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"La paz de Nicaragua, y el interés de Centro

América demandan, dice en carla del 25 de No~

viembre el Gral Chamarra. al General Marlínez descienda a la vida privada prescindiendo de su ambición, y procurando que ofro ciudadano va~

ya a la silla del poder

"El Gobierno de El Salvador por el instinio de su conservación pide a los patriotas granadi– nos salven a Nicaragua, y obsequien los intere– ses salvadoreños, haciendo un esfuerzo en la reu– nión del Cuerpo Legislativo, para que el Sobe– rano compuesto de hombres ilustrados cualquie– ra que sea su color, busque un iénnino medio en la cuestión electoral, que dé confianza a los que han seguido al General Marlínez en camino :tan extraviado como el que ha tomado, y dé paz a los nicaragüenses y confianza a El Salvador, hennano muy legítimo de Nicaragua".

No querernos pasar adelante en esta trans– cripción sin hacer notar antes, entre las virfudes de Barrios, la de la prudencia, que aconseja bus– car un lénnino medio, en la cuestión electoral, que inspire confianza en él marfinismo, es decir, aconseja evitar la exasperación del adversario, que desesperado por la persecución, acaba con la paciencia, asumiendo actiludes hostiles que pueden llegar a ser su propia salvación, por lo que dijo el' poeta: Salus viclis nuUam sperare sBlulem. La salvación del vencido está en no esperar ninguna Y a los buenos consejos como hombre además, práctico, agrega también los

IIuevos JresC05:

"Si para algunas transacciones, como por ejemplo, que algunos de los más comprometi– dos, con dicho General quieran emigrar del país por algún tiempo mientras calman las pasiones,

el partido granadino o fusionista puede contar con la caja del Cobierno Salvadoreño desde diez, veinie o treinta mil pesos para gastos. El mi– llón de pesos negociado en Inglaterra de cuenta del Gobierno vendrá dentro de dos meses, y la suma que ofrezco no le hará falta a El Salvador

Sacrifiquemos intereses materiales, y no la paz".

Pero los sucesos le fueron completamente adversos al Gral. Barrios. La perspediva de unión centroamericana se desvaneció del iodo El General Marfínez fue reelecto en Nicaragua, a pesar de todos los esfuerzos en contrario, des~

plegados por el parfido granadino, como lo lla_ ma Ba.rrios El Gral. Jerez había sido uno de los primeros en insinuar la fatídica idea de la Reelección, y cuando regresó de Guaiemala con la candidatura del Gral. Fenlando Chamarra, no pudo lograr que su parfido abandonara a Marfí~

nez El prestigio político de Jerez iba ya de mengua, y aun en su misma ciudad, León, los ánimos se mostraron tan exaliados contra él que creyendo imposible su permanencia, optó por trasladarse a El Salvador, donde puso su espada al servicio de Barrios Su viaje preparó la inter

w vención de Nicaragua en la guerra del 63 Mar~

tínez dijo, contra Pérez:

"A Jerez nada lo arredral es que trama una. revolución y es preciso que nos preparemos".

El General Fernando Chamorro permaneció en NicaraQ1,1a, al margen de los acontecimienios, pero con ojo avisar para sacar de ellos honora– ble ventaja y aprovechar las circunstancias para obrar No consta que se haya llevado a efecto el generoso ofrecimiento, de Barrios, pues no pa– só de privado

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LA IDEOLOGIA DE GERARDO BARRIOS

Antes de seguir el hilo de los hechos que desenredaría el viaje de Jerez a El Salvador, pí– denos detenernos un poco la ideología del Pre– sidente Gerardo Barrios, ya que, se puede decir, que jugó preponderante papel, casi decisivo, en los aconiecimientos trascendentales de los años

62 y 63

Hasta qué grado representaba Barrios, en ese momento histórico, al liberalismo radical, por no decir anticlerical? El caso de Barrios es dig– no de atento estudio. Yo de mí se decir, que la vista de los documentos en que consta su doble lucha con el c::lero, no. ha podido menos de sor– prendenne, pues toda la razón, extraño parecerá decirlo, le corresponde a Barrios, ya que las pre– tensiones del Sr Obispo Pineda y Zaldaña peca– ban de exorbitanies, desviadas en la práctica de los cánones de la prudencia que empieza por conocer los límites de los propios derechos, en el campo de las humanas posibilidades.

No era posible que Barrios accediera a la demanda del Sr Zaldaña de castigar por após– laja, con extrañamiento perpetuo, como lo esta– blecía el código penal, al Dr Manuel Suárez, por el único delito de haber pronunciado el quince de Septiembre, en el cuadragésimo aniversario da la Independencia, una itnprudenie diatriba contra el clero, no salvadoreño, sino universal, discurso que el mismo Presidenie Barrios desau';'

iorizó en el mismo aclo, pronunciando un dis~

curso de católico creyenie convencido, haciendo que cOInbatiera semejantes ideas el Dr Buitrago Qué más se le pudiera exigir a un Insndatario que esa manifesia.ción pública de caiolicismo? Sin embargo, el obispo preiendió el castigo del imprudenie orador, que el Presidente Barrios se negó a imponer, por la razón de que no había sido juzgado ni había sentencia ejecutoriada con– tra el presunio delincuente, ya que la opinión del Señor Obispo. no bastaba para aplicar una condena semejante, sin oír al reo en su defensa.

Examinado este caso con las ideas moder– nas, no hay, hoy en día, un solo obispo en el orbe caiólico que se atreviera a pedir un castigo semejanie para un apóstata declarado, menos con las condiciones que ameritaban al Dador Suárez que, como el Presidente Barrios, por boc~

de su ministro Dr Irungaray, no había hecho más que censurar los abusos del clero, de que han hablado hasta personas de notoria piedad, en iénninos generales que dejan en salvo la ver– dad evangélica

El otro choque con el clero iuvo mayor ±ras:. cendencia, pero es curioso lo que l?asó en este caso del juramenio de la Constitucion, impuesto por Barrios al clero, poco después del incidente del discurso, por decreto de 11 de Octubre de 1861, ésto es, que habiendo terminado .en un ro-

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