezo de Guzmán, pero mien– tras oput1taba se le ocurrió que podro error el tiro y acertar en la chiquilla lo que hubiera sido terrible
~uardó su venganza poro mejor oportunidad y ésta no tardó eq presentarse
Una tarde, el dos de Febrero de 1880, pasobo Enrique Guzmán con don Faustino Arellono por lo oce– ro de la casa que da al frente Norte del Parque Colón, entonces todavía lo Plaza Prircipal Vestían de eti– queta, pues iban a un banquete que tendría efecto en
La Sirena Estaban sentados en lo acera don Juon César, don Leondro Zelaya y otras personos, y, ya sea por casuolidad, ya adrec;le, que hubo quienes sostuvie– ron am~as versiones, don Juan César movió el pie ha– cia odelante al tiempo que pasabo Arellano, de modo que ro z'" la pierna de éste __ "í Malcriado" -ex– clamó don Faustino, y se inició un altercodo que los puso a punto de llegar o las manos Quiso la casuo– Iidad (malos lenguas dijeron que fue asO trazado de antemano) que por la esquina Noroeste de la Plaza Opareciera Carlos Selva, y todo fue ver a Guzmán me– tido en ,una reyerta paro acometerlo a balazos El primer tiro acertó a Guzmán en el pulmón, el segundo le dio en el botón del frac pero resbaló sin penetrar derechamente. Guzmán, para no caer, se
abrazó a uno de los circunstantes, y viéndolo Selva en pie y creyendo que reñía can aquel con quien se abra– zaba, siguió disparándole a quema ropa La tercera bala quebró la pierna a Guzmán y lo derribó En el suelo todavía le descerrajó Selva un último tiro
Uno de los del pleito, sintiéndose que le corría cálida humedad por las piernas, gritabo -,-"Estoy herido, estoy herido!1I Corrieron a examinarlo, y
era verdad que estaba mojado, pero no con sangre Guzmán se vio a la nwerte, y en los ocho días
que siguieron al atentado¡ vivió casí inconsciente. Su
buen humor, sin embargo, no se oscureció en aquellos momentos de angustia Cuando se sintió mejor otor– gó testalTlento y allí mostró que aun a IQS puertas de la muerte no prescindía de su ingénita burla El ha– bío criticado a los oradores que no desperdician opor– tunidad de exhibir sus dotes oratorios ante cualquier muerto de alguno importanci(I Dictó, pues, esto cláu– sula "Iten, declaro que no qUiero que ni Z:utano ni Perencejo pronuncien discursos en mi entierro' temo que me hagan extremecer de dolor y turben mi re– poso"
Setenta y dos días después del suceso escribe en su Diario Intimo "He sufrído horriblemente durante los meses pe Febrero y Marzo Todos los médicos de Granada estuvieron en aquel momento terrible a la cabecera de mi cama Se creía gen.erolmente que moriría, y yo mismo lIeQué a tener esta convicción La ic;lea de abandonar este mundo para siempre no
me causaba espanto"
La amistad de don Faustino Arellano con Guz– mán acercá al lecho de éste a una mujer providencial La señorita Elena Arellano, hermana de Faustino, apro– vechaba toda ocasión para ganar almas a Dios Ca– ritativa hasta el heroismo, repartió su cuantiosa for– tuna entre los pobres y en favorecer la causa del cato– licismo Ella se llegó al lecho de dolor donde yacía postrado Guzmán, le prendió una medalla milagrosa y ganó su alma y su gratitud, Ilevóle a los Padres Je–
su~tas, hizo que leyera, en la convalescencia, los libros que los Padres le proporcionaban Augusto Nicolás, Eusebio Nieremberg y otros del mísmo estilo prepara– ron la conversión de Guzmán que se realizaba defini– tivamente cuatro años más tarde
Desde entonces Guzmán quedó amigo de los Je. suitas y les tuvo gran simpatía El año siguiente lo. defenderá contra los ataques que culminaron con la expulsión de la Compañía del territorio de Nicaragua Por lo que hace a la señoríta Arellano, tan pagado que– dó Guzmán de su espléndida caridad, que en breve estrechó vínculos con aquella santa mujer, haciéndola madrina de una de sus hijas Más adelante veremos como Elena vuelve a ser el angel bueno de nuestrlJ escritor
(1) MlÍ.ll datos !lobre esto en J erél'J y sus contemporªneos. del autor. Capítglo
XXXV. .
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